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lunes, 8 de febrero de 2021

Crítica: ASTILLAS y CHARLOTTE SOBRE ÓLEO


La vigencia de los clásicos

Sin duda, este año la virtualidad continuará albergando las diversas propuestas audiovisuales que ya conocimos debido a la pandemia. Así, TraSpunte Laboratorio teatral, colectivo que nació en medio de la crisis que atraviesa el sector cultural, presentó el pasado enero Astillas y Charlotte sobre óleo, dos obras en versión libre llevadas a cabo por jóvenes actores y directores.

Exhibidas a través de la plataforma de Joinnus, ambas obras rescatan dos clásicos cuya narrativa sigue vigente a pesar del paso tiempo. La primera, Charlotte sobre óleo, basada en los primeros capítulos de El retrato de Dorian Gray de Oscar Wilde, fue dirigida por Jhonatan Cordova e interpretada por Fernanda Sánchez, Paula de Cárdenas y José Reyes, quienes nos contaron la historia de Josué, un pintor que busca culminar una importante pieza: el retrato de Charlotte, modelo a quien él ama en silencio. Mientras el artista espera a su musa para seguir con el retrato, sostiene una conversación sobre el arte y la filosofía con Mayra, su mejor amiga, una misteriosa mujer que termina por conquistar a Charlotte con su buena conversación sobre la vida, la belleza y la moral. Respecto a las interpretaciones, los actores tuvieron la rigurosa tarea de llevar al público a través de este breve viaje filosófico/reflexivo, logrando sostener con suma honestidad y naturalidad a sus personajes. De otro lado, la decisión de crear una atmósfera visual cotidiana, en formato de videollamada, utilizando los cuadros artísticos y las salas, en el caso de las actrices, fue óptima, pues la relevancia de la propuesta recaía en la propia historia, que nos recuerda lo efímero de la juventud y belleza, comparado a inagotable que puede ser el amor.

Por su parte, Astillas, dirigida por Mafen Carrión, se basó en la celebrada obra de Tennessee Williams El zoológico de cristal y contó con las actuaciones de Cristina León Barandiarán, Bruno Espejo, Vanessa Demichelli y Jaime Cruz. La historia nos relata los conflictos de una familia de clase media, comandada por la madre, quien frena el sueño de su hijo Tomás de hacer una carrera en el extranjero, haciendo que él se ocupe de la familia y busque un pretendiente para su hermana Laura, quien tiene una discapacidad intelectual que la ha vuelto insegura y ha provocado que se dedique a cuidar de las figuras de cristal que colecciona. Cabe resaltar las contundentes interpretaciones del elenco, quienes delimitaron claramente a sus personajes y nos llevaron a momentos conmovedores, como la decepción amorosa de Laura o el intento de Tomás por retomar la comunicación con su hermana. De la misma forma, los ambientes cotidianos primaron y se utilizaron los espacios de los actores, que permitieron que como espectadores nos centremos en la esencia de lo que nos estaban contando.  

Vale destacar el esfuerzo del colectivo TraSpunte, que en tiempos sumamente difíciles, ha surgido como parte de la resistencia y difusión del trabajo de nuevos valores del teatro, que a pesar de no contar con un escenario físico, se adapta y sigue adelante.

Maria Cristina Mory Cárdenas

8 de febrero de 2021

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