Confesiones de una claun que niega ser actriz
Wendy Ramos debe ser probablemente, la única actriz que conocemos que
afirma no ser actriz, sino claun. ¿Qué diferencia entonces a un actor de un
claun? Para algunos, el actor es el encargado de representar personajes a partir
de sí mismo y en ocasiones, tomará prestado de otros, trabajando su cuerpo y
mente; mientras que el claun constituye un nivel más elevado, cuando el actor abre
la puerta de su espíritu y se coloca, al mismo tiempo, la nariz roja. Otros se
remontan a épocas antiguas, cuando los griegos llamaban hipócritas a los
actores, pues encarnaban a quienes no eran en realidad; actor era sinónimo de
mentira, mientras que el claun “hace”, no “hace como que hace”. El claun siente
y vive con espíritu positivo, social y divertido, encontrando en su capacidad
de reírse de sí mismo a su mejor herramienta de trabajo. Cuando el actor debe
seguir todas las acotaciones del autor, del director y hasta del resto de
personajes; el claun tiene como única referencia a sí mismo, enriqueciendo su
personalidad con los sentimientos que tiene a flor de piel, pero también con
aquellos que tiene ocultos. Por todo lo escrito, Wendy Ramos es una claun en
toda regla.
Debido a la gran acogida que tuvo su primer unipersonal el año pasado,
Wendy regresa al Teatro Pirandello con Cuerda, siempre dirigido por Nishme
Súmar, con el respaldo de Los Productores. Se trata de un exquisito trabajo a
cargo de la consumada claun, en la que a través de sus propias vivencias, nos
regala una agradable metáfora sobre la dependencia humana, simbolizada en aquella
cuerda roja que le impide alcanzar la felicidad, mientras que ella va
volviéndose progresivamente menos “cuerda”. Una cuerda que acaso haya heredado
o haya ido confeccionando con el tiempo. Los recuerdos de infancia que va sacando
de su armario, algunos de ellos encerrados simbólicamente dentro de frascos de
vidrio, se intercalan con sus terapias (que parecen no ir hacia ningún lado) a
cargo del Dr. Sigmund. Las luces y los sonidos acompañan a la claun con total fluidez.
Wendy nos abre su corazón honestamente y a través de sus anécdotas,
llenas de humor y sabiduría, nos confronta con nuestras propias “cuerdas”:
nuestros padres, nuestros jefes, nuestros amigos, nuestros triunfos, nuestros
fracasos y nuestros pasados. Nadie como Wendy para hablarnos del tema que más
sabe: ella misma. Sus cambios de registro, desde la sabia ironía hasta el más
profundo drama, resultan magistrales en escena. Para no considerarse a sí misma
como una actriz, Wendy nos regala una hora con veinte minutos de teatro puro.
Cuerda es un espectáculo imprescindible para disfrutar de una artista a carta
cabal.
Sergio Velarde
18 de mayo de 2014
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