Hilarante antología del caos.
El prestigioso dramaturgo británico Alan Ayckbourn no le es desconocido
ni al público limeño ni a David Carrillo, director de El niño que cayó dentro
de un libro (2008), Amigos invisibles (2009) y Casa y jardín (2012). Escrita
por Ayckbourn en 1994, por ejemplo, Puertas comunicantes fue estrenada por Plan
9 en el Teatro Larco hace dos años con singular éxito: un thriller de
ciencia-ficción en clave de comedia, que exploraba de manera hilarante los viajes
en el tiempo. Carrillo ahora se lanza a dirigir otra obra del mismo autor, pero
escrita 20 años antes que la anteriormente mencionada, titulada Confusiones,
pero esta vez en el confortable e íntimo Teatro de Lucía. Las dos décadas que
separan una obra de la otra no han mellado los picos de brillantez que alcanza
Ayckbourn como dramaturgo y, como todo montaje de Carrillo, los resultados son
auspiciosos a nivel escénico, con un excelente manejo del humor que ofrece el
texto, en sus cinco hilarantes cuadros.
La pieza Confusiones trata dos temas básicos que generan el hilarante caos
en escena: la terrible incomunicación que existía (también) en aquellas épocas
sin celulares ni internet; y el juego de apariencias hipócritas que impide
alcanzar la felicidad a sus disparatados personajes en eterna confusión. Como
la impertinente madre (Gabriela Billoti), que se inmiscuye en la vida de un
joven matrimonio; como el solitario bebedor y vendedor (Pold Gastello),
separado de su esposa y sin éxito con las mujeres; como el estirado y
entrometido mozo (Sergio Gjurinovic), que se involucra en un lío de parejas;
como el desternillante animador de una kermese (Nicolás Fantinato), que
embaraza a la mujer equivocada (Patricia Barreto); o como los cinco atribulados
personajes que se encuentran en un parque, tan necesitados de afecto y a la vez,
tan desconfiados el uno del otro.
Es precisamente esta última escena, titulada Una conversación en el
parque, la que cierra con un toque de reflexión, la escalada de carcajadas que
producen los cuadros anteriores: en Figura materna, la ausencia del esposo
puede trastornar seriamente la realidad de una mujer; en Compañero de bebida,
dos mujeres son acorraladas por un borracho ávido de compañía; en Entre bocados,
un caso de infidelidad es auscultado por un mozo, que pasea discretamente entre
dos mesas del mismo restaurante; y en La fiesta al aire libre de Gosforth,
acaso el cuadro más logrado, la organización de un evento fracasa
estrepitosamente por una serie de acontecimientos imprevistos, desde la
aparición de una torrencial lluvia hasta la revelación de un affaire prohibido.
Las cualidades histriónicas de los cinco actores, quienes debían
caracterizar a 21 personajes diferentes, son aprovechadas al máximo por
Carrillo. Fantinato, Gastello y Gjurinovic demuestran lo eficientes que pueden
ser en estas lides, pero son las damas quienes consiguen los mejores momentos de
Confusiones. Barreto construye de manera impecable sus variados personajes, y
la experimentada Billoti se luce con gran versatilidad en cada escena que
aparece. Confusiones logra mantener desde el inicio las risas constantes,
gracias a una excelente dirección de actores, una funcional escenografía y los precisos
elementos que acompañan las acciones. El que cada escena mantenga un personaje
de la anterior, excepto la última, parece no tener mayor importancia. Sin
alcanzar los brillos de Demasiado poco tiempo (acaso su trabajo más redondo
como director), Carrillo ha logrado en el Teatro de Lucía, una de las mejores
comedias de antología en lo que va del año. Y esperamos por supuesto, ver en
escena más comedias del talentoso Ayckbourn.
Sergio Velarde
Crítica publicada en La Lupe #4
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