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domingo, 14 de julio de 2013

Crítica: CÓMO APRENDÍ A MANEJAR

Escabrosas lecciones de vida

Paula Vogel es una destacada dramaturga y profesora universitaria de nacionalidad norteamericana, que recibió en 1998 el premio Pulitzer por su sólido drama Cómo aprendí a manejar, en el que examina la vida de una joven víctima del abuso sexual dentro de su propio círculo familiar. Un espinoso y controvertido tema, de los que Vogel acostumbra tocar en sus obras, afirmando que si el espectador se siente incómodo es porque la pieza teatral funciona. Sufrió una pérdida irreparable en 1998: su hermano Carl falleció víctima del SIDA. En el 2004 decide casarse con la profesora Anne Fausto-Sterling. Su valentía y lucidez al escribir se perciben claramente en el estreno de su laureada obra, en el Teatro Auditorio Miraflores, como un proyecto de Artes Escénicas de la PUCP, a cargo de Leticia Poirier (además, protagonista de la pieza) y dirigido con mucho tino por Ebelin Ortiz.

Cómo aprendí a manejar puede evaluarse desde varios puntos de vista, y en todos funciona a la perfección. La tensa relación entre Rayita (que se convierte indistintamente en niña, adolescente y mujer para cada escena) y el esposo de su tía, simplemente llamado tío Pico, es incestuosa, llena de momentos de abuso y manipulación psicológica. La obra funciona como representación de universo femenino y el despertar sexual dentro de una sociedad conservadora: en un pueblo de Maryland en la década de los 60, Rayita aprende las lecciones de la vida, a través de los consejos de su disfuncional familia y de la peligrosa presencia de su tío, en medio de las lecciones de manejo, metáfora perfecta para guiarnos en este crudo y difícil aprendizaje al que es sometido la joven. También funciona como propuesta para romper la tradicionalidad de la narración: la obra presenta los cuadros en desorden, pero no por ello confunde al espectador. En una hábil maniobra, vemos primero el quiebre emocional del tío Pico (en el que sentimos su dolor y frustración ante la negativa de Rayita para aceptar su oscura propuesta) y después, el primer y despreciable acoso consumado, en el asiento del conductor.

Leticia Poirier, en el rol de Rayita, logra salir airosa en sus transiciones a lo largo del tiempo, y en sostener sus monólogos, dirigiéndose al público narrando su historia. Por su parte, Marcello Rivera se aleja del fácil estereotipo del monstruo pedófilo, componiendo un ser humano equivocado y presa de instintos que no puede contener, muy contenido y lleno de sutilezas. El coro, integrado por Firelei Barreda, Tirso Causillas y Michella Chale, caracteriza al resto de personajes que intervienen en el drama, destacando nítidamente Chale, interpretando a la madre y la tía de Rayita, robándose las escenas en las que aparece. Impecables producción, escenografía y vestuario. Cómo aprendí a manejar, siendo un proyecto de Artes Escénicas de la PUCP dirigido por Ebelin Ortiz, alcanza los brillos necesarios para ser considerado como uno de los mejores estrenos en lo que va del año, confirmando también a Paula Vogel como una de las dramaturgas norteamericanas contemporáneas más lúcidas e interesantes.

Sergio Velarde

14 de julio de 2013

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