Teatro exprés
El Teatro Barranco nos entrega su nuevo
ciclo de obras en formato breve. Consiste en pequeños espectáculos de quince
minutos cada uno, con intervalos de diez entre ellos, donde se le invita al
público a consumir lo que el local ofrece, así como un espacio para el diálogo,
acompañado de música y publicidad de la cartelera teatral.
Entre estas obras kortas, se presenta Princesas
Barranquinas de Nicolás Tete, dirigida por Manchi Ramirez y bajo la
producción de Studio Teatro. Una historia que se teje entre lo lúdico y la,
aparentemente, autocrítica de las actrices/personajes, quienes ejercen la labor
de la actuación y animación de show infantil en los distritos más adinerados de
Lima. Es en esta ocasión, un enredo amoroso con el padre del cumpleañero el que
genera la trama que fluye enérgicamente entre las actrices, con buena escucha y
resolución, pero que genera confusión por la técnica del sonido. Dado que el
uso de micrófonos y las voces de las actrices durante toda la trama se mantiene
encendido generando un audio o sonido diegético que las conecta con el público
ficticio, que las espera fuera del baño donde se esconden para continuar el show
y finalmente, en contradicción, cuando el personaje de Daniela Stornaiuolo
canta como su personaje la famosa canción de la película Frozen logrando el objetivo, ella se encuentra sin audio en su
micrófono. Detalles técnicos que desenfocan y dispersan el viaje del público en
relación a la historia y sus personajes y que podría generar confusiones
dejando inconclusa la acción dramática.
La segunda historia fue El correcaminos, una obra que no figura
en el flyer, pero que sorprendió grata y curiosamente por las estrategias
escénicas y el unipersonal interactivo que realizó el actor en función al
multimedia, audios grabados y demás factores que le generaban el conflicto.
Quizá innecesario o abrumador por excederse de los recursos visuales, pues le
quitaba peso al real conflicto que tenía, el físico, con la trotadora. No
obstante, al abordar datos estadísticos, se convierte en una trama corta, pero
necesaria y potencialmente profunda al tratarse de temas tan reales como la
ludopatía, el consumismo y al sujeto de rendimiento en el que se están
convirtiendo las personas hoy en día por perseguir el supuesto éxito.
Por otro lado, La historia de mi vida, dirigida por Jennifer Woytkowski y bajo la
producción de Butaca Film, rompe con ese sentimiento de exceso de realidad que
dejó la obra anterior y nos sumerge en la historia de un personaje y su posible
creador. Dejándonos a la imaginación la sensación de ser nada más que seres que
ejecutan una vida por mandatos y órdenes de alguien supremo. Una historia con
una atmósfera bastante sencilla, casi cotidiana, pero en contraste bastante ficticia,
incluso inverosímil.
La noche termina con Día de suerte escrita y dirigida por Francisco Cabrera y bajo la
producción de Los Asombrosos Sombreros. En esta oportunidad Claudio Calmet se
luce representando un aproximado de seis personajes, con un trabajo tan prolijo
y espontáneo que se disfruta de inicio a fin. Al lado de Sergio García – Blásquez
que, con su seriedad y rigurosidad le da el toque de cómplice a la trama. Una
entrada y salida al presente y pasado que se entiende y transita muy bien
gracias a la iluminación, la música y los cuerpos de los actores entregados al
juego, a la resolución y al riesgo. Todo lo que compete a la profesión del
actor, de la cual justamente, nos retratan un panorama.
Conny
Betzabé
17 de febrero de 2024
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