Rayuela Teatral
Ver el montaje Sofia de Arnold Canelo me hace reflexionar dos cosas relacionadas a
la coyuntura post pandémica: en primer lugar, la vigencia del teatro virtual
que muchos auguraban su decadencia a medida que se reabrían los escenarios. En
mi opinión, creo que lo virtual quedará como una herramienta adicional en los
trabajos escénicos, aunque coincido con muchos colegas que esta vigencia será
con códigos que tienen que ver más con lo audiovisual y más cercano al lenguaje
cinematográfico. Por otro lado, cuánta falta hace un teatro que aborde
temáticas más ligadas a la cotidianeidad. El trabajo del director fue original
en abordar de manera estéticamente sucinta los daños psicológicos que ha dejado
en la sociedad la pandemia.
La razón por la cual titulé Rayuela a esta crítica fue porque al
igual que la obra de Julio Cortázar, en Sofia
el orden de las escenas está alterada, pero con mucho sentido. El autor de Rayuela recomienda un orden para leerlo,
pero la obra fue tan bien escrita que el orden diverso solo hace que la
historia sea muy original. En ese sentido, Sofía
me hizo recordar a este libro. El montaje nos invita a conocer las diferentes
emociones del protagonista, Javier Montenegro, en varios momentos de la
pandemia durante 2020 y 2021. Paradójicamente, el personaje es un psicólogo
cuya transformación es real y desgarradora. El actor Jonathan Nolasco encarnó
de una forma muy humana la condición de pérdida de la conciencia y el sentido
común por el encierro. El personaje llega a enamorase de su almohada y lejos de
que esto dé gracia, generaba congoja muy realista durante la hora que duró la
función. La escena donde se queja con mucha ira, creíble por la falta de empatía
de la humanidad frente al COVID, fue esclarecedora.
Creo que muchas veces el teatro trata de
alejarnos de la realidad y es legítimo, pero montajes como Sofía, donde lo importante no solo es hablar de la realidad sino
mostrarla estéticamente de una forma original, son también proyectos escénicos
destacables. Hacia el final de la obra, el actor hizo una recomendación a los
asistentes sobre la importancia de ir a centros de manejo mental y emitió un aviso
específico para Ciudad de México: el Hospital Psiquiátrico de Tlalpan. Esto
último me hizo reflexionar sobre el hecho que, en el caso de Lima, y tal vez
del Perú, las oportunidades donde tratar los problemas relacionados a la salud
mental son mucho más limitadas desde lo público y solo queda ir a la atención
privada. Más montajes así, por favor.
Enrique Pacheco
4 de abril de 2022
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