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miércoles, 14 de agosto de 2019

Crítica: DRA. ANA L.


Divertida e in-creíble terapia sexual

En el muro virtual de Michael Joan, el 14 de julio del presente año, pudo leerse la siguiente reflexión: Creo ser de las personas que siempre toma un consejo para bien. Hoy me dijeron: "Después de escribir Entre colinas y senderos, como que Te odio, Luisito Rey o esta Dra. Ana L. es banalizar tu chamba como dramaturgo" y le contesté: “Gracias por el consejo, pero estoy a punto de cumplir 44 años y la verdad, escribo felizmente lo que quiero, según el estímulo que tenga". Además, tal como lo explica Joan, destacado actor, director y dramaturgo al frente de su colectivo La Vale, el espectáculo que viene presentándose en el nuevo y acogedor espacio de Sobre Tablas Asociación Cultural, que lleva por título el nombre de la doctora de curioso apellido abreviado, fue parte del proceso colectivo de su Fábrica de Creación, laboratorio escénico a cargo del mismo Joan, quien partió de las ideas de sus integrantes para ir elaborando el montaje en cuestión, con total libertad creativa. Y si bien es cierto, la presente puesta en escena dista mucho de la profundidad y complejidad de sus acostumbrados y bienvenidos homenajes al director del grupo Malayerba, Arístides Vargas, esta terapia sexual a cargo de la doctora Ana Lewankowski (con semejante apellido, bien vale la abreviatura) sí que guarda algunos felices aciertos que la vuelven recomendable.

Arriesgándose por un formato realista, Joan presenta su espectáculo como una sesión más del programa “Sexo sin Tabúes” dentro de las instalaciones del “Centro Multiorgásmico Sensorial Tántrico”, a cargo de la Dra. Ana L. (Alexia Dalmau) y su simpática asistente (Pilar Astete), con el resto del nutrido reparto esperando, conversando y entrando al espacio junto con el público. Y si bien es cierto esta idea no es nueva, sí funciona hasta cierto punto: cuesta entrar en la convención con la caracterización física y gestual de la doctora en un inicio, pero el carisma y entrega de Dalmau no tardan mucho en ganarse al público y sumergirlo en esta disparatada sesión, en la que, confundidos entre los espectadores, los personajes-actores no tardan en revelarse: un señor sabelotodo (Ricardo Morante), una escolar camuflada (Johana Vanini), un desdichado “aventajado” (Víctor Ulloque), una señorita “amiga de todos” (Natalia Sánchez), una esposa engañada (Arabella Bartra), un mago frustrado (Thony Jef), un jovencito coqueto (Samuel Valdivia) y una estudiante estresada (Valeria Olivares).

Con algunos altibajos en el desarrollo de la puesta-sesión, cada uno de los personajes va narrando sus problemas sexuales a la doctora, quien alterna las posibles soluciones con dinámicas en las que participa también parte del público, quien accede de manera entusiasta, con jocosos resultados. Joan prefiere sacrificar muy pronto el realismo del planteamiento inicial para rendirse a la simpática artificialidad de los diversos conflictos que van presentándose; felizmente, muchos de ellos están ejecutados limpiamente (como los de Jef y Bartra), que sostienen el ritmo de la puesta, pero siempre con el agradecido apoyo de Dalmau y Astete. El último tramo, en el que aparece cierto elemento sobrenatural, rompe con todo lo que le restaba de lógica al montaje, pero acaso aquella sea la única manera para redondear esta in-creíble terapia sexual (así como lo menciona incluso uno de los personajes) y darle un prudente final. Esta Dra. Ana L. promete una hora y media de grato entretenimiento, como resultado de un sano proceso creativo a cargo de este talentoso grupo actoral y de Joan, un artista con el suficiente aplomo y base teatral para ofrecer, literalmente, lo que quiera, como estas disparatadas comedias, dignas y recomendables.

Sergio Velarde
14 de agosto de 2019

1 comentario:

  1. Disfrute mucho la obra totalmente diferente a todas las que habia visto.

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