Junio es un mes ciertamente especial. No solamente celebramos en su tercer domingo a todos aquellos varones que decidieron guiar con responsabilidad y amor a sus hijos, sino que en el día 28 se reafirma a nivel mundial aquel sentimiento de orgullo sobre las varias identidades y orientaciones sexuales y de género, marginadas y reprimidas a lo largo de los años. Estas celebraciones realizadas a los (verdaderos) padres de familia y a todas aquellas personas LGTB+ que urgen de ser escuchadas, para que se visibilicen ellas mismas y sus reclamos en la sociedad, parecieran no tener muchos puntos en común. Sin embargo, la puesta en escena de Oh, Father!, escrita y dirigida por Daniel Fernández, se las arregla para acomodar ambas en un conmovedor y muy necesario unipersonal.
La propuesta de Fernández inicia con una interesante secuencia metateatral: el actor Carlos Casella aparece como tal en el escenario de la Sala Tovar de Miraflores y se presenta ante el público; luego de hacer una breve pero muy acertada llamada de atención hacia nuestra todavía pacata e intolerante sociedad, nos informa que le dará vida a un dramaturgo y director homosexual en pleno proceso creativo y que además, no ha terminado de cerrar las heridas psicológicas con su padre, uno machista y distante, ya fallecido. Los recuerdos, las dudas y las preguntas sin respuesta de un hijo con su padre afloran de manera fluida y convincente, en medio de canciones y bailes que no lucen forzados en lo absoluto, desnudando todo el daño que puede acarrear aquella “educación” tradicional en casa y los estereotipos de masculinidad a los que se ven sometidos los hijos varones para adaptarse a la “normalidad” impuesta por la sociedad.
Dividido el escenario en tres espacios bien delimitados (el escritorio del dramaturgo, el baúl de los recuerdos y la camilla de hospital con el padre envuelto en vendas), la ejecución escénica de Casella resulta impecable; es preciso en sus cambios de personalidad, diestro en sus números musicales y especialmente conmovedor durante sus enfrentamientos con aquel padre ausente, pero que ha dejado marcas tan difíciles de borrar. Ganadora del tercer lugar del Concurso de Dramaturgia LGBTIQ+ del Festival Internacional de Artes Escénicas por la Diversidad – FIAED, Oh, Father!, producida por Ángelo Condemarín y La Teatrera, se convierte no solo en un sólido y muy recomendable unipersonal, sino que su estreno resulta particularmente atinado en este mes de junio, en el que la lucha por los justos derechos de la comunidad LGTBIQ+ debe hacerse más que evidente dentro del ámbito familiar, para así cambiar los círculos viciosos de aquellos padres, acaso la mayoría esmerados pero equivocados, que viven atrapados en un doloroso concepto de masculinidad mal entendida.
Sergio Velarde
23 de junio de 2022
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