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lunes, 25 de marzo de 2024

Critica: LA SEÑORITA JULIA


Sin miedo a arriesgar

La Señorita Julia, adaptación del clásico de August Strindberg, dirigida por Ivi Cordero y producida por Huilota, es una propuesta intensa, conmovedora y llena de riesgo, juego y una pasión desbordante que se impregna con detalles y elementos rituales.

La propuesta entrega algo especial, se apropia de un espacio colocando elementos de carácter ritual que exaltan y otorgan brillo a un texto de por sí lleno de fuerza. Con una primera parte donde parecen mezclarse los roles protagónicos. Ale Carrasco destaca de manera indudable; sabe capturar el personaje de una manera admirable, sosteniéndolo y llevándolo a sus extremos en todo momento. Enfocada y con las tensiones correctas para poder desarrollar el personaje de Cristina con solvencia. De igual forma Diego Salinas, con un desarrollo particular, si bien por momentos cae en tensiones erróneas, logra recomponerse y entregarse a la escena. Por otro lado, Samanta Robles sorprende con su habilidad para apropiarse de un personaje lleno de picos emocionales, transitaba constantemente entre ellos, y si bien en ciertos momentos cae en ligeros excesos de tensión que hacen difícil la comprensión del texto, no pierde su calidad actoral.

Tal vez el momento más débil de la obra recaiga en una segunda parte, después de un quiebre importante de la obra. La ausencia prolongada de Cristina en la escena, por la manera en que fue desarrollada en una primera instancia, hace que se le extrañe muchísimo. Este espacio, que también es el momento de los grandes monólogos de los personajes de Juan y Julia, pierde el drama, se suelta y cae por momentos en una monotonía, donde la coreografía pierde solidez frente al texto. Pero la obra toma riesgos importantes, y parece ir por un camino creativo autónomo y auténtico, que toma bastantes licencias a nivel escénico y narrativo, dándole un carácter resaltante.

Al final, se acierta al tomar esos riesgos, imprimirle un carácter propio, intenso, avasallante. Los actores están a la altura de la propuesta y el desarrollo de los tres en escena es increíble de ver. Una lucha constante, en donde lo ritual se vuelve un vehículo para despertar el sentido del texto, pero también una la lectura propia del mismo.

Omar Peralta

25 de marzo de 2024

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