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martes, 9 de mayo de 2023

Crítica: LO QUE NADIE SABE


¡Lo que tú te imaginas! (en las entrañas oscuras de tu ser)

En Lo que nadie sabe, puesta escrita y dirigida por Julio Prada, las interpretaciones cumplen con el objetivo de la obra. El inicio demora en arrancar, pero Keyla Ramírez, en el papel de la hija, poco a poco va creciendo en el escenario; la luz penetra su cuerpo y la sensualidad de sus movimientos, sutiles y sin exageraciones, vaticinan un largo repertorio dentro de la interpretación escénica. Los demás actores, poco a poco, se van sumando al ritmo que la hija propone; existen momentos muy bien logrados y lo que parecía una obra en proceso, termina siendo un gran logro para el dramaturgo/director y sus actores.

La configuración de la luz y la distribución en el espacio ayudan a la construcción de momentos. Existen pedazos de tiempo en los que las interpretaciones parecen perder fuerza, pero pequeños gestos o textos consiguen que la trama no se desarticule en algo efímero; y por el contrario, hurgue profundamente dentro de nuestras malas intenciones y de lo que podemos imaginar tras la exposición de acontecimientos insólitos, propicios e idóneos para juzgar.

La conexión entre las historias, y cómo se van articulando entre lo que dicen los personajes, es un elemento vivaz que incita el fuego del drama. El psicólogo (Manuel Chiock) es el que, sin llevar la acción dramática, termina dándole sentido a todo lo que sucede; sin embargo, existen muchas cosas que pueden venir a la cabeza tras observar esta relación. Por un lado, ¿es acaso el único psicólogo del pueblo?, ¿por qué los atiende a todos?, o quizá son solo parte de su cabeza.

No obstante, en el teatro, aunque muchos intenten encontrar explicaciones metodológicas y exactas ante lo que sucede, considero que el ser se dedica a sentir, a espectar lo que sucede y experimentar si es que son posibles algunas reflexiones. Tal vez no encuentre algo lógico para la ilación de las historias, porque lo que dijo al final el director era que el psicólogo, harto de todos sus pacientes, termina asistiendo a una terapia. Al final, somos seres humanos y cualquiera hasta un especialista en salud mental termina cargándose de todos los problemas que escucha.

Por otro lado, algunos espectadores llegaron a considerar que lo que había sucedido solo era parte de la imaginación del psicólogo. Porque sucede que los personajes se van mostrando y conectando desde lo que le cuentan a este, pero el espectador se pregunta: ¿Por qué todos los involucrados asisten al mismo terapeuta? Cuestiones de dramaturgia y de coherencia que deberían ser tomadas en cuenta, si es que se desea escuchar lo que dice el que observa. Un aspecto importante, mencionado por el dramaturgo, es que se aborda el lado humano de los personajes y es por ello que se muestra que hasta los profesionales de la salud mental necesitan alguien que cuide o gestione su salud mental.

En cuanto al contenido, todo fue muy lúcido, pese a trabajar aspectos oscuros del alma humana. Las historias invitan a reflexionar sobre la facilidad que tenemos para juzgar, desde nuestros prejuicios y nuestros complejos. La cultura, muchas veces, se torna una atmósfera desde la cual nuestros ojos vierten sus criterios y sin darnos cuenta señalamos, apuntamos con el dedo muchos comportamientos que también pueden estar enraizados en nosotros. Pero la doble moral y lo políticamente correcto absorben nuestra fachada y fingimos ser los más moralistas y pretendemos tener comportamientos adecuados, mientras por dentro algo nos reprime profundamente o nos hinca constantemente, como un sentido naturalista del instinto.

En referencia a las actuaciones, todas terminaron calando en los personajes y en la esencia de la historia. Una vez más resaltaré la interpretación de Ramírez, porque supo manejar su energía y su juego de roles, como ella lo llamaba; su presencia en el escenario fue creciendo y el dolor reflejado en los ojos se clavó en los nuestros y desarticuló nuestra interpretación y nuestros valores. Por su parte, Natalí Tomapasca, como la novia, refrescó mucho las interpretaciones de los varones, pues supo entrar en el momento adecuado y puso mucha chispa a la situación; una voz fuerte, una columna erguida y un carisma desbordante. En cuanto a Carlos Paredes (novio) y Andy Rodríguez (padrastro), estuvieron correctos,por momentos había atisbos de un proceso aún no muy definido en sus acciones, en su manejo del texto y en las emociones; sin embargo, supieron cumplir con las necesidades de sus personajes. Finalmente, Chiock fue sutil, bien manejado, con buena ejecución del texto y junto a Ramírez fueron los que le pusieron un toque excepcional a la obra.

Todos ven desde sus ojos y seguramente habrá muchas interpretaciones, pero aprendí a mirar el otro lado de la moneda, lo que nadie sabe o lo que tú te imaginas (en las entrañas oscuras de tu ser). Es importante entrever las fisuras del comportamiento humano; ahí, donde nadie se atreve a meterse, solo se atreven a señalar y sentenciar. Es necesario que el cuerpo se choque con este tipo de puestas, para darnos cuenta qué tan congruentes somos con lo que decimos y hacemos.

Saludo a la salud mental, para fomentar una buena relación dentro de nuestro entorno; ya sea la familia, los amigos o nuestro ámbito laboral. Todas las personas alguna vez en su vida se han equivocado, pero hay que saber reconocer el límite y también, no dormirnos en nuestra aparente santidad.

Moisés Aurazo

9 de mayo de 2023

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