La pecera de los sueños
Desde mi pecera, una obra que se presenta en el Teatro
Ensemble, está escrita por Daniela Salas, dirigida por Gabriela Gallegos y en
ella actúa la misma autora, junto a Cindy Quispe. Ami y Clock son dos seres que
trabajan en una dimensión paralela produciendo los sueños de las personas. Ami
es la más experimentada y Clock, su aprendiz. No obstante, algo está cambiando.
Hace días que Ami está en huelga y Clock se encuentra preocupada por ella. Así
empieza esta historia que toca temas como el paso de la infancia a la adultez,
la amistad y la valentía.
La escenografía consistía de dos camas, una mesa y unos
estantes que remitían a las habitaciones de niños, lo cual reforzaba la idea de
que estos seres son como pre-humanos, en ese tránsito a convertirse en
individuos. Además, los cambios de iluminación acompañaban a la perfección
tanto sus disquisiciones sobre su naturaleza, como los momentos en que estaban
creando los sueños y hablando con sus superiores.
La construcción del mundo de la “pecera” funcionó en casi
todo momento. Había detalles divertidos, como el hecho de que los sueños se
recibían en sobres de distintos colores dependiendo su importancia, que
aportaban a la trama. También las aparentemente inanes discusiones sobre temas
como el origami o la preparación de recetas mostraban mejor los atributos de
las dos protagonistas.
La relación entre Ami y Clock era interesante. No obstante,
caía demasiado en generalidades. Se notaba que Ami era la más lista para hacer
la transición y que esto le generaba dudas, mientras que Clock veía todo como
nuevo y excitante. Hubiese podido haber más especificidad en sus
características para ahondar en sus contrastes.
El mayor problema de la obra fue el texto. Si bien la
premisa era interesante, el guion caía demasiado en parlamentos panfletarios
sobre la dificultad de crecer y la importancia de tener un niño interior.
Asimismo, la visión de la humanidad dependía de demasiados lugares comunes y
hacía que la idea se quedara en la superficialidad.
Esto fue más claro hacia al final, cuando Ami recibió el
sobre que le indicaba que debía renunciar a la “pecera” y nacer. En ese momento,
ella tenía un monólogo en el que habla sobre cómo no olvidará a Clock y cómo
está ansiosa por dejar una huella en el mundo en términos demasiado vagos que
no aportaban información nueva.
En suma, Desde mi pecera habla sobre la dificultad de
crecer, el dolor que implica dejar a amigos atrás y adentrarse en el mundo de
la adultez. Lo importante es no olvidarse del niño que llevamos dentro para
luchar contra la velocidad de las cosas y no renunciar así a los sueños.
Stefany Olivos
14 de julio de 2018
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