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martes, 2 de julio de 2024

Crítica: 2007


Hablemos de las pequeñas muertes

El Teatro de Lucía alberga en el escenario la obra 2007, estreno de Los Extras Producciones, bajo la dirección de Abel Enriquez. El montaje traslada al espectador al año del título, específicamente al colegio donde estudia Brayan Bermeo. Él es un adolescente de 13 años, quien se encontraba jugando futbol en un campeonato del colegio. El terremoto que sucedió en el país en agosto del 2007 empieza cuando el estudiante decide ir al baño. El techo del baño cae a consecuencia del desastre, causando la muerte de Brayan instantáneamente. Carla, su mejor amiga, empieza a buscar la forma de conectar con Bermeo, por lo que es capaz incluso de acudir a un vidente famoso de aquel momento, Rishi Santos. El elenco está conformado por Trilce Cavero, Iván Chávez, Fabiola Huamán, Silvana Picco y Mariano Ramírez.

La representación plantea una serie de saltos temporales, de modo que el espectador tiene información clara sobre la naturaleza de cada personaje. No fue necesario agregar detalles como fondos de pantalla, o subtítulos para denotar el orden de los hechos representados. Los actores lograron construir personajes complejos, con contradicciones genuinas y cercanas. La concentración actoral y la precisión a nivel técnico de todo el elenco fue un aspecto destacable de la representación. Este factor, en consecuencia, atrajo la atención del espectador momento a momento. 

En medio de situaciones de desastre no controlables y búsquedas paranormales, 2007 propone una perspectiva con toques de humor al momento de hablar sobre la muerte. La obra de Enríquez representa una propuesta refrescante sobre este tema, de modo que entendamos las pequeñas muertes que se dan a lo largo de nuestra vida. Situaciones que juzgamos como un fracaso, pérdidas de amigos, frustraciones profesionales, y un sinnúmero de experiencias que representan hitos de “muerte” en vida. El autor logra plantear claramente este discurso – con unos toques de humor y sarcasmo -, de modo que se entienda la dualidad muerte-vida: es necesario morir para resurgir, para vivir. 

Es destacable en esta propuesta escénica el usar un suceso como aquel terremoto del 2007 para contar una historia. Lejos de romantizar un desastre natural, considero que la vigencia de esta obra se centra en darle una visión distinta a situaciones que normalmente juzgamos como (solamente) trágicas. El público se lleva de esta obra una invitación a pensar en la muerte como un paso necesario para crecer, para superarse y seguir viviendo. Si bien aquí se habla de un terremoto, el espectador podrá reconocer su propio suceso trascendental, una pequeña muerte que haya podido superar. Es así como 2007, gracias a la magia del teatro, nos abre una invitación a una nueva perspectiva sobre las pequeñas muertes de la vida. 

Stefany Olivos 

1° de julio de 2024

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