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miércoles, 5 de octubre de 2022

Crítica: AQUELLOS DOS


Tiernas masculinidades

Alejandro Clavier es un artista multidisciplinario comprometido con sus ideales y además, coherente en su producción teatral. En San Bartolo (2018), al lado de Claudia Tangoa, denunció los abusos perpetrados por el Sodalicio; y en Electra (2019), adaptó la clásica tragedia a la difícil realidad venezolana. En ambos montajes, la contundencia de las propuestas vino acompañada por un cuidado aspecto estético. Su último estreno, Aquellos dos, que todavía podemos disfrutar en el Teatro La Plaza, mantiene los mismos estándares de calidad, a través de una sencilla historia, pero con una muy pertinente reflexión, mostrada de una manera cuidada e ingeniosa.

Basada en el cuento del mismo nombre del brasileño Caio Fernández Abreu y con dramaturgia de la Cia. Luna Lunera, grupo de teatro de Belo Horizonte, la puesta en escena se centra en la relación de dos oficinistas limeños de los años ochenta y la estrecha amistad que nace entre ellos. A pesar de la rutina diaria y de sus dolorosos pasados, ambos comparten “sospechosamente” demasiado tiempo juntos, entre canciones, música y películas de antaño; es entonces que el resto de empleados se queja por la incomodidad que le provoca esta “atípica” amistad dentro del ambiente laboral. Clavier consigue no solo crear una verdadera atmósfera de agitada burocracia vintage en el escenario, sino que además le confiere humanidad y ternura a este par de amigos que simplemente disfruta uno de la compañía del otro.

La propuesta original de la pieza, con los dos personajes principales siendo representados por cuatro actores, funciona para conseguir dinamismo y fluidez, aportando cada uno de los sólidos intérpretes su propia energía característica. En ese sentido, Marcello Rivera, Sebastián Rubio, Renato Bonifaz y Fernando Castro se complementan muy bien entre ellos, con mesura y contención, componiendo algunas secuencias estéticamente impactantes. Una oportuna reflexión acerca de lo absurdo de la discriminación, el conservadurismo y la censura, tan atemporales, es la que nos propone con brillo, nuevamente, Clavier. Aquellos dos es un sobrio, valiente y magnífico espectáculo, en favor de la empatía, el amor y el respeto hacia los demás.

Sergio Velarde

5 de setiembre de 2022

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