“Estoy en la
obligación de concientizar sobre la diversidad”
Una de las puestas en escena para niños más curiosa del año
pasado fue Los hombres lobo viven en mi clóset, escrita por el dramaturgo
mexicano Oz Jiménez y dirigida por el joven artista Rod Díaz Sánchez, en la que
se exploraban la necesidad de expresar el amor, así como el valor de la
diversidad y el respeto mutuo. Justamente, Rod ganó el premio del público
Oficio Crítico 2019 por su destacada labor como director. “Nadie en mi familia
se dedica al arte”, comenta. “De niño, durante los veranos llevaba varios talleres;
en el MALI descubrí el de Teatro y me dije que esto me gustaría hacer en la
vida”. Sus maestros, en aquel entonces, fueron los destacados Ramón García y el
finado Herman Herman. “Luego lo dejé por la universidad (estudiaba Turismo),
pero en la parroquia cerca a mi casa en el Rímac siempre hacíamos teatro”.
Inicios en el Arte
Rod ingresó al grupo de teatro de la Municipalidad del
Rímac, en ese entonces, a cargo del profesor Alvaro Curotto. Eran cuarenta chicos
los que participaron, y un día les dijo que solo quería trabajar con seis para
una obra de teatro. “Y me eligió”, recuerda. “Además, nos hicimos amigos y me
preguntó que por qué no te dedicas a la actuación, y yo pensaba que era muy
caro, porque pensaba que solo se podía estudiar en la Católica y era muy caro”.
Es entonces que decide postular a la ENSAD (Escuela Nacional Superior de Arte
Dramático), que por aquellas épocas quedaba precisamente en el Rímac, en la
Quinta Presa. “Así que postulé, ingresé y luego les dije a mis papás que
dejaría la universidad para estudiar teatro y ser actor (ríe)”. Casualmente, su
examen de admisión consistió en una escena en la que participó junto a Yasmín
Londoño, a quien recordamos de Tus amigos nunca te harían daño (2014) en la
ENSAD. “Se convirtió en mi mejor amiga hasta el día de hoy”.
Para Rod, su referente más importante en la ENSAD será la
profesora Guadalupe Vivanco, quien dirigiera Super Popper (2011). “La tuve
desde el tercer ciclo y mi última obra en la ENSAD como alumno fue con ella”,
recuerda agradecido. “Ella fue la que me abrió los ojos sobre la actuación, la preparación
del actor, la construcción del personaje, del montaje en sí, la importancia de la
obra; hasta ahora si hay chance de conversar con ella, lo hago ya que aprendo
mucho de ella”. Años después, Rod tuvo la chance de regresar a la Escuela y
ayudar a Vivanco como asistente de dirección, labor que se convirtió en su
actual interés; la obra en cuestión fue 10010: La Esperanza (2017) de Ernesto
Ráez, con alumnos del octavo ciclo. “Otro profesor referente para mí es Daniel
Dillon, él es muy metódico, nos enseñó que es importante lo que ocurre en el
momento, de dónde viene el personaje; y también, Sergio Arrau fue muy
importante”.
La Escuela desde dentro
“Yo he conocido la ENSAD cuando no era nada, en la Quinta Presa,
en donde estábamos arrimados en un espacio que no era el adecuado para el
desarrollo teatral y he visto cómo ha evolucionado”, afirma convencido Rod.
Sobre su exdirector Jorge Sarmiento, también tiene una opinión formada. “No voy
a negar que el profesor Sarmiento tuvo errores, todos somos seres humanos, pero
reconozco también que hizo muchas cosas por sacar adelante la Escuela”. No es
un secreto que la ENSAD consiguió entrar en un marco mundial, ya que representó
a nuestro país en importantes festivales internacionales en México, El Cairo, Rumanía
y España. “Se hizo un trabajo importante, pero también con el poco tiempo que
lleva la profesora Lucía Lora en el cargo (directora interina) se está
avanzando muchísimas cosas, por ejemplo, el año pasado fui a los talleres
gratuitos para alumnos, exalumnos y egresados de la ENSAD, para complementar
estudios”. Rod llevó el taller de Danza contemporánea con Óscar Natters y afirma
haber sido una experiencia muy buena y enriquecedora. “Me encontré con varios
chicos de la promoción, fue como un reencuentro, pienso que se están haciendo
cosas muy valiosas”.
Además, reconoce que en los últimos montajes que realiza la
ENSAD se nota la inversión que se hace hoy en día. “En mis épocas, nosotros
hacíamos rifas profondos para solventar los vestuarios y las escenografías, y
presentábamos la obra solo una vez en el ciclo”, rememora. “Ahora se hacen
temporadas, porque se consiguió rango universitario; hay solvencia para publicidad
y programas de mano; he visto las obras del año pasado y las escenografías son
increíbles, pensaba en cómo no tuve esa oportunidad cuando yo era estudiante,
pero qué bueno que la ENSAD esté mejorando como institución, ojalá que tenga
alcance a más personas”. Es sabido que la Escuela es una de las
instituciones en las que las relaciones entre profesores y alumnos no siempre
fueron las mejores. “Siempre hubo problemas”, asevera Rod. “Estábamos sentados
en la mesa del director y le decíamos que estaba pasando esto con tal profesor
y que además era constante, no solo por abusos misóginos sino también por
autoridad”. Sin embargo, se les
comunicaba que acaso se estaba exagerando o que se estaban tomando las cosas
demasiado en serio. “Pero ahora ya hay un despertar y qué bueno que se escuche
la voz de los alumnos; sé que hay nuevos profesores, como Haysen Percoovich,
que es un capo; para mí, la mejor obra del año pasado en la ENSAD fue Los
últimos días de Judas Iscariote, que él dirigió”.
Primeras experiencias
El trébol mágico, un espectáculo para niños del colectivo
Winaray, fue la primera puesta profesional en la que participó Rod. “La
llevamos a un festival en Colombia, recuerdo que todavía la estábamos
trabajando, no estaba completa al 100%, pero ahora con el nuevo elenco sí se
llegó a hacer algo más interesante”. Escrita también por Cristian Lévano, ¿Qué hiciste Diego Díaz? (2013) es la obra que Rod considera la más importante de sus
inicios teniendo ya el rango de bachiller, presentada en el Club de Teatro de
Lima. “Y mi primera dirección profesional fue Closer (2018) de Patrick Marber
en el Teatro Auditorio Miraflores”. Esta historia de dos parejas que se conocen
casualmente y se involucran en situaciones llenas de amor y lujuria también fue
adaptada por él mismo para la escena.
“Mi segunda dirección fue con Los hombres lobo viven en mi clóset”,
menciona Rod, quien llegó a la mencionada obra de Jiménez también por una
sucesión de hechos fortuitos. “Tengo un amigo mexicano que estuvo en Lima,
había seguido mi carrera y fue a ver Closer; yo le dije que tenía algunas ideas
para dirigir más adelante, pero todavía nada claro”. Y este amigo le comentó
que había estado en una lectura dramatizada de una obra muy buena y que sería
bueno que le escriba al autor. “Me comuniqué con Oz Jiménez en Instagram, me
presenté y le dije que me gustaría leer su obra; él me la envió, la leí y me
enamoré del texto, uno que me ha traído muchas satisfacciones”. Para Rod, es
importante la misión que tiene el teatro como medio de comunicación social. “Siempre
se tiene que hablar sobre algún referente social que sea importante, que la
gente escuche”, asegura. “Como miembro de la comunidad LGBT creo que me
corresponde y estoy en la obligación de
hablar y concientizar a la gente sobre la diversidad, la inclusión y la
aceptación”. Imposible no citar el cruel asesinato de un joven homosexual a
manos de su propio padre al enterarse de su opción sexual. “La homofobia, la
lesbofobia, la transfobia mata, y si no educamos a nuestros niños desde ahora,
de que tenemos que aceptarnos como somos, el no segregarnos, no discriminarnos,
no diferenciarnos unos a otros, estas cosas van a seguir ocurriendo. Si yo, a
través del trabajo que hago, puedo llegar a algunas personas y decirles que no
está mal ser homosexual, no me hace menos que otro, no me hace estar en un
camino equivocado, entonces ese es el apoyo que puedo dar”.
Para actuar y dirigir
“Un buen actor de teatro debe tener varias cualidades”,
explica Rod. “Debe haber un trabajo constante y permanente, nunca se debe
pensar que ya llegué a mi limite, uno debe entrar a todos los talleres que
pueda”. La humildad también es necesaria para Rod, para evitar frases como “No
me dirijas, yo ya sé”, porque así el actor está condenado a no lograr nada. “Todos
te van a decir cosas que te van ayudar a mejorar; se debe tener mucha escucha
para el trabajo en equipo; por más que estés en un monólogo, tienes un
director, un escenógrafo, musicalización, luminotécnico, debes estar preparado para
recibir aportes de todos los involucrados en el proyecto”. Por otro lado, un
buen director de teatro debe “ir a ver todas las obras posible, porque viendo
se aprende; no se aprende a dirigir dentro de un salón de clase”. Para Rod, el
hacer un buen casting le asegura a director un 50 o 70 % del éxito de una obra. “Vas a tener menos
chamba, porque los actores demuestran en escena lo que saben hacer”.
Finalmente, el leer y formarse exhaustivamente es un requisito indispensable.
“Uno muestra en escena algo del contexto en el que vive, no es lo mismo lo que
ves en Lima en el 2020 que en España del siglo XVI; uno debe estar informado de
lo que está ocurriendo”.
La relación entre el actor y el director debe fomentar no
solo el buen ambiente de trabajo, sino que debe reflejarse en el escenario en
la obra a presentar. “El director debe dejar trabajar al actor, para eso lo
contratas”, refiere Rod. “Si es alguien nuevo que viene de un casting, entonces
se podría hacer antes un taller laboratorio; además, la dirección es una visión
externa, más que interna”. Él conoce a directores que trabajan muy de cerca con
sus actores, hasta involucrarse mucho en su proceso. “Yo soy de los que ve que
está ocurriendo y luego voy moldeando en base a lo que veo, para que sea el
producto final el que se cuente; debo respetar el trabajo de los actores, que
es esencial e importante, y llegar a un diálogo, buscar la manera de que tu
lenguaje llegue a cada uno de tus actores, porque cada uno es diferente”. Rod
menciona que algunos intérpretes necesitan más conversaciones y que se ayuda en
metáforas, mientas que con otros, tiene que ser muy específico. “Debes hablar
para no imponer, debes dialogar, porque ellos son actores, tienen formación y saben
lo que están haciendo”.
Con respecto al problema del esquivo público en las salas
teatrales, Rod refiere que no tenemos la costumbre de consumir teatro específicamente
independiente. “Pero si pones caritas conocidas de la tele, la gente va, porque
quiere verlos en persona”. Se hace entonces indispensables la preventa, la
fuerte difusión en redes y las visitas a diversas instituciones. “Hemos ido a los
colegios, a los salones a difundir la obra, nadie va a venirte a buscar si no
te conocen, tienen que verte, conocerte, saber de qué estás hablando; yo creo
que es fundamental hacer algo que la gente necesita escuchar y generar así el diálogo,
que genere controversia; que se hable de un tema es importante”. Rod tiene ya
algunos proyectos para este año con la productora Red Teatro, con el apoyo del
historiador de arte Marco Loo. “Además, como actor tengo algunas cosas para las
que me han convocado y ya las estaré anunciando”, finaliza.
Sergio Velarde
24 de enero de 2020
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