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martes, 29 de septiembre de 2015

Crítica: LO QUE NOS FALTABA

Tribulaciones en el estreno   

Acaso podría afirmarse que este 2015 es el año de quiebre de David Carrillo: no solo nos sorprendió gratamente en marzo con una puesta en escena atípica dentro del repertorio de Plan 9 llamada Chico encuentra chica (thriller con todas las de la ley y adaptada por Carrillo, como nunca, a nuestra realidad peruana), sino que ahora nos entrega su primera comedia escrita, dirigida y protagonizada por él mismo, titulada Lo que nos faltaba. Y esto era, justamente, lo que nos faltaba ver en teatro para constatar, a plenitud, la feliz vocación de Carrillo como artista escénico. Esta última obra representa una suerte de compendio de todo su aprendizaje como director y ocasional actor de las muy estimables comedias de las que se hizo cargo, algunas con mayor fortuna que otras, y que recoge hábilmente lo mejor de cada una de estas puestas, en beneficio de un producto teatral logrado y altamente recomendable.

Lo que nos faltaba, estrenada como siempre en el Teatro Larco, sigue el camino trazado por otra notable pieza llamada Azul resplandor, en el sentido de retratar las complicadas e insólitas etapas que sigue un ecléctico grupo de artistas para llevar a escena un montaje teatral. Pero si en la citada obra de Eduardo Adrianzén los personajes, hasta los de caricatura más gruesa, aparecían rodeados por una finísima capa de lirismo, en Lo que nos faltaba aparecen desprovistos de cualquier indicio de glamour. Los ensayos de la obra que volverán progresivamente loco al director Manolo Saldívar (Carrillo), resultan agobiantes, estresantes y por momentos, delirantes. Su crisis nerviosa, que va peligrosamente in crescendo, afecta no solo la dirección de la última escena de su obra, sino también a su esposa Andrea Fernández, a sus actores Carol Hernández y Claudio Calmet, al productor José Antonio Buendía y a su asistente Fito Bouroncle. Cada uno de ellos, con personalidades y angustias propias muy bien bosquejadas, acompaña las vicisitudes de Manolo en su carrera contra el tiempo para su estreno.

Se pueden reconocer en la puesta en escena, atisbos de prácticamente todo el repertorio de Carrillo con Plan 9 que enriquecen la pieza, siendo el más memorable de ellos el paralelo entre la última escena de la obra dentro de la obra con la sentida conversación final entre el director y su esposa, que remite a uno de los puntos más altos conseguidos en sincronía actoral dentro de la notable Demasiado poco tiempo. Carrillo enfrenta con valentía su propia crisis de los 40 con esta pieza, consiguiendo una de sus mejores actuaciones a la fecha, bien secundado por su competente elenco, que tiene por separado auténticos momentos de lucimiento. Lo que nos faltaba es una sólida comedia dramática, divertidísima y reflexiva a la vez, con oportunos tintes meta-teatrales que confirma a David Carrillo como uno de los artífices más interesantes de nuestro panorama teatral local y que cerrará, sin duda, uno de los mejores años de la  Asociación Cultural Plan 9.

Sergio Velarde
29 de setiembre de 2015 

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