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lunes, 9 de noviembre de 2015

Crítica: LA GRAN MENTIRA

Demasiadas piezas en el tablero   

El colectivo Pasión Mystica Teatro viene presentando un variopinto repertorio de espectáculos a lo largo de los años y todos ellos con diferente fortuna. Temáticas tan dispares como la Pasión de Cristo (2008), su primer y muy irregular estreno; una correcta mirada a la miseria humana, como Requiem para 7 plagas (2008) de Gregor Díaz; historias adultas con personajes infantiles, como las dos temporadas de Tereza (2009-2012); interesantes adaptaciones de clásicos shakesperianos, como Octubre negro (2010); y comedias dramáticas con simpáticas pinceladas costumbristas, como Mi buen amigo Judas (2013). Justamente con sus últimos trabajos (con Martín Abrisqueta como dramaturgo y actor, y Juan Carlos Díaz como director), el grupo parece haber encontrado el equilibrio. Y el estreno de La Gran Mentira, en coproducción con la Asociación Cultural CANS y el Sindicato de Artistas Intérpretes del Perú SAIP, parece confirmar la buena nueva.

Escrita nuevamente por Abrisqueta (que firma el texto con el nombre de su sobrina Marie Michelle Algardh, una niña de 13 años que padece el Síndrome de Patau), La Gran Mentira abarca demasiados temas complejos y polémicos, que bien podría la agrupación trabajar en una docena de montajes por separado, pero que su director Díaz logra sostener a su manera, sacrificando los momentos más densos y álgidos con un bienvenido sentido del humor: los inhumanos avances científicos, el aborto terapéutico, el salvaje enriquecimiento de los laboratorios a costa de la salud de la población, la doblez de la religión, los “realities” televisivos que lucran con las miserias personales, y hasta el homosexualismo. Y todo esto teniendo como fondo la vida de Klaus (un sólido Mauricio Pappi en su segundo debut), un paciente aquejado con el Síndrome de Patau y con nulas esperanzas de vida, y la de su valiente madre Juana (la siempre efectiva Jacqui Chuquillanqui), que se niega a perder la fe.

Estrenada en el Teatro Municipal y con una brevísima temporada en la AAA, la pieza mantiene el interés a pesar de su, a veces, errática escenificación por la ya mencionada cantidad de temas, que abraza diferentes estilos: desde el drama familiar con mensaje de superación del primer acto, hasta la parodia de trazo grueso en el segundo. Por otro lado, destacar en el elenco a la divertida Rocío Montesinos como la encantadora enfermera, y a una recuperada Mónica Alarcón en un irreconocible personaje sorpresa. La Gran Mentira es un digno espectáculo que irá consolidándose con el transcurrir de su ya anunciada reposición y se mantiene coherentemente en la línea artística del colectivo Pasión Mystica Teatro.

Sergio Velarde
9 de noviembre de 2015

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