Páginas

domingo, 22 de octubre de 2023

Crítica: CACHORRO ESTÁ PEDIDO


Angustias de adolescentes

El teatro peruano, en el presente año, no deja de sorprender con puestas en escena valientes, bien construidas y que establecen una visión propia de lo que un texto dramático puede expresar. En ese sentido, Cachorro está pedido no es la excepción. Bajo la dirección de Miguel Seminario, la obra logra plasmar la angustia, las carencias y necesidades de un grupo de adolescentes que tratan de encontrar un escape a la realidad que les ha tocado vivir.

Un inicio potente, que se vale de los símbolos para denotar la tensión con la que ya viven los personajes. Una estética cuidada, con una iluminación pensada para cada momento, realzando tanto el ambiente en el que se encuentran los personajes, como para marcar sus dilemas internos, los espacios concretos de lo intangible. Además, con actuaciones que logran sostener de manera destacable los momentos de mayor drama, y que nos llevan por ese viaje emocional que es el texto.

Son contados momentos en donde percibimos al actor buscando ciertas reacciones del público, o envuelto en un drama interno difícil de desentrañar. Por lo general, hay una entrega clara, donde se dan a la escena, permitiéndose estar en el ahora, y obsequiándonos ese equilibrio entre la vulnerabilidad y la vertiginosidad de las acciones. La comunicación que hay entre todos es innegable, y demuestra que los personajes se encuentran, que tienen esa camaradería que es vital en el montaje.

A medida que avanza la obra, los personajes crecen en sus deseos, pero también en sus dudas y complejidades. Ciertos aspectos de ritualidad se van dando a conocer, tanto en su relación con los objetos, como con su ideas. Es así como llegamos a uno de los gestos más resaltantes a mi parecer: la resignificación de los objetos, dotándolos de una carga emocional, de una historia, de una realidad que no nos puede ser ajena y que va más allá del valor simbólico que cada uno de los personajes le otorga, ya sea desde el aprecio, sea desde la propia vivencia.

Cachorro está pedido termina siendo un montaje sólido, completo, que no deja de lado elementos vitales en el teatro como el tratamiento de los objetos, de la luz, que dotan de capas simbólicas y de cuestionamientos a actuaciones destacables, cargadas de verdad y que expresan una realidad que puede ser nuestra. Faltaría, quizás, mayor rigurosidad al tratamiento de los símbolos. Se puede ir más allá, dotarlos de otros valores, sea desde lo estético, sea desde el texto. Soltar un poco lo explícito de los momentos más álgidos; dar ese toque de brillantez que, seguramente, la experiencia otorgará.

Omar Peralta

22 de octubre de 2023

No hay comentarios:

Publicar un comentario