Páginas

domingo, 18 de mayo de 2014

Crítica: CUERDA

Confesiones de una claun que niega ser actriz

Wendy Ramos debe ser probablemente, la única actriz que conocemos que afirma no ser actriz, sino claun. ¿Qué diferencia entonces a un actor de un claun? Para algunos, el actor es el encargado de representar personajes a partir de sí mismo y en ocasiones, tomará prestado de otros, trabajando su cuerpo y mente; mientras que el claun constituye un nivel más elevado, cuando el actor abre la puerta de su espíritu y se coloca, al mismo tiempo, la nariz roja. Otros se remontan a épocas antiguas, cuando los griegos llamaban hipócritas a los actores, pues encarnaban a quienes no eran en realidad; actor era sinónimo de mentira, mientras que el claun “hace”, no “hace como que hace”. El claun siente y vive con espíritu positivo, social y divertido, encontrando en su capacidad de reírse de sí mismo a su mejor herramienta de trabajo. Cuando el actor debe seguir todas las acotaciones del autor, del director y hasta del resto de personajes; el claun tiene como única referencia a sí mismo, enriqueciendo su personalidad con los sentimientos que tiene a flor de piel, pero también con aquellos que tiene ocultos. Por todo lo escrito, Wendy Ramos es una claun en toda regla.

Debido a la gran acogida que tuvo su primer unipersonal el año pasado, Wendy regresa al Teatro Pirandello con Cuerda, siempre dirigido por Nishme Súmar, con el respaldo de Los Productores. Se trata de un exquisito trabajo a cargo de la consumada claun, en la que a través de sus propias vivencias, nos regala una agradable metáfora sobre la dependencia humana, simbolizada en aquella cuerda roja que le impide alcanzar la felicidad, mientras que ella va volviéndose progresivamente menos “cuerda”. Una cuerda que acaso haya heredado o haya ido confeccionando con el tiempo. Los recuerdos de infancia que va sacando de su armario, algunos de ellos encerrados simbólicamente dentro de frascos de vidrio, se intercalan con sus terapias (que parecen no ir hacia ningún lado) a cargo del Dr. Sigmund. Las luces y los sonidos acompañan a la claun con total fluidez.

Wendy nos abre su corazón honestamente y a través de sus anécdotas, llenas de humor y sabiduría, nos confronta con nuestras propias “cuerdas”: nuestros padres, nuestros jefes, nuestros amigos, nuestros triunfos, nuestros fracasos y nuestros pasados. Nadie como Wendy para hablarnos del tema que más sabe: ella misma. Sus cambios de registro, desde la sabia ironía hasta el más profundo drama, resultan magistrales en escena. Para no considerarse a sí misma como una actriz, Wendy nos regala una hora con veinte minutos de teatro puro. Cuerda es un espectáculo imprescindible para disfrutar de una artista a carta cabal.

Sergio Velarde
18 de mayo de 2014

No hay comentarios:

Publicar un comentario