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viernes, 28 de agosto de 2020

Crítica: ENTER, EL DESAFÍO FINAL


Nuestro niño interior

Una de las no pocas ventajas de esta virtualidad actual, que parece que llegó para quedarse por buen tiempo, es la inmejorable posibilidad de acercarnos, desde nuestros hogares, al trabajo interpretativo que se viene realizando en otras latitudes. Las colaboraciones entre creadores escénicos de varios países ya se estrenaron o se encuentran en marcha, y nuestros espectáculos virtuales vienen agregando en sus notas de prensa los diferentes horarios de emisión, para poder así ser apreciados en cualquier rincón del mundo. Y además, la oportunidad de ver espectáculos internacionales también está presente. Una de estas gratísimas sorpresas de hace algunas semanas fue la temporada de Consorcio, espectáculo argentino del colectivo SPI: Salas PanInmersivas. Sin embargo, las propuestas familiares también forman parte del repertorio de esta agrupación, dedicada a explorar las posibilidades virtuales dentro del formato teatral. Enter, el desafío final es el nombre de esta última apuesta y que tiene como resultado una hora de juego, diversión y emoción concentrada.

Se encienden cuatro ventanas en la pantalla y desde allí podemos ver a un cuarteto de personas adultas que se preparan para vivir juntos una aventura, pero comportándose como niños. Es justamente ahí, en el arranque del espectáculo, en el que el espectador debe tomar una decisión: ¿acaso son actores mayores de edad que pretenden convencernos que son niños?, ¿son adultos que han perdido la cordura debido al encierro y en su delirio se disponen a vivir una aventura virtual?, ¿debemos asumir la convención que son verdaderamente niños los que vemos en pantalla? A pesar de ser un detalle aparentemente importante, pues no parece serlo para los responsables de Enter, El desafío final, con dramaturgia producto de una creación colectiva del elenco y de su directora Flor Patiño. La sencilla historia, que involucra a una amenaza latente en la vida de estos simpáticos personajes que dejan salir su respectivo niño interior, le permite al elenco conseguir un desopilante despliegue de energía y creatividad.

A destacar la estética visual del espectáculo, desde la ambientación de cada una de las cuatro locaciones hasta la propuesta de maquillaje y vestuario, que no pretende esconder su recargada aparatosidad y sencilla funcionalidad. Excelente trabajo coral de Flor Orce, Constanza Scotto, Santiago Legón y Tomás Carreño, quienes componen personajes redondos y con una complicidad que traspasa la pantalla, aprovechando los recursos que tienen a la mano. Así como en Consorcio, el público también tiene la chance de participar con su voto en una importante decisión dentro de la historia. A destacar además el lenguaje inclusivo que los personajes no temen utilizar y un par de ingeniosas críticas metafóricas hacia nuestra actual sociedad (uno de los personajes alcanzará la libertad al salir del closet en donde se encuentra escondido, por ejemplo). Lúdica, enérgica, inteligente e hilarante, Enter, El desafío final es una valiente apuesta virtual de nuestro hermano país sudamericano, que juega a ganador con todos los elementos que cuenta y que nos permite como adultos deleitarnos con nuestro niño interior desde la actual virtualidad.

Sergio Velarde

28 de agosto de 2020

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