Una atípica monja detective
Basada en la comedia Melocotón en almíbar (1958) del dramaturgo español
Miguel Mihura, se estrenó en el Teatro Auditorio Miraflores la pieza ¿Hay que
matar a la monja? dirigida por Jonathan Oliveros. Se trata de una comedia de
enredos en la que cinco delincuentes aficionados son puestos en jaque nada
menos que por una monja, que por azahares del destino acude al departamento de los ladrones fungiendo de enfermera. Mihura se caracterizó por escribir comedias que
renovaron el teatro español, dotándolas de un explícito sentido del absurdo en
medio de tramas detectivescas. Pues bien, la obra en cuestión no escapa a ese parámetro:
Sor María (Katherina Sánchez) parece sospechar de los aparentemente inofensivos
residentes del departamento al que llega, y sus deducciones lógicas harán tambalear
los secretos planes de la banda.
Toda la acción ocurre en el departamento que alquila doña Pilar (Rochi
Lasarte) a este inusual y atípico grupo de “familiares”. Los enredos comienzan
cuando la banda, antes de cometer su siguiente atraco, esconde su botín dentro de
una maceta, y pide atención médica para uno de sus integrantes enfermo de
pulmonía. Es así que llega por recomendación, esta atípica religiosa que parece
saberlo todo, poniendo en riesgo incluso su propia vida, especialmente cuando
anuncia que se encargará del cuidado de las plantas en la dichosa maceta. Luego
de un tibio inicio, en el que se nos presentan los personajes de la trama, la
comedia alcanza sus puntos más altos con la primera aparición y posteriores
intervenciones de Sor María, cuya sola presencia suma varios puntos al montaje.
Ya en el segundo acto, sus reiterativas apariciones con parafernalia de luces y
sonidos lucen algo cansinas, pero no afectan mayormente el resultado final.
El joven actor y director Oliveros, de quien vimos este año la
simpática Las Formas Perimidas, tuvo que resolver la ausencia de la actriz
Cecilia Tosso (debido a un accidente) en el papel principal, a pocos días del
estreno. La elección de Sánchez fue acertadísima, tratándose de una versátil actriz
que se mueve sin dificultad entre dramas y comedias: su Sor María es el alma
del montaje y sus esfuerzos, contando con tan poco tiempo, rindieron sus
frutos. El elenco que la acompaña no desentona, con los experimentados Paco
Varela, Ricardo Morante, Daniel Zarauz y Rochi Lasarte; y los jóvenes Sofía
Muñoz y George Silva. Oliveros y la productora Liber-Teatro consiguen con ¿Hay
que matar a la monja?, un digno espectáculo de entretenimiento, que además ya
anuncia una reposición. Por supuesto, valdrá la pena volver a ver a esta
atípica monja detective.
Sergio Velarde
28 de octubre de 2014
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