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domingo, 21 de agosto de 2016

Crítica #397: EL TIEMPO Y LOS CONWAY

El tiempo les juega una mala pasada   

Del ingenioso autor británico J.B. Priestley hemos visto repetidas veces Esquina peligrosa (1932), en discretos montajes dirigidos por Oswaldo Bravo y Joaquín Vargas a lo largo de los años; así como Ha llegado un inspector (1946), acaso la pieza más popular del autor, que fuera dirigida con toda la pomposidad posible por Osvaldo Cattone y con suma discreción por Willy Gutiérrez.  Justamente Gutiérrez elige una tercera obra de Priestley, que junta a la primera mencionada y Yo estuve aquí antes (1937) conforman sus “Tres piezas sobre el tiempo”, para inaugurar un nuevo espacio llamado Teatro Aforo XI en Pueblo Libre. El tiempo y los Conway (1937) es un drama de largo aliento, que juega con un necesario quiebre temporal para el desarrollo de su trama en tres actos, que pudo esta vez  llegar a escena acaso de manera más satisfactoria.

La acción se sitúa en la ciudad de Newlingham, Inglaterra en 1919, específicamente en casa de la familia Conway, en donde se celebra el cumpleaños de una de las hijas, Kay (Andrea Brissolese), quien convenientemente es aspirante a novelista, como sí lo es la Maud Mockridge de Esquina peligrosa. En este primer acto, conocemos a la acomodada familia que celebra el final de la guerra y además, sus sueños que se cumplirán en el futuro, para luego terminar con Kay sumida en un profundo sueño. En el segundo, nos encontramos en la misma habitación, pero dieciocho años más tarde, y nos enteramos que todos los miembros de los Conway han fracasado en sus vidas. Y en el último acto volvemos al inicio, exactamente donde terminó el primero, con la confusa Kay despertando y dándose cuenta acaso del irremediable destino que le espera a su familia y amigos.

Gutiérrez afirma que fue un gran riesgo elegir esta pieza en especial para llevarla a buen puerto, contando además con un joven elenco y (con contadas excepciones) poca experiencia sobre las tablas, para interpretar a diez personajes con una fuerte carga dramática y de diferentes edades. En ese sentido, algunos conflictos puntuales resultan rescatables e interesantes, gracias a los oportunos gestos y silencios que manejan los actores, como el triángulo amoroso formado entre Joan (Cynthia Bravo), Robin (Johan Escalante) y Alan (Narayana Campos); así como la infructuosa relación entre Madge (Andrea Valdivia) y el abogado Gerald (Emma García). El tiempo y los Conway, estrenada en el nuevo Teatro Aforo XI, cumple con ser un discreto homenaje a un autor tan interesante con Priestley.

Sergio Velarde
21 de agosto de 2016

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