La fe no lo es todo
¿La fe en una creencia puede justificar el
ocultamiento de un crimen? La Travesía de Josep María Miró está en temporada bajo
la dirección de Alberto Isola y las actuaciones de Sandra Bernasconi, Carlos
Victoria, Carlos Mesta, Alejandra Saba y Rodrigo Palacios.
En primer lugar, el decorado del montaje
fue muy interesante y atractivo, debido al color: las paredes cubiertas de un
material que simula un yeso amarillento, en clara alusión a contextualizar la
historia en un ambiente cálido, como africano o amazónico. Dejaba como una
sensación de experiencia límite, un suceso fuera de lo mundano, como de hecho
es: en un campo de refugiados de un país no mencionado sucede un horrendo
crimen, un infanticidio, en el que la víctima es una niña protegida de la
congregación. Esto genera en la monja protagonista Cecilia (Bernasconi) los más
profundos cuestionamientos a su ética y moral, pues duda sobre sus creencias (la
falta de justicia de Dios) o la posible complicidad en este crimen de uno de
sus hermanos de fe.
La primera escena es reveladora en ese
sentido: Cecilia se niega a denunciar ante un periodista inquisidor y le
refriega sus preguntas. Por otro lado, la secuencia más impactante es la pelea
por la verdad con su jefe (Victoria); en esta, Bernasconi llega a transmitir la
duda y el alma atormentada por la verdad y Victoria transmite la intimidación
de manera muy clara; la presencia escénica a la que llegan los actores fue muy
fuerte en ese instante. La tensión es constante durante todo el montaje y
funcionó bastante bien, pues generó interés en el público. Sin embargo, la
música hubiese generado un ambiente más fuerte y de suspenso. Las escenas de la
monja con el chofer (Mesta) fueron actoralmente muy claras; no obstante, más
que dialogar, parecían estar monologando, tanto dentro del auto como frente a
la fogata. La confrontación de Cecilia por otra monja (Saba) no pareció muy
creíble, ya que su conflicto central (la revelación del criminal) se resolvió
muy rápido.
En cuanto a la vestimenta, solo se puede
decir que sus materiales fueron excelentes, creíbles y de colores realistas
como los personajes; y las luces, más que suficientes para un escenario tan
particular como el Teatro de Lucía. La Travesía no termina ni se resuelve del
todo, pues es claro que la intención del dramaturgo no fue ir por ese camino,
sino el mostrar las debilidades de la condición humana frente a la duda y, en
especial, frente a la ética en un personaje como una monja, quien en teoría
tiene un pacto de fe. Esto último sí que alcanzó a reflejar Bernasconi en su
actuación.
Enrique Pacheco
13 de agosto de 2019
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