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martes, 25 de mayo de 2021

Crítica: LA CISURA DE SILVIO


Tiempos oscuros

Durante estos tiempos de pandemia, el género de las lecturas dramatizadas ha cobrado una relevancia antes no vista. Ese momento teatral previo a un estreno, ahora es un espectáculo, y La cisura de Silvio es un ejemplo de que no defrauda en lo absoluto. El ejercicio de imaginar los ambientes, la utilería o la vestimenta del montaje es una rutina que la lectura dramatizada nos conmina a hacer, pero al mismo tiempo es interesante y en este caso agradable. El montaje aborda las memorias de un joven, Rodolfo (Emanuel Soriano), y sus recuerdos confusos de su infancia en los años ochenta en una familia de clase media.

El dramaturgo Víctor Falcón tiene un estilo de narración que me encanta: el teatro memoria. A partir de hechos aislados y contextualizados en un tiempo convulso, genera personajes con características psicológicas únicas. Como cuando se estrenó la obra La eternidad en sus ojos de Eduardo Adrianzén, en donde todo giraba alrededor de los recuerdos de un joven en la búsqueda de su identidad. En el caso de la obra de Falcón, la acción dramática se centró en el personaje de la abuela (Sonia Seminario), muy bien interpretado. El nombre del montaje hace alusión figurativa a una enfermedad degenerativa que va convirtiendo a este personaje en un ser con raciocino diáfano y en búsqueda de una inexistente Felisa. Pero al mismo tiempo, Sonia puso un gran empeño en darle un sentido del humor pícaro y particular. El monólogo de la abuela hacia el final del montaje fue profundamente conmovedor e introspectivo. Otro aspecto estético de resaltar fueron los cambios temporales entre los diálogos de los personajes, pues un momento estaban en una escena y en otra, ya estaban en otra situación al día siguiente. Este detalle, lejos de confundir, hacen más intenso lo visto.

El personaje de Rodolfo y el de su madre (Ximena Arroyo) fueron tan bien trabajados, que las intenciones fueron muy claras y concisas. Pienso que el personaje de la empleada (Yasmin Loayza) pudo tener una mayor más presencia en la obra. En resumen, a falta de los elementos clásicos de un montaje, lo que debe resaltar en una lectura dramatizada es la voz y las intenciones de los actores, lo cual se consiguió.

Finalmente, quiero felicitar a los creadores de La cisura de Silvio por elegir esta pieza tan conmovedora del teatro peruano. Contextualizada en un ambiente político y económico altamente complejo (en algo parecido a lo actual), pero que aborda justamente las complejidades de la mente humana, la compasión de la existencia y la importancia del afecto hacia los adultos mayores. Felicidades.

Enrique Pacheco

25 de mayo de 2021

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