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miércoles, 4 de enero de 2012

Entrevista: JACQUI CHUQUILLANQUI

"Dedicarse al arte, sintiendo y pensando"   

Ganadora del premio a mejor actriz del 2011 por El Oficio Crítico, Jacqui Chuquillanqui demostró gran versatilidad en los diferentes roles que le tocó interpretar en los últimos años, tanto en drama, comedia o familiar. Así la vimos en Teresa, Paraíso, Octubre Negro, El Caballito Azul y La Pasión de Cristo. Su último trabajo, Navaja en la carne de Plinio Marcos, fue notable al darle vida a una frustrada prostituta martirizada por su prepotente pareja. “Tuve suerte de estar en un colegio que le daba énfasis al arte, como lo es el Santa María Eucrasia”, recuerda Jacqui. “A pesar que mi mamá no quería que fuera vedette (risas), no lo pensé dos veces y llegué a la ENSAD.”

“Estuve en un taller libre de la Universidad Villareal, donde me enseñó el psicólogo Hans Gutiérrez, quien también es director teatral”, nos cuenta Jacqui, quien añade que Gutiérrez fue el “culpable” que esté en el medio teatral. En ese tiempo asistía a ver espectáculos teatrales en el Museo de Arte de Lima. “Vi por primera vez a Ismael Contreras, quien después sería mi profesor y director. También conocí a Jean Cottos, quien me habló de la ENSAD.” Fue así que Jacqui decidió ser no actriz, sino profesora e ingresar a la Escuela Nacional Superior de Arte Dramático. “Soy práctica y estoy segura de haber tomado una buena decisión”, reconoce.

Ya en la ENSAD, tuvo como principales profesores a Contreras, Rafael Hernández y Oswaldo Fernández. “Recuerdo que mis profesores ponían sus ojos en mí, como si tuviera algo más que ofrecer, a pesar que me prohibieron actuar y yo, muy obediente, acepté esa regla.” Jacqui actuó muy poco, salvo con el grupo ABEJA, que le sirvió para corregir muchas taras como actriz. “Aprendía a callar, a obedecer y a probar actuando”, recuerda. “Hice una obra llamada Historia de una muñeca abandonada. Le debo mucho a Juanita Medina, ex-esposa de Ismael, quien me ayudó muchísimo.”

Una nueva etapa

Tiempo después Jacqui se dedicó sólo a enseñar pedagogía teatral; entre los alumnos que más recuerda figuran Mayra Lee (Taller de Era Azul), Verónica Alvarado (Sendar Producciones) y Henry Sotomayor (actor y director teatral). Reconoce que no la llamaban para participar como actriz, porque no la conocían. “Hasta que en el 2008 le dije a Josse Fernández (director del grupo Perú Teatro) que me llamara si había algo para mí”, recuerda. Fue así que entró a la obra La Pasión de Cristo, su primer contacto real con el teatro, pero menciona que “todavía no podía decir que era actriz, decía: yo hago teatro.” Fue el inicio de una nueva etapa en su vida, al dejar la ENSAD y al enfrentar la muerte del padre de su hija.

“Me gustaba que me llamaran para hacer cosas diferentes, con mucho riesgo para una actriz de mi nivel, ya que consideraba que recién empezaba”, menciona Jacqui, quien afirma que si uno se organiza debidamente, puede hacer muchas cosas. “El teatro me ha permitido conocerme un poco más”, afirma. Sin embargo, reconoce que todavía no se anima a dirigir algún montaje. “He dirigido para mis talleres, pero de forma interna”; Jacqui reconoce que tiene buenas ideas y lo positivo de Navaja en la carne fue que tuvo libertad para proponer ideas para así enriquecer el producto final. Finalmente, Jacqui aconseja a los jóvenes que deseen incursionar en el arte, que hagan lo que les dicta el corazón. “Pero siempre con una conexión con el cerebro”, advierte. “Para dedicarse a la carrera del arte o cualquiera, debe hacerse sintiendo y pensando a la vez. Y es que para poder ser creador, se necesita tener tranquilidad, estabilidad y paz”, concluye.

Sergio Velarde
04 de enero de 2012

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