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sábado, 14 de julio de 2012

Crítica: EL EXAMEN FINAL

Teatro educativo con nota aprobatoria

Mostrar “teatro dentro del teatro” puede resultar una buena idea, siempre y cuando se disponga de una dramaturgia inspirada y dispuesta a llevar al extremo todo los avatares que rodean la creación y puesta en escena de una obra. Por citar dos ejemplos recientes, Eduardo Adrianzén con Azul resplandor y Aldo Miyashiro con Función Velorio, revelaron sin tapujos, cada uno en su particular visión, las génesis de una obra de teatro de “los de arriba”, en el primer caso; y una “de los de abajo”, en el último. Ambos consiguieron excelentes resultados con sus puestas en escena; sin embargo, los objetivos de El examen final son mucho más modestos, informativos y educativos (no por ello, despreciables), ya que su director César Salas prefiere, primero, no darles personalidad definida a sus actores en escena; y segundo, centrar todo el interés en los fragmentos que estos supuestos alumnos de la Escuela Nacional de Teatro han elegido para preparar su última y dilatada evaluación antes de graduarse.

El público espectador de este examen final, que consta de cuadros de Tragedia, Comedia y Farsa, llega a conclusiones, a juzgar por sus aplausos y risas, muy diferentes a las del profesor calificador. Si algunos opinan que el género dramático más difícil de llevar a escena es la Tragedia, pues este montaje lo comprueba a plenitud, ya que el último tramo de la tragedia Otelo de Shakespeare debe pulirse urgentemente: actuar con fuerza y convicción en unos, cuidar la sobreactuación en otros. Mejor resultan los dos cuadros de la amable comedia Cosas de papá y mamá de Alfonso Paso, interpretada con naturalidad y mucho carisma por parte de los actores. Eso sí, la Farsa, tal como lo mencionan los propios alumnos intérpretes durante el montaje, debía traer exageración y carnaval a la escena; sin embargo, los fragmentos escenificados de Cornudo, apaleado y contento de Alejandro Casona lucen muy contenidos y planos, demasiado parecidos a las escenas de comedia, presentados anteriormente. Si funcionan finalmente, es porque el texto en sí es entretenido y los actores hacen su mejor esfuerzo.

Podríamos afirmar que Onasis Toro, Francine Larrea, Sydney Estacio, Zadith Prada, Romualdo Travezaño y Roberto Cuba sí hacen creíbles sus papeles de estudiantes de teatro aprobados (en promedio) en su curso de actuación. Se nota el evidente y esperado desnivel histriónico (como en todo grupo de estudiantes), pero cada uno de ellos destaca en, al menos, uno de los personajes que le toca interpretar en la puesta. El profesor evaluador de este examen sí merece un jalón de orejas: ¿cómo puede disculpar tan fácilmente a una estudiante de actuación que llega tarde y mascando chicle a su examen final? Con esta secuencia, el director César Salas anula cualquier suspenso a la puesta en escena, ya que con semejante jurado, resulta obvio que todos los alumnos aprobarán. De todos modos, El examen final del grupo Telón Abierto, estrenado en el Teatro Auditorio Miraflores, aprueba su paso por los escenarios, pero en el ámbito estrictamente educativo, que es finalmente, la razón de su origen.

Sergio Velarde
14 de julio de 2012

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