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martes, 23 de julio de 2019

Crítica: DESPERTAR DE PRIMAVERA


Primavera del pudor

¿Qué es la moral? ¿Qué hace ético un acto? Cada generación, cada sociedad construye sus valores sobre lo correcto o incorrecto, cualquier ruptura de estos se traduce en una palabra: transgresión. Uno de los aspectos que más ha marcado debate, censura, crítica o conservadurismo en las sociedades modernas desde el siglo XIX es la temática del sexo, y esto es, precisamente, lo que aborda el dramaturgo Frank Wedekind en su momento. Despertar de primavera (Frühlings Erwachen, 1891) fue escandaloso en la Europa de inicios del siglo pasado. Su estreno marcó un hito en 1905 y selló el estilo que describiría al autor: vanguardista del teatro expresionista (1). La historia gira en torno a los despertares sexuales en jóvenes adolescentes en una sociedad donde la moral es la represión y el pudor, la regla.

La Compañía de Artes Escénicas es un colectivo muy joven que conduce Fernando Barrs desde hace un tiempo y emprendieron con el estreno de este clásico de Wedekind con el joven artista en la dirección y producción. Las actuaciones estuvieron a cargo de Yasmine Incháustegui, Gian Paul Miranda, Javier Deza, Sandra Mendoza, André Portugal, Liz Roggero, Lorenzo Pérez, Alessandra Carrasco, Iris Zevallos y Alonso Pérez-Albela, quienes encarnaron a diversos personajes durante el montaje. El desempeño de los actores en el escenario fue muy destacable, sus actuaciones transmitían el contexto que querían explicar: la represión. Resaltaron, en el papel de Wendla, Incháustegui; y como su sobreprotectora madre, Mendoza. Además, un elemento muy positivo de la presentación fue la vestimenta de los personajes, donde destacaron la textura y el color muy característico de aquellos años. También las luces usadas durante la presentación, así como la música, fueron muy precisas en los momentos de mayor tensión, de revelaciones o cuando se resaltaba un personaje en una escena determinada. En ese sentido, se puede concluir que estéticamente el montaje fue muy bueno.

Por otro lado, a pesar de que las interpretaciones fueron muy claras y todos los actores, en general, transmitieron las emociones de los personajes, la narración de la historia en muchos momentos del montaje se volvió algo densa y por momentos, confusa. Se proponen en escena muchos temas controversiales para esa época, como el suicidio, el sexo precoz, la homosexualidad y esto convirtió a la historia en una realmente potente. Las escenas fueron muy fuertes y profesionalmente trabajadas, pero dio cierta sensación de que luego de estas, no hay una historia después. Hay secuencias que por momentos no parecían tener conexión una con la otra e implica mucho esfuerzo por parte del público el entender la continuidad. Creo que, si se hubiese profundizado o desarrollado la historia en una sola temática, por ejemplo, el sexo precoz como lo sucedido con el repentino embarazo de Wendla, habría hecho más interesante la historia y no tan densa. Esto se refleja en la escena final, en donde Melchor (Miranda) llora y hace un monólogo muy conmovedor frente a la tumba de su amada. Fue realmente potente, casi una obra en sí misma, que marcó un gran final para el montaje. Además, la luz azul oscura y la música generaron una escena en donde el dolor y la muerte fueron muy bien transmitidos.

Despertar de primavera fue un montaje que aborda la transgresión de la moralidad contextualizada en la Europa central de inicios del siglo pasado. La moralidad que plantea ya no es un tabú contemporáneo, pero como indica la información del montaje, se trata de una versión libre. En ese sentido, habría sido interesante una versión de la obra donde se cuestione esta, pero con temas más actuales como el aborto, que sí es un tabú aún en debate en muchos países como Perú. Pero, de todas formas, el montaje es recomendable si es repuesto. Estuvo en corta temporada en la Asociación Cultural “Campo Abierto” de Miraflores.

Enrique Pacheco
23 de julio de 2019

(1) Enciclopedia Británica. Frank Wedekind

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