Teatro en la Ciudad Imperial
Del 12 al 20 de julio se desarrolló en Cusco el 5to Festival
de Artes Escénicas Phanchiriyninchis 2018, teniendo como uno de sus principales
objetivos el de difundir las creaciones escénicas locales y nacionales. Este festival
tuvo una gran orientación hacia el teatro, poniendo en escena diecisiete obras
de teatro de diferentes estilos,
estéticas y trayectoria. Las puestas solo fueron de Cusco y Lima,
lamentablemente no hubo presencia de otras regiones, lo cual le hubiera dado una visión más nacional al festival,
tal como lo apuntan en sus objetivos.
Hay momentos en el oficio que se vuelven hitos en la memoria
y una referencia cuando uno evoca a los maestros; uno de estos instantes se dio en el Teatro
Municipal de Cusco, cuando se presentó Edgar Guillén con su unipersonal
“Ricardo III”: ver al maestro con más 60 años en el oficio (con 80 años de
edad) a 3,300 metros sobre el nivel del mar, con una voz limpia, con un cuerpo
claro, con acciones definidas, tomando el espacio haciendo una magna
representación del último monarca de la Casa de York, fue una clase maestra
sobre el oficio, sobre la vida y un verdadero privilegio para los presentes esa
noche. Después de la obra se hizo un merecido homenaje al maestro Guillén. Así también se homenajeó a Hugo Bonet, como acto final del festival.
De Lima llegaron a presentarnos su arte diversos grupos; entre ellos, Espacio Libre, con “Ratsodia, oda para curar el insomnio”, sobre dos ratas que actualizan su discurso y nos llaman a la reflexión; el grupo Chaski Q´enti, con la obra “Mujeres de Anta”, bella puesta que nos dio el placer de ver a la maestra Débora Correa en escena; al Colectivo Escénico Angel Demonio, con “Curandero”, que nos da su versión de una “limpia” escénica donde vemos códigos de la cultura chicha representada y transformada; Integro Teatro, con “SPIRALA”, obra multidisciplinaria que puede gustar o no, pero muestra una estética desarrollada a través del tiempo por el grupo.
De Lima llegaron a presentarnos su arte diversos grupos; entre ellos, Espacio Libre, con “Ratsodia, oda para curar el insomnio”, sobre dos ratas que actualizan su discurso y nos llaman a la reflexión; el grupo Chaski Q´enti, con la obra “Mujeres de Anta”, bella puesta que nos dio el placer de ver a la maestra Débora Correa en escena; al Colectivo Escénico Angel Demonio, con “Curandero”, que nos da su versión de una “limpia” escénica donde vemos códigos de la cultura chicha representada y transformada; Integro Teatro, con “SPIRALA”, obra multidisciplinaria que puede gustar o no, pero muestra una estética desarrollada a través del tiempo por el grupo.
Entre los representantes de Cusco podemos mencionar a la
obra “Cuando suenan los jiwayros”, a cargo de la Asociación cultural Q´ente,
escenificación que nos llama a la memoria; Ikaro teatro, con “Frida Kahlo viva
la vida”, que nos da un encuentro con Frida; Grupo Darte, con “Los Amarus”,
donde nos cuentan historias para volar, para soñar; Teatro del vacío, con “Máquina
Hamlet”, una furiosa representación que quiere despertar la memoria; Teatro
Laboratorio Cusco, con “5 metros de poesía”, basada en la obra poética de
Oquendo de Amat; Intruso teatro, con “Noche Oscura del Cuerpo”, un viaje por la
obra de Jorge Eduardo Eielson, entre otros artistas.
Un momento que vale la pena mencionar es la llegada de la
actriz cusqueña Anahí Araoz –La viajera del sur- al Centro de Rehabilitación de
Menores Marcavalle; después de pasar por los controles de ley, escoltada por los
guardias que con la mayor amabilidad que pueden tener unos guardias de este
centro de rehabilitación, la llevan al comedor, que en esta ocasión servirá de
un teatro improvisado; se ponen dos parantes, cuatro tachos led que no alumbran,
pues es de mañana y el sol cusqueño inclemente se filtra por todas las ventanas,
se coloca un proyector cuya proyección es lavada por el mismo sol que se filtra
por las mismas ventanas. Todo esto no importa para Anahí: hay más de cien
adolescentes que con ilusión de niños esperan ver, escuchar, quizás para no
marchar en el patio como otros compañeros lo hacen en ese momento, o solo para
respirar otro aire: un aire con olor a libertad. Ahí está Anahí, una guerrera
del oficio que como dicen los maestros, aprieta el centro y va adelante pues
como el colibrí, hay que hacer nuestra parte en este mundo.
Es muy bueno que el Ministerio de Cultura promueva manifestaciones
culturales como este festival de artes escénicas y que en este Ministerio
existan personas que impulsen, desde dentro, el desarrollo cultural; pero también
no podemos quedarnos con ese sinsabor de decir que al menos se hizo, cuando es
visible que la organización está entrampada en pasos burocráticos que
entorpecen y diluyen los objetivos alcanzados con actividades como esta. No es
solo hacerlo, es que este hacer llegue a la perfección y poder ser en algún
momento un referente y que todos disfrutemos del oficio y del placer de
reunirnos, de vernos.
Miguel Gutti Brugman
Cusco, 1° de agosto 2018
No hay comentarios:
Publicar un comentario