martes, 29 de marzo de 2022

Crítica: BULL


Humor negro con sentido consentido

“El hombre se realiza cuando comparte con sus semejantes la construcción de un mundo mejor para todos. El teatro no puede dar recetas o tomar partido por una forma exclusiva de interpretar la realidad. Pero puede cumplir una labor de esclarecimiento o catarsis cuando contribuye a la comprensión y cuestionamiento de los mecanismos de alineación del sistema social (…)” El arte del hombre – Ernesto Ráez

El escenario está totalmente oscuro. Las luces se encienden paulatinamente. En el fondo, se logra apreciar el hocico de un toro. Los intérpretes aparecen desde el lugar del público. Cada uno se sienta en una butaca. Finalmente se dirigen hacia el escenario. Así inicia Bull, obra producida por La Ira Producciones y dirigida por Mikhail Page. Además, cuenta con las participaciones de Manuel Gold, Andrea Luna, Joaquín de Orbegozo y Christian Ysla. La obra se presenta en una corta temporada en el Nuevo Teatro Julieta hasta el 10 de abril.

Bull es una comedia escrita por el dramaturgo Mike Bartlett. Esta es la historia de tres oficinistas que buscan mantener sus puestos de trabajo, porque la compañía en la que laboran está en crisis. Así, dos empleados deciden formar una alianza para socavar al tercero. La historia de Bartlett no presenta “peruanismos”; sin embargo, la propuesta de Page sí los posee. Este cambio en el parlamento es un acierto, porque especifica la procedencia del personaje. En ese sentido, se puede apreciar que los creadores hicieron una obra para un público específico.

La escenografía, sin algún ente actuante, complementa lo que sucederá en la obra, pues esta es una oficina que junto a los objetos que lo rodean crean la imagen de un ring. Sin embargo, también se presta como ilusión de una plaza de toros por la asociación con el sonido e imagen de fondo. En ese sentido, Bull de Page es una obra que combina actuaciones naturalistas con espacios no naturalistas creando así un lenguaje propio.

Los personajes, antes de ingresar al escenario, tomaron las butacas del público y se sentaron. Esta acción también fue acertada porque identifica a los personajes con los espectadores. El subtexto podría interpretarse como si la situación que observarán los asistentes siempre pasa y estos son parte de ello. Así, el call to action o llamada a la acción se define como el cuestionamiento de la situación para la posterior reflexión del espectador.

En resumen, Bull es una comedia con humor negro que presenta el cuestionamiento de la competitividad en el entorno laboral. La trama no presenta ningún giro. Los personajes sufren cambios, pero no para variar el sentido de la obra, sino para mantenerse y aferrarse al cuestionamiento de ese mecanismo social. Por lo tanto, es una obra que no solo entretiene con su comedia agria, sino es un trabajo que dice y hace reflexionar la posición del espectador.

Elio Rodríguez

29 de marzo de 2022

jueves, 24 de marzo de 2022

Crítica: NO QUIERO OLVIDAR


Tempranos brotes de enfermedad

Hace unos años, Osvaldo Cattone ofreció su última gran actuación en El padre del autor francés Florian Zeller, en donde interpretó a un anciano que sufría de Alzheimer. ¿Pero acaso esta incurable enfermedad solo afecta a hombres y mujeres de la tercera edad? Pues el actor y director Gerardo Fernández se animó a volver a las tablas con No quiero olvidar, pieza de su autoría, una historia centrada justamente en la crisis que ocasiona el Alzheimer de aparición temprana, una forma poco común de demencia que afecta a personas menores de los 65 años. Síntomas como los problemas de memoria, el razonamiento y la conducta comienzan a aparecer poco a poco en la vida de la pareja protagónica, enfrentada a una situación límite que pondrá a prueba su relación.

Lucio (el mismo Fernández) es un artista teatral de 49 años, que vive su mejor momento profesional al ser convocado para un rol protagónico en una conocida plataforma de streaming. Sin embargo, la temprana aparición del Alzheimer pondrá en jaque no solo sus sueños de consagración, sino que hará peligrar la feliz convivencia con su novio Álvaro (Álvaro Pajares), veinte años menor que él. La dramaturgia de Fernández acierta en presentar los progresivos síntomas de la enfermedad en el maduro Lucio, de manera esporádica en su rutina diaria, a la vez que explora hábilmente la promiscuidad de Álvaro, quien siente serias dudas de continuar con una vida monogámica. Se aprecia también el dosificado uso del humor en sutiles detalles dentro de la trama que impiden que el drama se desborde hacia el inexorable final.

Presentada en el íntimo Espacio Teatro Esencia de Barranco, la más reciente apuesta de Fernández es fluida y conmovedora, aprovecha bien el reducido espacio que dispone y se sigue con interés, a pesar de su dilatada duración para estos tiempos del nuevo regreso al teatro presencial. Quizás modular el volumen de las voces en determinadas secuencias (detalle necesario en un espacio tan íntimo), así como ceder la presentación protocolar a un asistente y no que la haga la misma productora Cynthia Bravo, también actriz del elenco (por cierto, impecable en sus variados roles) pueden ser los únicos reparos al montaje. No quiero olvidar es un sólido espectáculo que explora con sobriedad y respeto las dramáticas consecuencias de una penosa enfermedad degenerativa, que solo con verdadero amor puede sobrellevarse con dignidad.

Sergio Velarde

24 de marzo de 2022

Crítica: TRINIDAD


Las consecuencias de creer en un amor verdadero

Después de una temporada en la plataforma virtual, Samoa Producciones trae nuevamente la propuesta Trinidad de Juan Carlos Delgado, dirigida por Nella Samoa Alvarez e interpretado por Gian Paul Miranda, esta vez de forma presencial para introducir su llamado “teatro cinematográfico” a las tablas.

En las llamadas, desde ya, nos anticipa la trama violenta de la obra, pues unos enmascarados guían nuestro recorrido al “juicio” de un protagonista que en sus horas más angustiantes y en defensa del amor, ha cometido un crimen que lo puede llevar a la muerte.

Lo que funciona con mayor precisión es el desempeño actoral de Miranda. Su forma de contarnos la situación resulta natural y comprensible, logrando buenos momentos a la hora de ser introspectivo o al dejarse llevar por la euforia sin exagerar demasiado. Gracias a la ayuda de unas escenas (decentemente grabadas) proyectadas en el fondo del escenario, le da énfasis a su acción y a sus motivaciones por lo que su personaje consigue la empatía del espectador.   

Aunque, por otro lado, la dramaturgia carece de peso en el conflicto: no queda claro cuál es la lucha del héroe. Entonces da la impresión de estar viendo un discurso escenificado. Aun así, el texto referencia mucho a los thrillers psicológicos profundizando en el tormento de un hombre que, por proteger a la persona amada, se refleja en las miradas de una sociedad/público hipócrita y doble moral, brindando la oportunidad de ver una buena resolución del actor ante tal parlamento lleno de matices y juego escénico.

Por lo tanto, la dirección sabe adónde quiere ir. Esta se apoya en la temática de los delirios internos, de lo emocional. La atmósfera que crea la ambientación, los cuerpos en constante movimiento, la iluminación, en su mayoría rojos oscuros, terminan de cerrar la idea de lo visceral. Entonces, el espacio reducido se convierte en la mente trastornada del personaje; las proyecciones, sus recuerdos; y la palabra, lo último que le queda para sincerarse con el espectador que pronto tomará la decisión de su vida dentro de la convención (por el estilo interactivo de la puesta, una voz en off nos pide decidir el final de la historia en un momento específico). Sin embargo, este recurso parece limitado y el clímax es predecible.

Trinidad plantea un teatro que dialoga con ciertos lenguajes, como lo audiovisual, pero que todavía falta pulir. Su intención de cuestionar al espectador y hacerlo más activo aún tiene que definirse.

Christopher Cruzado

24 de marzo de 2022

miércoles, 23 de marzo de 2022

Crítica: SOLA CONMIGO


Fragmentos de un encuentro

La explosión de las propuestas escénicas presenciales, debido al progresivo retorno a la “normalidad”, no ha impedido que algunos proyectos sigan ofertándose en la virtualidad, tal es el caso de Sola Conmigo, obra en formato breve, escrita y dirigida por Paulo César Polo Chávez.

Transmitida en vivo por medio de la plataforma Zoom, la pieza interpretada por Roxana Alviar Luperdi (Sol) y Adalhiza Herrera (Teo) sumerge al espectador en el encuentro de dos mujeres, quienes más que amigas, parecen estar unidas por una sensual complicidad que se crea a través del juego de planos con la cámara, la carga sensorial y el cuerpo de los personajes, siendo el rostro y el gesto, motores clave para la revelación de una atmósfera de confesiones acerca del amor, la soledad, el miedo, entre otros cuestionamientos del ser humano. En este caso, las revelaciones vienen de dos mujeres, dos fuerzas opuestas: una más dependiente y sensible, la otra más libre y práctica; sin embargo, ambas se confrontan con sus propios temores y reproches.

Cabe mencionar el acertado acompañamiento musical acorde con la lírica de la narrativa, visualizando un escenario cotidiano y minimalista, con ambas actrices vestidas de negro, lo cual también revela que la importancia del espectáculo recae en la interpretación del texto, correctamente ejecutado por Alviar y Herrera, quienes logran conectar a través de la pantalla y hacer al público cómplice de su historia.      

Sola Conmigo es una obra corta pero intensa, que muestra los conflictos e interminables cuestionamientos humanos acerca del amor, los vínculos y la soledad, desde la perspectiva de dos mujeres que para encontrarse a sí mismas, quizá deban enfrentarse primero a sus más grandes temores. Por otro lado, como bien mencionó el autor y director en el conversatorio que tuvo lugar después de la trasmisión, una temporada presencial sería una buena alternativa para explorar y explotar esta pieza teatral.

Maria Cristina Mory Cárdenas

23 de marzo de 2022

miércoles, 16 de marzo de 2022

Crítica: EL PRIVILEGIO DE ENCONTRARNOS


Tan lejos, tan cerca

La lucha de las personas homosexuales en contra de la persecución y la represión sistemáticas es una responsabilidad que nos compete a todos como gremio artístico. La discriminación de la que son víctimas sigue aún muy presente, especialmente en sociedades tan retrógradas y machistas como la nuestra. Por increíble que parezca, cerca de 70 países en la actualidad criminalizan las relaciones entre personas del mismo sexo, contemplando incluso en algunos la pena de muerte como castigo. Si bien es cierto el movimiento LGBTI ha logrado ciertos avances normativos a nivel mundial, todavía hay mucho camino por recorrer para conseguir una igualdad real en términos legales y culturales. Visibilizar a la mencionada comunidad es una oportuna manera de contribuir a la lucha; es así que se vienen presentando nuevas propuestas teatrales, como por ejemplo, El privilegio de encontrarnos de Álvaro Pajares y dirigida por Gerardo Fernández´.

Producida por Espacio Teatro Esencia y Butaca C Producciones, la pieza nos presenta la historia de dos jóvenes en tiempos pandémicos, uno heterosexual y el otro homosexual; el primero, encargado del cuidado de su madre enferma, mientras que el segundo se mantiene recluido a gusto debido a su temor por socializar. El encuentro de ambos en la virtualidad generará en cada uno una serie de conflictos internos, que los harán replantear sus expectativas y sus temores más íntimos. Los diálogos de Pajares funcionan en el sentido de acercarnos a dos personajes que (sobre)viven en condiciones diferentes, pero que coinciden en sus soledades, miedos y represiones debido a aquella absurda manera de etiquetar a las personas por su manera de amar.

La dirección de Fernández acierta en la convención de estar ambos actores compartiendo el mismo escenario, pero permaneciendo sus personajes en sus respectivos espacios ficticios. Además, consigue sentidas actuaciones de Alexander Ugalde y de mismo Pajares, ambos muy comprometidos y convincentes. Disponible también en versión virtual, El privilegio de encontrarnos es una sólida y tierna historia que promueve desde su tribuna escénica una sociedad con menos odio y que además, respete las diversas formas de amar con dignidad y en libertad.

Sergio Velarde

16 de marzo de 2022

lunes, 14 de marzo de 2022

Crítica: LA VIDA RESUELTA


¿Podrías decir en este momento que tienes “la vida resuelta”?

En un espacio para niños de una guardería muy requerida y casi copada, dos parejas y una mujer embarazada esperan por el único cupo que resta en la institución; en la larga espera cada cual empieza a observar de manera distinta su actual vida, su actual situación. Y es que en la sociedad tan apresurada en la que vivimos no hay tiempo para observarnos y andamos en automático la mayor parte del tiempo; no es por nada que estos personajes estén precisamente en una guardería, porque no tienen tiempo de ellos mismos hacerse responsables por la crianza de sus propios hijos. Es que pasa que andamos tan ocupados siempre que nos queda un tiempo muy reducido para lo que verdaderamente importa.

En determinados momentos vemos a los personajes transformarse en niños y contarnos con ilusión, pasión y sobre todo, fe sobre sus anhelos futuros y como ellos (los niños) perciben la vida en ese presente. Y es que cuántos de nosotros hemos pensado en que la vida debe ser aquello que nos han dicho que debería de ser a los 20, a los 30, a los 40. Y cuando vamos pisando esas edades nos damos cuenta que la vida no era un camino recto, sino muy sinuoso, lleno de cosas planeadas mientras ocurren otras cosas que parecen sabotear nuestros maravillosos planes. Alguna vez leí: “Esa galleta que mojas en el café y que cuando estás a punto de llevártela a la boca se rompe, cae y te salpica, dejándote con la boca abierta; esa galleta, es la VIDA”.

Y es que la vida no se puede tomar tan en serio. Por eso, precisamente, siento que esta obra cae perfecto como una comedia: los personajes están a punto de descubrir la verdadera vida que llevan y que por sobre todo, no pueden hacerse responsable de sus hijos, porque aún no se han hecho responsables de ellos mismos y de lo que sienten. No es gratuito también que sea un espacio con cosas para niños en las que ellos no “encajan” y se les dificulta hasta ir al baño, porque al mismo tiempo ellos sienten que no encajan en sus relaciones, no solo con sus parejas, sino en la relación con ellos mismos (como el caso de la embarazada). Y quién no se ha sentido alguna vez en su vida que no encaja en ningún lugar, una relación, un trabajo, una situación, una carrera, ¡vaya!, que no “encajamos” en la vida. Es cuando en verdad tenemos que tomar decisiones valientes, que seguro causarán dolor, pero ese dolor es necesario para avanzar, es necesario asumir la responsabilidad de nuestros actos y nuestros compromisos. Vivimos la mayor parte del día en automático, pensando la vida, pero no viviéndola. Esta pieza te invita a hacer un alto y siento que te dice que no está mal soñar como niños; no obstante; siempre será nuestra responsabilidad las elecciones que tomemos.

Manuel Trujillo

14 de marzo de 2022

martes, 8 de marzo de 2022

Crítica: EN LA CUERDA FLOJA


¿Él amor tiene límites?

“El ser humano es vulnerable por naturaleza, a sufrir algún tipo de carencia y por ende a cuestionarse, inquietarse y hasta sufrir, tanto por sus propias acciones como por las de su entorno. (El espectáculo) nos presenta tres historias de desequilibrio emocional en los tiempos modernos. Representa el filo por donde caminamos día a día para no caer a la obsesión, dependencia e inseguridad. Sin embargo, en estas historias vemos personajes que han perdido el equilibrio. Estas características se tornan en acciones autodestructivas e irracionales que podremos ver en las tres obras, contadas desde distintos géneros teatrales como la comedia negra, el drama y la comedia.”

Siempre es grato visitar espacios alternativos a los que estamos acostumbrados en el ambiente teatral, esto abre un poco más el hecho de explorar nuevos caminos con rostros nuevos, esta vez en Pueblo Libre. Se trata de un espacio bautizado como OZ STUDIO, en el que se presentaron estas tres pequeñas piezas que hablan sobre la dependencia emocional.

Un tema con muchas dimensiones, ya que a veces es difícil relacionarnos sin haber experimentado alguna vez un mínimo de apego por el otro, y eso parte de no observarse profundamente en nuestras carencias, en nuestras situaciones interna no sanadas o no resueltas que esperamos que nuestra pareja de turno muchas veces nos resuelva (estando el otro también en las mismas condiciones). Y es que vamos con ideas equivocadas muchas veces cuando nos relacionamos con el otro con respecto al amor, idealizando o creyendo que es de nuestra posesión. Es entonces cuando pasamos a estar en esa cuerda floja de la que hablan las historias y sale nuestro ego directamente a atacar, victimizarse o culpabilizarse.

Las tres historias conectan de manera adecuada con lo más miserable y visceral del ser humano que se encuentra en esa condición de total dependencia y creyendo que está en el otro la solución a su sufrimiento, sin observarse antes a sí mismos. Como para reflexionar en cómo la sociedad en la que vivimos se enferma cada vez más de sus propias emociones.

Manuel Trujillo

8 de marzo de 2022

Crítica: EL MUEBLE (O TODAS ESAS COSAS QUE NUNCA NOS DIREMOS)


Cosas que no se dicen

El humano es un ser muy complejo, pues no hace lo que piensa o dice lo que siente. De ahí que no están alineados sus pensamientos, sentimientos y acciones. Por ejemplo, apuesto que elegirías almorzar con tu familia en un restaurante que en casa de tu suegra. ¿Por qué? Porque no quieres perder tu dignidad. Sabes que tus hijos prefieren su sazón, porque es mejor que la tuya. Entonces, no quieres que se devalúe tu orgullo de madre ante una “señorona” con harta experiencia. Pero, ¿por qué hacemos eso? Porque somos personas, que proviene del latín persona, es decir, máscara usada en un montaje teatral. En otras palabras, creamos máscaras sobre nuestros propios pensamientos para ocultar aquello que nunca diremos o reconoceremos. Sobre dicho tema aborda El Mueble (o todas esas cosas que nunca nos diremos), obra dirigida y representada por David Carrillo y Cécica Bernasconi. Además, fue presentada con aforo reducido en el Teatro de Lucía.

La dramaturgia pertenece a los españoles Juan Carlos Rubio y Yolanda García. Junto a los creadores escénicos, abordan la historia de una pareja ideal que desea amoblar su sala, pero tienen diferencias sobre el mueble que han comprado. Entonces sobresale su complicada convivencia luego de veinticinco años. A nivel textual, El Mueble… es una comedia que rompe la cuarta pared, pues los apartes que presenta invitan que el personaje interactúe con el público. Ese recurso es interesante, ya que la obra como producto estimula que exista una identificación entre el espectador y personaje. También respetaron fielmente el texto, ya que no hubo alguna variación en los nombres de marcas o lugares que evocan.

La escenografía estuvo compuesta por un par de sillones, un mueble para armar y una caja de herramientas, básicamente. Así, el uso de pocos objetos permitió que haya orden en el espacio. Po otro lado, si separamos la escenografía de los entes actuantes, esta invitaba a imaginar por donde iba el curso de la historia. En este caso, se observaba a dos personas (sillones) con el mismo estatus que tenían que arreglar algo (mueble).   

Las interpretaciones tuvieron un estilo naturalista; es decir, dentro de la teatralidad usaron códigos que se emplean en un entorno no ficcional. Las propuestas de Carrillo y Bernasconi funcionaron. Esto se vio reflejado en el público, porque reían al identificarse con alguna situación de la obra. Sin embargo, los primeros minutos del hecho teatral estuvieron enmarcados por dichos que no provenían del aquí y ahora. Por otro lado, las energías de los actores se complementaban. Generaban la ilusión de parecer una pareja que ya había convivido mucho tiempo. Finalmente, ambos supieron manejar los ritmos e interactuar con el público para que surja la identificación. Se podía apreciar en el comportamiento del público, que disfrutaba de la obra.

Los insights estuvieron enmarcados por aquellas cosas que nunca se dicen. Por ejemplo, en una discusión, algunos no reconocerían que la otra parte tiene razón, a pesar de que sabe que la tiene, tal como sucede con los personajes de la obra. Sin importar el objetivo, más se desea cuidar el orgullo y no entrar en un estado de vulnerabilidad. Así, el tema de la obra es muy acertado, porque trata de un conflicto universal que tiene el ser humano.

En líneas generales, la calidad de la obra es buena. Se observa la experiencia de los actores y la capacidad de solucionar en el momento. Además, los insights que abordan no solo son pertenecientes a un segmento humano, sino a toda la humanidad.

Elio Rodríguez

8 de marzo de 2022

Crítica: TEATRO POR UN PACTO SOCIAL


Sociedades adversas

El ciclo de montajes Teatro por un Pacto Social quedará marcado en mi retina como una apuesta audaz por construir una dramaturgia peruana original. La iniciativa de Aranwa Teatro es arriesgada, pues en estos tiempos abordar los problemas sociales de una sociedad como la peruana, y desde el teatro, es muy difícil e incluso, puede llegar a ser polémica para una sociedad conservadora como esta. Hace unos años, la iniciativa de Teatro La Plaza a través de su programa Sala de Parto apostó por jóvenes dramaturgos que vayan en esa línea. En esta oportunidad, Aranwa desarrolló tres montajes en tres semanas diferentes y cada uno, con una estética y contenido diferentes.

En primer lugar, el sábado 5 de febrero se presentó Ño, El Presidencial/El Hemicírculo de la dramaturga María Teresa Zúñiga. El montaje hace referencia a la conocida festividad cajamarquina y su singular himno, pero con un trasfondo en el que se ironiza sobre el poder, la anarquía, la arrogancia y el cinismo de la política. Lo más resaltante fueron los vestuarios que hacen honor a la diversidad de matices cromáticas de dicha fiesta, especialmente, el Ño Carnavalón interpretado por Luis Cerna. La modulación de la voz fue un recurso que apelaron mucho los actores Reanato Medina y Daniela Rodríguez e hizo que el montaje se mostrase más original.

En segundo lugar, el sábado 12 de febrero se estrenó Un cuerpo de la dramaturga Lucero Medina. Fue un montaje realmente sobrecogedor y abrumador, desde el punto de vista del contenido. Además, la temática era de lo más controversial, pues trató sobre la memoria luego de una guerra. Me hizo recordar lo polémica que llegó a ser La cautiva de Chela De Ferrari, hace unos años atrás, en el teatro La Plaza. Pienso que Medina tuvo mucho cuidado de no hacer referencias explícitas a los años de la violencia y más bien, apeló a los conflictos de la mitología griega para pasar darlas a entender. El montaje trató sobre un cuerpo que las autoridades no permiten enterrar de manera religiosa y digna. A veces, los diálogos eran más canciones y expresiones, pero los diferentes movimientos de los actores hacían que el conjunto tenga sentido y sea atractivo visualmente. La actuación más resaltante fue la de Daniela Rodríguez; su interpretación del dolor me hizo recordar a la madre Yocasta de la historia de Edipo Rey.

Finalmente, la última entrega fue la del sábado 18 de febrero con Y la empuñadura de Eduardo Adrianzén. Si bien el dramaturgo es conocido por hacer obras impactantes, en este caso la historia no alcanzó los niveles de muchos de sus textos anteriores. El montaje abordaba la controversia de un viaje al extranjero y la disputa de un suegro y su yerno sobre diferencias políticas y económicas. Si bien la obra se presentó de manera lineal, el personaje de Renato Medina, como un padre avaro y materialista, fue lo que más destacable, principalmente por su veracidad.

En general, es de felicitar la iniciativa de Aranwa por lanzar este ciclo de obras con temática controversial, muy necesaria sobre la memoria y los impactos de la violencia en las sociedades. Lo más destacable, en mi opinión, fue el segundo montaje mencionado, Un cuerpo. Me alegra mucho que el conjunto de transmisiones no haya atravesado problemas técnicos.

Enrique Pacheco

8 de marzo de 2022

domingo, 6 de marzo de 2022

Entrevista: LORENA VINDEL


Protagonista del cortometraje La Mujer Esqueleto y su Resurrección

Acercándose el Día Internacional de la Mujer, el cortometraje titulado La Mujer Esqueleto y su Resurrección, basado en el cuento de Clarissa Pinkola Estés, escritora y doctora analista junguiana de fama mundial gracias a sus obras Mujeres que corren con los lobos y El jardinero fiel, y que estará disponible en la plataforma Joinnus los días 8 y 9 de marzo. Oficio Crítico conversó con su protagonista, la actriz hondureña-española Lorena Vindel. “Yo abandoné el cine comercial, hacía los papeles que me encargaban interpretar, pero ahora soy una actriz creativa, desarrollo mis propios proyectos,” comenta la multifacética Lorena, quien tiene un enorme bagaje escénico a cuestas.

Lorena es actriz, narradora de cuentos, arpista autodidacta y cantante; actualmente, suma la danza y las artes marciales a su quehacer artístico. Ganó el premio Actriz Revelación del Festival de Cine de Toulouse (Francia) por la película Siete Mesas de Billar Francés (2007), su primera aventura cinematográfica, dirigida por Gracia Querejeta y en la que compartió pantalla con las destacadas Blanca Portillo y Maribel Verdú. Uno de sus últimos trabajos escénicos fue Enoch (2018), espectáculo de actuación, danza y música en vivo, presentado en el Teatro del ICPNA en Miraflores.

La fuente original del cortometraje ofrece algunas pistas para reconocer y rescatar aquel instinto femenino primitivo que empuja a la mujer a la libertad. “La mujer siempre ha sido vista como un objeto sexual, pero en los últimos años hemos estado escapando de esa condición,” asegura Lorena. “Pienso que se ha malinterpretado el feminismo.” Para la artista, llevamos varios años viviendo en un sistema patriarcal, en el que la mujer ha callado su voz y ha debido siempre conformarse; eso le ha ocasionado muchas lesiones internas y es por eso que la mujer se ha vuelto fuerte y astuta, porque dentro de ellas existe una necesidad de realizarse y expresarse. “Eso está cambiando, la mujer es la madre de la vida, la reina la que gobierna en los hogares; el papel de la mujer es el fuego de la vida y del hogar.”


La Mujer Esqueleto y su Resurrección
se grabó en el balneario de San Bartolo, en el que actualmente reside Lorena, con el apoyo del municipio y del equipo artístico, que incluye a Christian Acuña en la cinematografía, Gonzalo Polar en la producción musical, Andrés Prado en la interpretación musical, Julián Amaru Estrada en la fotografía del poster, Diego Vizcarra Soberón en los efectos especiales y Pablo Goto en el diseño gráfico. “Es la primera vez que voy a  narrar un cuento,” confiesa Lorena. “Es una propuesta que he tenido guardada en el cajón, esperando poder realizarla.” La producción aborda los ciclos de vida/muerte/vida y del amor en pareja, en la que la Mujer Esqueleto representa el ciclo de muerte en la existencia de la naturaleza humana y en los ciclos de la tierra.

Lorena integrará en su ejecución en la pantalla la narración, la interpretación y la música, que estarán acompañados además por el hermoso paisaje de la playa de San Bartolo. “La mar es femenina, es el gran vientre, allí surgió la vida,” explica Lorena. “Este cuento trata de despertar el instinto de la mujer.” El cortometraje La Mujer Esqueleto y su Resurrección podrá visualizarse a través de la plataforma de  Joinnus Live en el siguiente enlace: https://live.joinnus.com/lamujeresqueleto-46263. “Es un canto de esperanza, al amor de pareja,” finaliza la artista.

Sergio Velarde

6 de marzo de 2022



jueves, 3 de marzo de 2022

Crítica: EL CLUB DE LOS OLVIDADOS


Cosas de adolescentes

Época de grandes cambios, la adolescencia siempre será una etapa muy interesante para la exploración escénica. Esta transición entre la niñez y la adultez produce enormes cambios físicos y psicológicos, que serán cruciales para el desenvolvimiento de la persona en el futuro dentro de la sociedad. Quizás en muchos casos se opta por convocar a actores adultos de apariencia joven para interpretarlos en las obras teatrales; es por ello que resulta muy satisfactorio poder apreciar a un elenco realmente adolescente inmerso en un montaje entrenido y plausible, como lo fue la temporada de El club de los olvidados, en el patio de la Asociación de Artistas Aficionados.

Con dramaturgia y dirección de Herbert Corimanya, la historia nos presenta a cuatro escolares a punto de graduarse, quienes se adentran en una casona abandonada luego de haberse escapado de clases. Cada uno representa ya conocidos arquetipos (la superficial “creída”, el rebelde “achorado”, el inocente “chancón”, la futbolista “ahombrada”), pero que van evolucionando progresivamente en sus personalidades y además, descubriendo cada uno su verdadero mundo interior, al entrar en contacto con una aparición que habita el lugar, representada por otra adolescente que viste de negro y que además arrastra un turbio pasado. La trama se sigue con interés y el joven elenco, integrado por Braulio Pérez, Cielo Lobatón, Bernabé Terrones, Marale Rodríguez y Antonella Condezo, define bien sus respectivos personajes, derrochando seguridad y carisma en escena, aprovechando bien el espacio del frontis del teatro del Centro del Lima.

Producida por la agrupación BUTACA Arte & Comunicación, se apreció el cuidadoso trabajo de Corimanya para guiar a los jóvenes intérpretes en el laboratorio de creación escénica, que dio como resultado la puesta en cuestión. Acaso el mayor logro de la temporada haya sido el de visualizar los conflictos, algunos muy complejos, que atraviesan muchos adolescentes y que motivaron una oportuna reflexión por parte de los adultos (especialmente, los padres con hijos en esa edad) acerca de sus comportamientos y necesidades. Asimismo, la inclusión de conversatorios al final de las funciones de El club de los olvidados fue otro acierto del colectivo, para así llegar a entender y procesar, aunque sea parcialmente, estas dichosas “cosas de adolescentes”.

Sergio Velarde

3 de marzo de 2022