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domingo, 29 de septiembre de 2019

Crítica: LOS CERDOS NO MIRAN AL CIELO


¡Mi reino por mi cerdo!

El Cauchero (Alaín Salinas), un narcotraficante de la selva obsesionado con su cerdito bautizado Babe Tercero, es seducido por un par de periodistas desempleados y en desgracia: Esteban (Micky Moreno) y Ricardo (Braulio Chappell). La creación de una revista exclusiva para narcos es la salvación de sus problemas económicos, pero la acción dramática empieza cuando surge una disputa por el amor de Sofia (Kukuli Morante), la novia del Cauchero y además, amante secreta de Esteban. La obra fue escrita por el periodista Carlos Portugal.

El auditorio estuvo completamente lleno y como comentaban algunos de los asistentes, lo que más les conminó a asistir al espectáculo fue la llamativa infografía de la publicidad y el título tan particular. Por otro lado, es interesante lo influenciada que estuvo la ambientación y la caracterización del personaje del Cauchero, que a veces correspondía a una inspiración de los personajes de series como “Narcos” o “El Chapo”. En ese sentido, con excepción de la dicción que le da el actor al Cauchero, el resto de los elementos (ambientación, sonidos, luces) de una vida de narcos no se veían creíbles del todo y, por momentos, exagerados con el fin de generar risas. Salinas es el actor que más destaca del elenco, debido a una transformación completa que hace de su personaje de manera muy clara.

Durante los intermedios, jóvenes de producción entraban para cambiar los elementos, pero lo hacían bailando sin sentido al ritmo de un jazz infantil tipo “The Entertainer” de Scott Joplin; causaba risa en el público, a pesar de la extrañeza que provocaba. Por otro lado, en general, la dramaturgia de la obra abusa de lo sencillo, donde los conflictos se resuelven fácilmente y los diálogos son más informativos, en lugar de generar más acciones.

Se puede afirmar que Los cerdos no miran al Cielo alcanza a arrancar risas entre los asistentes y lo hace con mucha facilidad, pero se abusa mucho de ella, debido a que prácticamente cada diálogo fue seguido de una actuación absurda solo para generar risas. Personalmente, creo que la risa es muy fácil de alcanzar usando la herramienta del absurdo (no al concepto teatral, al estilo de Esperando a Godot, ya que esta obra no es absurda), lo cual se puede ver, por ejemplo, todo el tiempo en la televisión con programas como “El Especial del Humor” o la extinta “Risas y Salsas”; sin embargo, el género teatral de la comedia implica un trabajo más profundo. Lo menciono con mucho respeto, pues en vez del absurdo, habría sido interesante utilizar la ironía como una herramienta escénica para narrar una historia de este tipo, como por ejemplo, en Más pequeños que el Guggenheim.

Finalmente, solo mencionar que, sin duda, Los cerdos no miran al Cielo es una opción de entretenimiento muy divertida, enfocada en el público adulto para ver un fin de semana.

Enrique Pacheco
29 de septiembre de 2019

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