El hombre que conoció el miedo
“Juan Sin Miedo” es una puesta en escena inspirada en el
personaje del mismo nombre en los cuentos clásicos de los hermanos Grimm; la
obra es producto de una adaptación de la dramaturga y poeta peruana Gimena
Vartu para la Asociación Cultural Camisa de Fuerza y está dirigida por Willy
Gutiérrez. Los actores principales son Ernesto Ayala, Katya Castro, José
Antonio Curotto, Luis García y Karen Martínez.
La obra empieza con la audiencia llenando casi en su
totalidad los asientos del Auditorio Dai Hall del Centro Cultural Peruano Japonés
y compuesta principalmente por familias enteras; un mimo inicia el espectáculo
invitando a los niños, mediante juegos de palabra, a pedirles a sus padres apagar
sus celulares previa la presentación. Es interesante el esfuerzo de la asociación
para montar la escenografía para un ambiente que no es del todo un teatro a
tiempo completo, pues se trata de un espacio usado como auditorio en la cual no
se cuenta, por ejemplo, con un telón. A pesar de ello, los elementos y objetos
incorporados en el escenario recrean a la perfección un ambiente
bucólico-medieval, propio de las historias de los hermanos Grimm.
Luis García interpreta al personaje principal de Juan Sin
Miedo, un chico cuya personalidad resaltante es la de no atemorizarse ante
ninguna circunstancia y por lo tanto, le es imposible sentir el miedo. La obra
es una serie de circunstancias en las que el personaje atraviesa una serie de
situaciones, a veces irónicas y otras veces críticas, en las que nunca se
inmuta ni siquiera ante el peligro de la muerte. Las actuaciones son creíbles y
al fiel estilo de Camisa de Fuerza, se fuerza mucho el humor y la interacción
con los niños. Los juegos de luces son modestos. Los
niños intervienen mediante sus gritos en todo momento, en especial, en escenas
en las que sienten que a Juan le puede suceder algo malo. Los actores
interpretan varios personajes sin dejar en el espectador la sensación de desasosiego
por el cambio evidente y los vestuarios han sido bien trabajados desde el punto
de vista del color y la calidad.
La temática de la acción dramática nunca llega a incomodar,
pues siempre Juan tiene que enfrentarse a situaciones nuevas, pero el giro que
toma la historia al final es realmente inesperado para la audiencia: consigue
tener miedo, miedo al amor. Es realmente un desenlace que emociona al público.
Estos finales inesperados y poco “predecibles” son una marca de las obras de la
asociación cuya obra a inicios de año, “Pinocho en el Circo” tuvo un final
parecido: la compasión como valor universal.
Enrique Pacheco
17 de abril de 2018
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