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lunes, 28 de junio de 2021

Colaboración regional: MAMA ANGÉLICA


Siempre de pie, teatrista

El teatro, hoy, se nos muestra como una línea de tiempo que transcurre en un letargo de deseos de salidas itinerantes, de intentos de aciertos o de reinventos, de uniones digitales de convenciones nuevas que antes coexistían solo como una opción, solo una línea. Ahora son la base, son la adaptación para poder seguir creando, para poder seguir caminado, caminamos en un mundo de reinvención y más reinvención, nada más que eso, ¿y dónde está la horizontalidad?, donde está el paso del tiempo compartido entre el hombre que se destila en su técnica, en su arte, en su puesta; ya no tenemos ese suelo, ese espacio.

Ahora somos pantallas indiscutiblemente frías, más frías que aquella butaca que aguarda a su público de aplausos de observación, de rizas, de emociones, de fascinación. El teatro sigue su curso para los tercos, para los curtidos. Para los que creemos que el teatro dinámico es vivencial, de tú y yo, de emociones y experiencias, se sigue laborando del recuerdo, de la emotividad, del trabajo consecuente, de compromiso latente. Esta experiencia trascendental nos volverá a ver el teatro con otros ojos, con otros sueños, con otras miradas de amor a lo que hacemos.

Es importante ver que las influencias de trabajos escénicos virtuales nos acompañará por mucho más tiempo o por siempre, por los que vivimos del día a día, siempre con nosotros sea la resistencia sólida y vigilante, es una forma de escribir con tesón las páginas de estos tiempos difíciles. Vamos siendo los virtuales intentando ser más humanos y más presentes, la virtualidad no se ira, la virtualidad siempre estará con nosotros, pero habremos pocos que digamos “quiero que estés con nosotros para estrecharte las manos y darte un abrazo después de una función, de luces de cortinas, de vida entre nosotros”.

Vamos con fe y confianza hacia nuestro producto escénico que verá la luz este octubre, entre la luz de la digitalización virtual y la pandemia. Vamos con esperanza de soñar y reflexionar, la emoción nos quebrará posiblemente y tal vez nos confundamos en esos momentos entre nuestros vestuarios andinos y aromas de Ayacucho.

Ya verá la luz Mama Angélica, con sus historias y con sus recuerdos, nos conocerá como el niño que empieza a sonreír con todo el amor, que caminará en este mundo escénico, vamos con esperanza, porque el teatro será el reflejo de nuestra memoria, de nuestra historia y de nuestra esperanza…

Edgar Palomino

Ayacucho, 28 de junio de 2021

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