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lunes, 26 de febrero de 2024

Crítica: EL GRITO DE NARCISO


Triángulo de vanidad

Para todos los que, por innumerables razones, no podemos asistir a espectáculos teatrales estrenados en las diversas regiones de nuestro país, resulta  muy gratificante el poder verlos en alguna sala limeña. Tal fue el caso del estreno, en el Teatro Esencia de Barranco, de la pieza itinerante El grito de Narciso, escrito y dirigido por Lina Ninamango, bajo la producción de Serendipia Teatro, colectivo arequipeño. Se trata de un grupo escénico que busca proponer una fusión de técnicas vanguardistas para darles así vida a experiencias teatrales atípicas y con un sello característico. La mencionada puesta en escena es, sin duda, un muy auspicioso debut para esta agrupación, de trama sencilla pero de interesante ejecución sobre el escenario.

Basándose en el conocido mito de Narciso (personaje mitológico que queda prendado de su propia belleza frente al reflejo en el agua), Ninamango crea una interesante propuesta teatral, muy atinada en estos tiempos de empoderamiento femenino y lucha frontal contra el machismo, así como de ciertos escándalos mediáticos protagonizados por personajes narcisistas. Con cámara negra y dos pequeños asientos del mismo color, un hombre (Diego Pacheco) se debate entre el amor de dos mujeres (Nathalia Herrera y Pamela Corahua), ubicadas a cada lado del escenario; una, con blusa blanca y la otra, de color negro. Es durante sus interacciones físicas que podemos identificar mejor las personalidades de cada uno de los personajes, más que por los diálogos cargados de lirismo que recitan.

De trama sencilla y duración justa, Ninamango juega y despista al espectador desde el inicio: ¿son acaso ambas mujeres las caras de una misma moneda dentro de la febril mente de Narciso o realmente son personalidades independientes? Una emotiva conversación entre las dos deja en el espectador un final esperanzador y una pertinente reflexión. El grito de Narciso, más que una interesante puesta en escena minimalista e itinerante, es una prueba que se vienen gestando valiosas propuestas en nuestras regiones, como esta de Arequipa, y ojalá que podamos disfrutar de más de ellas en nuestros espacios teatrales. Lima no es el Perú.

Sergio Velarde

26 de febrero de 2024

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