Una obra que nos invita a reflexionar
Regresa a nuestro país un clásico de la
literatura argentina, El Aleph, una
obra basada en el famoso cuento del escritor Jorge Luis Borges y que es llevada
a los escenarios por medio de la Compañía Teatral La Cuarta Pared (Argentina).
Cuenta con la participación de los actores argentinos Horacio Rafart y
Guillermo Ale, bajo la dirección de Nicolás Masciotro, también argentino.
La puesta en escena inicia con una música
instrumental logrando la atención casi inmediata por parte del público. Con un
escenario dividido por una silla y una alfombra, dan a notar dos espacios, donde
nos contarán dos historias simultáneas: la primera, el encuentro entre Jorge
Luis Borges (Ale) y Carlos Argentino Danieri (Rafart) en casa del segundo, a
donde Borges acudía todos los 30 de abril buscando el recuerdo de la mujer que
amaba (Beatriz Viterbo), la misma que falleció después de una agonía; la
segunda, la historia de dos amigos que se encuentran en un bar donde uno de
ellos llega a despedirse, después de descubrir que está enfermo y que pronto
morirá.
Fue muy divertido y conmovedor ver en la
primera historia a un Danieri un poco elocuente y eléctrico, con la extravagancia
y locura que caracteriza a su personaje, quien en su afán por evitar que
derrumben su casa, le revela a Borges su secreto, “El Aleph”, dando a entender
que es algo mágico (tal vez un objeto, quizá una circunferencia) que se
encuentra en un lugar, escondido en la escalera que lleva a un sótano de la
casa de su niñez, desde donde se puede ver todos los puntos del universo desde
distintos ángulos. En esta historia se ve reflejada la incapacidad de los seres
humanos para enfrentar la realidad de la eternidad, aferrándonos a la memoria
de un ser amado que ya no está entre nosotros, buscando similitudes físicas o
gestuales en su hermano, para así mantener ese recuerdo vivo, luchando contra
el tiempo, que según Borges ha sido cruel con él y por lo tanto, es el único culpable
y es el que más lo asfixia.
Por otro lado, en la segunda historia vemos
el juego de dos amigos en un bar, quienes hacen un estudio crítico del papel
del Cristianismo en la concepción del hombre contemporáneo, además de calificar
al amor como una estafa, asegurando que todas las personas mentimos; pero a la
vez nos hacen reflexionar sobre lo corta que es la vida y que en muchas
ocasiones, los seres humanos somos los causantes de nuestras propias
enfermedades y la desperdiciamos; nos molestamos por cualquier tontería, sin
imaginar que tenemos pocos momentos para disfrutarla como si fuera el último
día de existencia y decidimos hacer cosas que nunca hicimos; aferrarnos a ella cuando
estamos al borde la muerte, siendo el olvido el único recuerdo que nos quedará
de esos seres a los que añoramos ver cuando ya no están.
Los temas musicales dentro de esta puesta
en escena fueron muy bien elegidos, especialmente al cerrar la función, que
termina con una hermosa canción “Palabras para Julia”; salvo en algún momento
de la obra cuando oímos un tango, que si bien es cierto es interesante escucharlo,
el sonido elevado hizo que algunas personas del público se tapasen los oídos
por lo potente que sonaba, logrando que se pierdan las voces de la conversación
que mantenían los dos actores argentinos en ese momento.
El
Aleph consiste en dos historias con mucho contenido
dramático y nos presenta diferentes interpretaciones; por otro lado, nos pone en
escena el duelo, el amor secreto, el paso de la vida que transcurre
insensiblemente llevándonos a reflexionar sobre la lucha interna del hombre
ante el tiempo y el olvido, con esta dupla de actores argentinos, quienes se
meten en los personajes del cuento; sin embargo, Rafart destacó más en la
segunda historia y Ale, en la primera.
A pedido del público se extenderá temporada
en el Centro Cultural Ricardo Palma.
Milagros Guevara
27 de febrero de 2020
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