Luego de seis años desde su estreno oficial, el reestreno
tardío de Quiero ser actor del
prolífico dramaturgo y director Gianfranco Mejía no deja de ser un evento
interesante de analizar. Pocos son los que, como Mejía, han esgrimido la
perseverancia y la dedicación como válidas herramientas para construir un
propio camino dentro de las artes escénicas, consiguiendo no solo un público
cautivo a lo largo de más de una veintena de piezas escritas, producidas,
dirigidas y a menudo, protagonizadas por él mismo, sino que además cuenta ahora
con el respaldo de conocidos actores y actrices profesionales que suman a la
calidad de sus propuestas: aquellas que exploran problemáticas complejas
(violencia familiar, trastornos alimenticios, etc.) y las que buscan
simplemente entretener (relaciones de pareja, aspiraciones vocacionales, etc.).
A este último grupo pertenece Quiero ser actor, simpática puesta en la que seguimos los inicios
interpretativos de Nicolás (Mejía), un adulto joven que, como muchos de su
generación, no tiene una idea clara de qué hacer con su vida; y de cómo la
casualidad lo lleva a actuar de extra en un cortometraje, para después formar
parte de una obra de teatro. Mejía apuesta por una historia amable y a ratos muy
ingenua, ya que los obstáculos que debe vencer Nicolás son su propia confusión
y un padre tradicional que no ve con buenos ojos la carrera del arte. El resto
son secuencias, algunas más logradas que otras, en las que se dramatizan las típicas
anécdotas que cualquier aspirante a actor (y con demasiada suerte) suele
atravesar. Acaso la mayor virtud de esta historia sea la ya mencionada
inocencia, que Mejía y su numeroso elenco saben aprovechar para arrancar
sonrisas del público.
La experiencia la ponen Martín Abrisqueta y Pedro Olórtegui,
en papeles clave; acompañan con sobriedad Edwin Vásquez, Francesca Vargas,
Paola Miñán y Ale Meza Cuadra; y siempre es de agradecer la presencia de Jeffrie
Fuster, quien logra convertir un casting de archivo en una hilarante secuencia.
Quiero ser actor no muestra ni por
asomo todos los sacrificios y vejaciones que gran parte de jóvenes artistas
tienen que experimentar a diario; además, al terminar la función Mejía agradeció a
sus padres presentes por, justamente, ayudarlo a realizar sus sueños. No
obstante, como una sencilla propuesta de entretenimiento, este reestreno de
Mejía en el Teatro Auditorio Miraflores lo consolida como un referente
innegable de la escena independiente.
Sergio Velarde
3 de setiembre de 2024
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