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miércoles, 12 de agosto de 2020

Crítica: PEQUEÑAS DOSIS

No todo es videollamadas

Estrenada el año pasado en la íntima Casa Winaray, con la producción de Sala de Ensayo Teatro, la puesta en escena de Pequeñas dosis, escrita por la dramaturga uruguaya nacionalizada argentina Adriana Genta, fue una intensa antología de obras cortas que auscultaba a su particular manera el alma humana, a través de tres historias independientes entre sí en las que siempre dos personajes se enfrentaban, cara a cara, a problemáticas quizás no tan convencionales, pero que escondían las profundas diferencias, heridas y frustraciones que siempre cargan los seres humanos. Con un efectivo elenco, el director Martín Medina (quien también asumió uno de los personajes) consiguió un discreto pero completo y disfrutable espectáculo. Ahora, en plena crisis sanitaria, Medina propuso un reestreno virtual de la obra, pero esta vez solo como director y con sus tres actores responsables de asumir un doble papel cada uno, para interpretar los mismos dramas desde sus respectivos hogares. La empresa fue sorprendentemente creíble, sin volcar su propuesta por entero al streamimg y que merecería, por supuesto, una reposición.

Como ya es sabido, la finada Genta escribió inicialmente siete obras cortas, para ser representadas por estudiantes de actuación como ejercicios escénicos. Sin embargo, la riqueza de los mencionados textos sirvió para que su producción dramatúrgica alcanzara nuevos vuelos. Medina eligió para su espectáculo solo tres de sus historias para representar: en Visita, una mujer debe revelar un terrible secreto a su esposo preso; en Clavo, la visita de una entusiasta jovencita pone en aprietos al dueño de una ferretería; y en Coma, amante y hermana de un hombre en estado de coma tienen un incómodo cruce de palabras. La aparente sencillez de los textos fue muy bien aprovechada por los actores Daniel Suárez Lezama, Milagros Guevara y Emily Yacarini, quienes lucieron emotivos y convincentes en cada rol que les tocó interpretar en la virtualidad, a pesar de la distancia física que separaba a cada uno del resto.

El pase del teatro presencial al virtual fue acaso la principal fortaleza de esta reposición en línea de Pequeñas dosis. Medina optó sabiamente por olvidarse de adaptar las tres conversaciones a videollamadas, para presentarlas con cámara subjetiva y entrar en la convención de que cada pareja de personajes compartía el mismo espacio escénico y que se dirigían frente a frente. Con mucha precisión y efectividad, Suárez, Guevara y Yacarini lograron hacer creíble la propuesta de Medina, sin descuidar la riqueza de sus personajes en el escaso tiempo que disponían para desarrollarlos. Esta Pequeñas dosis en línea no solo confirma que pueden obtenerse valiosas puestas a partir de textos escritos para estudiantes de actuación; comprueba además, que no es necesaria la adaptación de ninguna pieza dramática al contexto de aislamiento en el que vivimos. Con ingenio, dedicación y trabajo pueden conseguirse sentidas apuestas escénicas virtuales sin necesidad de recurrir a las recurrentes videollamadas.

Sergio Velarde

12 de agosto de 2020

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