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viernes, 4 de agosto de 2017

Crítica: TU MADRE, LA CONCHO

La Concho y las madres de antaño

Esta semana tuvimos en el Centro Cultural El Olivar el estreno de la segunda temporada de la obra “Tu madre, la Concho”, escrita por Ángelo Condemarín y dirigida por Paola Vicente. La obra nos retrata de una manera fresca la historia de Mariano, el único varón de una familia matriarcal, a quien vemos en su lucha por independizarse de una madre sobreprotectora.

La obra nos evoca a la idea de una familia tradicional limeña. Vemos la tendencia sobreprotectora de una madre sobre su único hijo y cómo eso ha ocasionado que Mariano tenga dificultad al tomar decisiones por sí solo. La obra utiliza muchos fraseos y términos “criollos” propios del habla limeña, por lo que es fácil conectar con el significado de cada una y las situaciones en las que se usan. Este recurso sirve escénicamente cuando es parte de un mundo cotidiano creado por los personajes, de hecho casi todos los actores lograron apropiarse de ello; sin embargo, el personaje interpretado por Masha Chávarri parecía sobreactuar en algunos momentos. Tanto el personaje de la madre como el de la abuela, interpretados por Claudia Dammert y Sonia Seminario, estaban llenos de detalles, desde la imagen vocal hasta la corporalidad. Sin embargo, no lograron sostener el ritmo que una comedia como esta lo necesita, no noté en ningún momento un cambio en los personajes como demandaba la historia, llegando a parecer en cierto momento una historia plana, donde no podían apreciarse del todo los textos pícaros que tiene la obra. Esta tiene una ligera línea entre lo cómico y absurdo que en este caso, no lo vi logrado en el montaje. Por otro lado, hubo una falta de tino por parte de los actores cuando el público se reía en la obra, pues en lugar de esperar a que las risas bajen en volumen para continuar con sus textos, los decían cuando las risas estaban en su máximo esplendor, motivo por el cual me perdí de varios textos. Otro motivo por el que lamentablemente me perdí de varios textos fue el bajo volumen de Claudia Dammert en varios momentos de la obra.

La puesta, en cuanto a la escenografía, tuvo una solución eficiente para poder delimitar todos los espacios de una casa como la requiere la obra. Utilizaron mobiliario con diseños que llevaban al espectador a un ambiente de hogar tradicional, de una casa antigua limeña. El uso de una pequeña escalera como convención para representar una habitación en un segundo piso permitía un movimiento lúdico por el espacio.

Esta obra nos da la posibilidad de poder reconocer elementos que forman parte de nuestra vida cotidiana puestos en un código de comedia que está inspirado en la figura de una madre peruana un poco a la antigua. Estoy segura de que varios de nosotros, quienes tenemos madres de generaciones cercanas a la Concho, vamos a poder ver un poco de ellas en escena.

Stefany Olivos
4 de agosto de 2017

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