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viernes, 18 de febrero de 2011

Crítica: ESPECIES

La ambigüedad del amor 

Siguiendo la línea provocadora en sus montajes, el grupo Espacio Libre estrenó el año pasado Especies, con dramaturgia de Sara Joffré y el mismo grupo, siempre bajo la dirección de Diego La Hoz. Consiguió los premios del público a Mejor Obra, Director y Actriz de Reparto en el blog El Oficio Crítico; a Mejor Obra en la Muestra Regional Costa Centro y es finalista en la Muestra Nacional de este año. Basándose en reportajes periodísticos, la puesta en escena es de carácter documental, recreando seis casos de pedofilia, con el propósito de crear conciencia en el espectador sobre este espinoso tema, que llena de desesperanza, angustia y miedo a los principales afectados: los niños. Este ambiguo “amor” que sienten los agresores es expuesto en escena de manera descarnada y a la vez formal (a juzgar por los vestuarios de sus cuatro intérpretes), y la obra puede ser considerada como teatro de denuncia, a pesar que busca, de acuerdo a la postura del grupo, sólo la reflexión en el público para que tome la posición ideológica que desee.

A manera de un ejercicio teatral, los actores utilizan alguna prenda de su vestuario (sacos, lentes, pañuelos) para caracterizar a las víctimas y victimarios de cada caso, y luego dirigirse al público para precisar algún detalle o dar alguna información pertinente, siempre recordándonos que los abusos y crímenes cometidos fueron reales. Muy reconocible la pluma de Sara Joffré en la obra. Limpio trabajo de Omar Del Águila, Betzabeth Misme, Jonathan Oliveros y Jhosep Palomino, muy precisos en su ejecución escénica. El director Diego La Hoz logra un montaje enérgico y fluido, con algunas agradecidas pinceladas de humor, centrándose en el desempeño de los actores, que se valen únicamente de cuatro sillas y cuatro periódicos para crear los ambientes y definir los espacios. Especies no traiciona la línea del grupo y confirma a Espacio Libre como uno de los grupos teatrales más interesantes del medio.

Acaso la única objeción que se le podría hacer a la obra, sea más bien de fondo que de forma: entender la pedofilia como un “extraño” tipo de amor (según figura en el programa de mano) resulta muy difícil siquiera de considerar, ya que este trastorno sexual merece el repudio unánime por parte del espectador. Por supuesto, el significado del amor es “el conjunto de sentimientos que ligan una persona a la otra”, y estos sentimientos no necesariamente deben ser buenos, pero la palabra en sí lleva irremediablemente a una connotación pura y limpia, inexistente por completo en la puesta en escena. Y es que la postura del grupo con respecto a la pedofilia es clara y contundente, principalmente cuando los actores se dirigen al público dentro el mismo montaje, mostrando el fastidio en sus rostros y gestos al explicar las escenas. Resulta (todavía) muy complicado encontrar “amor” en Especies, cuyo nombre proviene justamente de considerar a la niñez impoluta e inmaculada como una especie en extinción.

Sergio Velarde
18 de febrero de 2011

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