Chabuca Granda: más allá de una historia de canción
La segunda mitad del año se viene con muchos estrenos presenciales, los cuales han estado esperando realizarse desde inicios de la pandemia. Muchos productos escénicos, los cuales fueron pensados para el 2020, han podido finalmente estrenarse este año, para fortuna de quienes extrañamos el teatro como espacio de encuentro. Uno de estos proyectos, que se viene concretando como un díptico escénico, tiene como figura central a nuestra gran compositora y cantante Chabuca Granda. El origen se da por iniciativa de Igor Olsen, quien convoca en 2019 a diez dramaturgos y se crearon así diez microobras con una premisa creativa: el título de una de las canciones de Chabuca; cinco de ellas se presentaron en el Julieta en la temporada Por Chabuca, relatos breves de canción; y las otras cinco se pueden ver desde el 25 de agosto en Por Chabuca 2, en el teatro del Centro Cultural Ricardo Palma.
La temporada, como ya se mencionó, estaba inicialmente pensada
para ser estrenada en 2020; sin embargo, la espera para ver estas obras
finalmente en escena ha valido la pena. El propósito de este proyecto era
conmemorar el natalicio de la famosa cantautora, usando su legado artístico
como estímulo creativo de algunos de los dramaturgos más representativos del
medio local. El poder extrapolar el mundo musical de Chabuca Granda a historias
vivas aquí y ahora constituye una propuesta única, ya que era un doble gozo el
poder conocer más de Chabuca, a la vez de imaginar situaciones no antes vistas
a partir de la canción.
Es interesante cómo esta
propuesta constituye un viaje entre Chabuca, sus canciones y la transformación
sensible que puede haber a partir del título de estas. No
estamos hablando de obras que cuenten la historia de la canción. Ha dependido de cada dramaturgo hasta qué punto se
conecta el nombre de la canción, el imaginario de Chabuca y una historia
transversal. En ese sentido, las posibilidades de
conexión son interminables. Una vez que termina la primera obra, entiendes que
cada historia es un juego-acertijo para descubrir el mundo de que la compone.
La dinámica de la propuesta hace que el
espectador se vuelva un participante activo en pensar sobre cómo el autor tomó
el nombre de la canción para crear. Un elemento en común de todas las obras fue
el código efímero que albergaba las historias. Cada microobra logró crear un mundo específico de calidad, de tal manera
que, con solo presenciar la obra corta, nos podíamos imaginar perfectamente el
mundo de cada personaje, el antes y el después que podrían haber ocurrido a
partir de la escena. Se logró construir un mundo único
para cada historia, logrando envolver al espectador en una experiencia
estimulante de principio a fin. Cabe agregar que el orden de las obras fue
precisamente elegido, ya que el ritmo de cada historia contribuía a que el pase
de una escena a otra sea más fluida, sin que se pierda el enganche creado con
los espectadores.
Desde la construcción del
personaje, se observó un trabajo de calidad por parte del elenco en general. Sin embargo, hubo unas evidencias de desconcentración en algunos
textos. Si bien eran confusiones mínimas, también era notorio que los actores
en cuestión se desconectaban del personaje cuando eso sucedía. Esto ocasionaba,
solamente en algunos momentos, que la escena pierda el ritmo parcialmente. Sin
embargo, una vez que la escena seguía, la concentración y el ritmo se
reestablecían.
Esta obra fue una forma diferente de
acercarnos a Chabuca Granda. Ya no solo sus canciones son un puente hacia su
legado artístico, sino que ahora tenemos una serie de microobras que, en
esencia, contienen a la artista de manera tangencial. Es así como Por
Chabuca 2 es una oportunidad para conocer un poco más de la grandeza de
Chabuca Granda, no solamente en cuanto a trayectoria, sino como estímulo para
recorrer mundos dramáticos distintos, vivos y vigentes.
Stefany Olivos
7 de setiembre de 2022
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