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sábado, 14 de julio de 2018

Crítica: DESDE MI PECERA


La pecera de los sueños

Desde mi pecera, una obra que se presenta en el Teatro Ensemble, está escrita por Daniela Salas, dirigida por Gabriela Gallegos y en ella actúa la misma autora, junto a Cindy Quispe. Ami y Clock son dos seres que trabajan en una dimensión paralela produciendo los sueños de las personas. Ami es la más experimentada y Clock, su aprendiz. No obstante, algo está cambiando. Hace días que Ami está en huelga y Clock se encuentra preocupada por ella. Así empieza esta historia que toca temas como el paso de la infancia a la adultez, la amistad y la valentía.

La escenografía consistía de dos camas, una mesa y unos estantes que remitían a las habitaciones de niños, lo cual reforzaba la idea de que estos seres son como pre-humanos, en ese tránsito a convertirse en individuos. Además, los cambios de iluminación acompañaban a la perfección tanto sus disquisiciones sobre su naturaleza, como los momentos en que estaban creando los sueños y hablando con sus superiores.

La construcción del mundo de la “pecera” funcionó en casi todo momento. Había detalles divertidos, como el hecho de que los sueños se recibían en sobres de distintos colores dependiendo su importancia, que aportaban a la trama. También las aparentemente inanes discusiones sobre temas como el origami o la preparación de recetas mostraban mejor los atributos de las dos protagonistas.

La relación entre Ami y Clock era interesante. No obstante, caía demasiado en generalidades. Se notaba que Ami era la más lista para hacer la transición y que esto le generaba dudas, mientras que Clock veía todo como nuevo y excitante. Hubiese podido haber más especificidad en sus características para ahondar en sus contrastes.

El mayor problema de la obra fue el texto. Si bien la premisa era interesante, el guion caía demasiado en parlamentos panfletarios sobre la dificultad de crecer y la importancia de tener un niño interior. Asimismo, la visión de la humanidad dependía de demasiados lugares comunes y hacía que la idea se quedara en la superficialidad.

Esto fue más claro hacia al final, cuando Ami recibió el sobre que le indicaba que debía renunciar a la “pecera” y nacer. En ese momento, ella tenía un monólogo en el que habla sobre cómo no olvidará a Clock y cómo está ansiosa por dejar una huella en el mundo en términos demasiado vagos que no aportaban información nueva.

En suma, Desde mi pecera habla sobre la dificultad de crecer, el dolor que implica dejar a amigos atrás y adentrarse en el mundo de la adultez. Lo importante es no olvidarse del niño que llevamos dentro para luchar contra la velocidad de las cosas y no renunciar así a los sueños.

Stefany Olivos
14 de julio de 2018

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