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domingo, 17 de mayo de 2015

Crítica: NOSOTROS LOS BURÓCRATAS

Notable y tardío estreno de visión obligatoria 

Algunos olvidan que Delfina Paredes no solo es una gran actriz, sino también una incisiva dramaturga, capaz de escribir teatro con un alto contenido social que lleva irremediablemente a la profunda reflexión sobre nuestra sociedad. Y es que resultó toda una sorpresa el tardío estreno en la AAA de Nosotros los burócratas, pieza ganadora del Primer Premio del Concurso Nacional de Obras de Teatro TUSM en 1980, dirigido por el nieto de Delfina, Martín Velásquez,  y a cargo del colectivo BUTACA Arte & Comunicación. Todo el sabor del teatro escrito en la década de los ochentas, con trazos gruesos de teatro de denuncia como lo dice uno de los mismos burócratas, no pierde un ápice de fuerza sobre el escenario, interpretado por un elenco, que si bien es cierto resulta demasiado joven para sus personajes, crea acertadamente dicha convención en el público, derrochando gran energía y convicción en sus roles.

Al margen de nuestra opinión sobre la burocracia, el presente montaje nos hará sentir una profunda compasión por los empleados públicos. Ambientada en la Lima de 1979, la puesta en escena de Nosotros los burócratas destila una fuerte influencia brechtiana: jugando con la metateatralidad, vemos en el escenario a un grupo de jóvenes burócratas del Ministerio de Economía y Finanzas antes de empezar su jornada laboral en un día muy particular, pues se anunciarán algunos despidos por parte del gobierno. Ante la petición de un espectador y la autorización del director (que aparecen en escena de una manera tan natural como contundente), descubrimos que los burócratas son también actores, y que se disponen a dramatizar un día de su vida cotidiana, con el propósito de mostrarle al público su verdadera humanidad.

Es este sencillo recurso escénico, que le permite a Paredes escribir en el primer acto pequeños y precisos cuadros, cargados de drama y humor por igual, en los que vemos a cada burócrata y su respectiva familia tomar el desayuno por la mañana. Y resulta sorprendente como en cada pequeña escena vemos en toda su dimensión, la violencia, el machismo, la injusticia, la inestabilidad laboral y el racismo nuestro de cada día. Para el segundo acto, cuando ya sabemos los problemas que acarrea este variopinto grupo de personas, resulta imposible para el espectador no sentirse afectado por el peligro que representa aquel sobre que contiene la carta de despido. Mérito de los actores Herbert Corimanya, Franco Iza, Rocío Montesinos, Miriam Guevara, Fabio Portocarrero, Emily Yacarini, Franccesca Vargas, David Huamán, Paola Chacaltana y Omar Velásquez, el darle la emoción precisa a sus personajes durante la dilatada duración del montaje, que dicho sea de paso, ni se siente. Acaso el mayor mérito de Nosotros los burócratas de Defina Paredes sea el de restregarnos en la cara que, a 35 años de su publicación, nada ha cambiado o muy poco se ha hecho por combatir nuestra equivocada e injusta idiosincrasia. De visión imprescindible.

Sergio Velarde
17 de mayo de 2015

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