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lunes, 21 de mayo de 2018

Crítica: GRANDES INTENCIONES


¡Grandes acciones!

Sobre el escenario, seis artistas se preparan (cantando) para iniciar la función; el telón, símbolo inconfundible del teatro, sirve como marco perfecto para el inicio de la obra Grandes Intenciones, escrita y dirigida por Federico Abrill.

Una peculiar comedia, que muestra la historia de cinco vecinos, quienes no se conocen entre sí; solo saben que la vecina del 101 prende la radio cada mañana y a la misma hora, despertándolos a todos. Sin embargo, un acontecimiento –la desaparición de la vecina del 101- los llevará a conocerse, cambiando sus rutinas, así como los aspectos más profundos de sus vidas.

El montaje propone un espacio sencillo, compuesto por una puerta, que será utilizada para la mayoría de escenas. El trabajo en sí, se encuentra a cargo de los actores, quienes utilizando elementos de utilería básicos conectan muy bien a nivel de grupo. Las escenas trascurren entre el pasado y el presente, con una acertada dirección que permitía entender la secuencia de la historia. La mezcla entre la narración en vivo y la ejecución de la acción se logra correctamente. Siendo un elemento que suma, la música aporta dinámica y carga emocional a las representaciones.

La puesta tiene características particulares, es decir, no es una propuesta común, lo cual la hace muy meritoria, pues no es sencillo lograr una armonía contando con detalles como: la música, la improvisación bien lograda, el movimiento escénico y la narración. Considero que en el riesgo estuvo el acierto: el hecho de estructurar una obra divertida y diferente es el eje que hace funcionar a la narrativa. Mención aparte, las interpretaciones naturales y aplomadas de los personajes, que son otro ingrediente importante. El elenco conformado por Fernando Castañeda –con una gran versatilidad gestual-, Tamara Padilla –muy correcta en sus ejecuciones-, Roxana Cavero –llevando dos papeles con destreza-, Gretta Lisboa –con un buen dominio del espacio-, Renato Pantigoso –quien posee un don natural para la comedia- y José Miguel Ríos –con un talento para tocar, cantar y actuar sincronizando con acierto-, denota un trabajo consistente.

Por otro lado, el contenido que se encuentra en la obra es actual: la desconexión y la rutina en las que vivimos sumergidos día a día, así como la poca comprensión y empatía entre unos y otros, se reflejan claramente; situación que es revertida por las grandes acciones de aquella vecina del 101, quien lejos de querer incomodar a sus vecinos, se preocupaba por ellos sin que se dieran cuenta. Por estas razones, Grandes Intenciones merece ser vista, ya que será un viaje muy placentero y conmovedor para el espectador.

Maria Cristina Mory Cárdenas
21 de mayo de 2018

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