Un acercamiento al universo de Jorge Eduardo Eielson
Ultramar, inspirada en la obra poética y plástica de Jorge Eduardo Eielson, es una experiencia escénica, de danza, música y teatro que sumerge al espectador en el mundo del autor. Eielson, conocido por su experimentación con el lenguaje, encuentra en esta obra un eco visual y físico que resuena con su búsqueda artística. Así, la puesta en escena, dirigida por Claudia del Águila y con las interpretaciones de Dionarah del Carmen Herrera, Naysha Meneses y Marco Miguel Ravines, es una exploración profunda del cuerpo y la transformación.
La puesta en escena se despliega como un collage de la obra de Eilson donde el cuerpo humano es el protagonista en escena. Los actores, más que interpretar personajes, encarnan emociones, texturas y paisajes interiores para traer a escena distintos aspectos de la obra del artista.
El diseño escenográfico es minimalista, lo que permite que el espacio sea moldeado por los cuerpos en movimiento quienes usan diferentes recursos y elementos en escena. Las coreografías son fluidas, con cuerpos líquidos que reflejan un mundo en constante movimiento y cambio. Al igual que en la obra de Eilson, son las telas el principal elemento que danza junto a los intérpretes, se estiran y contraen creando figuras para representar los complejos nudos presentes en las obras de Eilson, quien a su vez rememora a los quipus precolombinos para darles una nueva simbología, tal como la unión entre el futuro y el pasado, la tensión y la complejidad de las relaciones entre el ser humano y la naturaleza, y la complejidad del ser humano en sí mismo. Así, muchos momentos de la propuesta evocan directamente a pasajes de la obra de Eilson, como la obra El Cuerpo de Giulia-no y parten de los poemas de Eilson como albergo del sole I.
Por otro lado, en la propuesta escénica utilizan proyecciones que ayudan a crear atmósferas que oscilan entre lo etéreo y lo oscuro, que junto a la música refuerza la sensación de inmersión en un mundo que se mueve entre lo tangible y lo intangible. Sin embargo, a pesar de la fuerza visual y poética de la obra, en ciertos momentos se puede sentir una desconexión emocional. La abstracción, aunque potente, puede volverse densa y difícil de entender para quienes no estén familiarizados con la obra de Eielson, sumado a que por momentos no hay una ilación clara entre las diferentes escenas.
No cabe duda de que Ultramar es una propuesta audaz y experimental, que invita a los espectadores a embarcarse en un viaje introspectivo que conmemora la vida y arte de Jorge Eduardo Eilson, que en su lenguaje único resulta potente y una experiencia inmersiva para el espectador.
Alexandra Valdivieso Chudán
8 de octubre de 2024
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