La transformación de un clásico
Siempre es interesante ver obras que cimentan sus bases en grandes textos literarios; ver la forma en que se intenta retratar la realidad creada en el papel y lo desafiante que pueden ser ciertos pasajes de la ficción en el escenario. Todavía más grato es ver cómo estás propuestas son auténticas, pues traen consigo una lectura personal del texto literario, sin dejar de lado lo esencial. En ese sentido, Metamorfosis, montaje dirigido por Francisco Cabrera, plantea un estilo marcado, una visión única de este clásico de la literatura.
Con una instalación de dos pisos con luminarias y divisiones espaciales en el escenario, vemos una propuesta conceptual: un escenario que se transforma en escaparate o la sala de una galería de arte; y los actores, símbolos de esta pieza, donde las ideas que se expresan de ellos se vuelven más grandes que los personajes mismos. ¿Cuáles son estas ideas? Lo que resalta a nivel de significado es la abrumadora acción de la familia sobre Gregor Samsa y la falsedad que construyen para tapar la vergüenza de lo incomprensible.
Los actores Sebastian Stimman, Diego Lombardi, Vanessa Robbiano, Daniela Stornaiuolo y Edgard Arocena, entran en entereza a esta construcción estética, jugando con la corporalidad, la artificialidad y la carga dramática con la que ha sido tratado el texto. Algo sumamente destacable es la construcción corporal de Stimman, y parte de ella para expresar el dolor, la nostalgia, los miedos y las culpas de su personaje.
Una mención especial merece también la actuación de Robbiano, que no solo supo llevar el juego performativo que plantea la obra, supo agregar complejidad emocional, un crecimiento que iba de lo expositivo de este juego hacia lo íntimo; una mezcla del artificio y el tratamiento realista en la construcción de su personaje.
El montaje avanza de manera sostenida. A mi parecer, la obra está hecha para ser vista con detenimiento y toma el riesgo de perder el ritmo por momentos, pero no deja de ser impactante en las formas corporales y sus significados: las sonrisas falsas, los cuerpos en crisis, los bailes desenfrenados. Las intenciones son claras, dejan en evidencia cierta unilateralidad en el carácter de los personajes, y es a raíz de estas formas corporales que se da la complejidad. La música es sin duda un sello muy distintivo, pues aterriza la propuesta en un tiempo disonante con la cadencia con la que ha sido planteado el texto, una sensación de extrañeza, propia además de lo kafkiano.
Metamorfosis termina siendo un montaje sólido, destacable en su calidad profesional. Un experimento contemporáneo, que se vale de elementos performativos para crear una visión particular del clásico de Kafka. Cabrera se toma ciertas licencias creativas en relación al texto. No hay nada que reclamar, más bien, animar a los amantes de la literatura y el teatro a ver las diferencias, semejanzas, juicios y preguntas que pueden surgir a partir de este planteamiento.
Omar Peralta
26 de setiembre de 2023
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