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lunes, 14 de mayo de 2012

Crítica: MADRUGADA

Nuestras variopintas celebraciones y festejos

Resulta entendible que el estreno de Madrugada, presentado en el Museo de Arte de Lima por Viaexpresa colectivo teatral, haya generado una oportuna reflexión de Gabriela Javier Caballero en su blog El teatro sabe, acerca de la naturaleza misma del teatro, sobre su necesidad imperiosa de traducir la realidad, estilizándola. Escrita por Gilberto Nué y dirigida por Diego López, Madrugada toma de pretexto la esquemática y por demás, trillada historia de amor de una pareja a la que le urge reencontrarse, para escenificar con mucha pompa, gracia y brío, algunas de las diversas manifestaciones culturales que ofrece (y enriquece) nuestra ciudad. Y precisamente, este estilo pseudo-documental, apoyado con música en vivo, baile y proyección de video, justifica la posición de Caballero de no considerar a este montaje como un espectáculo teatral.

Curiosamente otra colega, Rosana López-Cubas en su blog Lima en escena, también indaga sobre la naturaleza misma de Madrugada: le pregunta a su director Diego López si estamos ante un musical. Ante la respuesta negativa, López afirma que su puesta en escena busca básicamente divertir. Y lo consigue en gran medida, gracias a la creatividad con la que pone en escena cada una de las representaciones festivas de la obra, desde un quinceañero hasta una fiesta rave, pasando por un cumpleaños, una pollada, un matrimonio o una “pera malograda”. Todos estos cuadros resultan entrañables, al igual que algunos divertidísimos personajes que intervienen, como la animadora infantil, la adorable quinceañera, los niños malcriados que odian a Barney, los pitucos de la discoteca o las “amixers”. Sin embargo, la coartada sentimental del imposible amor entre los cusqueños Lucinda y Cirilo, separados por la distancia y por la nueva vida de ella en la capital, está escrita de manera tan predecible y básica, que a duras penas es sostenida por los esfuerzos de los actores María del Carmen Sirvas y Edwin Vásquez.

La búsqueda de Lucinda, por parte de Cirilo y su amigo Wilson (Óscar Ugaz) resulta esquemática, cansina y repetitiva. Pasados los primeros cuadros entendemos que los insertos a manera de flashbacks (que nos muestran la última conversación entre los enamorados en la sierra) sólo sirven para que el resto del elenco prepare la siguiente escena. Pero Madrugada sí ofrece algo muy destacable: los pintorescos protagonistas de cada festejo, quienes cantan, bailan y se divierten con absoluta convicción, a pesar de lo estereotipado de sus roles. Ray Álvarez, Carla Arriola, Jorge Bardales, Carolina Cano, Pierina Carcelén, Natalia Cárdenas, Jeffrie Fuster, Carla Gonzales, Jaime Lozada, Marco Otoya, Diego Alonso Pérez y María Fernanda Valera están notables en cada uno de los variopintos personajes que les toca representar. Acaso se podría afirmar que Madrugada sí es un montaje teatral, pero que sólo vale como un inofensivo entretenimiento y nada más.

Sergio Velarde
14 de mayo de 2012

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