Tiempos oscuros
Durante estos tiempos de pandemia, el
género de las lecturas dramatizadas ha cobrado una relevancia antes no vista. Ese
momento teatral previo a un estreno, ahora es un espectáculo, y La cisura de Silvio es un ejemplo de que
no defrauda en lo absoluto. El ejercicio de imaginar los ambientes, la utilería
o la vestimenta del montaje es una rutina que la lectura dramatizada nos
conmina a hacer, pero al mismo tiempo es interesante y en este caso agradable.
El montaje aborda las memorias de un joven, Rodolfo (Emanuel Soriano), y sus
recuerdos confusos de su infancia en los años ochenta en una familia de clase
media.
El dramaturgo Víctor Falcón tiene un estilo
de narración que me encanta: el teatro memoria. A partir de hechos aislados y
contextualizados en un tiempo convulso, genera personajes con características
psicológicas únicas. Como cuando se estrenó la obra La eternidad en sus ojos de Eduardo Adrianzén, en donde todo giraba
alrededor de los recuerdos de un joven en la búsqueda de su identidad. En el
caso de la obra de Falcón, la acción dramática se centró en el personaje de la
abuela (Sonia Seminario), muy bien interpretado. El nombre del montaje hace
alusión figurativa a una enfermedad degenerativa que va convirtiendo a este
personaje en un ser con raciocino diáfano y en búsqueda de una inexistente
Felisa. Pero al mismo tiempo, Sonia puso un gran empeño en darle un sentido del
humor pícaro y particular. El monólogo de la abuela hacia el final del montaje
fue profundamente conmovedor e introspectivo. Otro aspecto estético de resaltar
fueron los cambios temporales entre los diálogos de los personajes, pues un
momento estaban en una escena y en otra, ya estaban en otra situación al día
siguiente. Este detalle, lejos de confundir, hacen más intenso lo visto.
El personaje de Rodolfo y el de su madre
(Ximena Arroyo) fueron tan bien trabajados, que las intenciones fueron muy
claras y concisas. Pienso que el personaje de la empleada (Yasmin Loayza) pudo tener
una mayor más presencia en la obra. En resumen, a falta de los elementos
clásicos de un montaje, lo que debe resaltar en una lectura dramatizada es la
voz y las intenciones de los actores, lo cual se consiguió.
Finalmente, quiero felicitar a los
creadores de La cisura de Silvio por
elegir esta pieza tan conmovedora del teatro peruano. Contextualizada en un
ambiente político y económico altamente complejo (en algo parecido a lo
actual), pero que aborda justamente las complejidades de la mente humana, la
compasión de la existencia y la importancia del afecto hacia los adultos
mayores. Felicidades.
Enrique Pacheco
25 de mayo de 2021
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