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sábado, 28 de abril de 2012

Crítica: OJOS BONITOS, CUADROS FEOS

La crítica versus el arte

Estrenada en el teatro del Centro Cultural de la Pontificia Universidad Católica del Perú en el año 1996, la pieza teatral Ojos bonitos, cuadros feos de nuestro laureado escritor Mario Vargas Llosa, regresa a los escenarios de los auditorios descentralizados del Centro Cultural Británico, de la mano del grupo Teatro del Horizonte bajo la dirección de Luis Enrique Cornejo. Se trata de una efectiva obra que motiva la reflexión acerca de la eterna rivalidad artística entre creadores y jueces, a través de la historia de tres frustrados y reconocibles personajes, quienes a través de sus diálogos ponen en el tapete asuntos como la verdadera naturaleza y condición del arte y del artista, respectivamente; el esquivo talento y su inútil aprendizaje; y por supuesto, el ingrato rol de quien decide dedicarse al oficio crítico.

Ojos bonitos, cuadros feos es el nombre de la reseña que le escribe a una de sus alumnas, el reconocido e influyente crítico de arte, y además homosexual reprimido, Eduardo Zanelli, para su primera exposición de pintura. La joven, de nombre Alicia Zúñiga, cae en una profunda e irreversible depresión tiempo después. Hasta el departamento del crítico llega, por medio de engaños, el marino Rubén Zevallos, a cobrar venganza por la suerte de su enamorada. Es en este diálogo, y en las palabras de Alicia que llegan como recuerdos o fantasías de Rubén, donde descubrimos la realidad del crítico todopoderoso (un pintor frustrado y sin talento) y la artista víctima (una joven insegura e ingenua). Acaso el autor prefiere no dar a conocer su propio punto de vista, lo que lleva al público a cuestionar las motivaciones de los personajes y sacar nuestras propias conclusiones.

La puesta en escena de Cornejo es sencilla y austera, centrando el interés en el contrapunto de los personajes. Sin embargo, el módulo en el que se encuentra el personaje de Alicia debe estilizarse más. Reynaldo Arenas, a pesar de algunas fallas en su dicción, compone a un creíble crítico de arte, perfectamente coherente con su propia frustración y desgarrador al enfrentar su destino final. Por otro lado, el mismo Cornejo le confiere profundidad y realismo al militar machista y sensible, incapaz de aceptar la negativa de su novia y su posterior ausencia. Jasmin Zevallos, con algunos momentos de sobreactuación, convence como la joven aspirante a pintora, destruida moralmente por la crítica de su maestro a quien tanto admiraba. Ojos bonitos, cuadros feos es un sencillo y digno montaje que lleva a plantearnos muchas interrogantes sobre el necesario ejercicio de la crítica de arte (a todo nivel), como una herramienta necesaria para su desarrollo.

Sergio Velarde
28 de abril de 2012

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