domingo, 30 de enero de 2022

Entrevista: ALE REYES y MIGUEL SORIANO


Actores de Mañana me caso cierran temporada

La puesta en escena, escrita por Willy Russell y dirigida por Leonardo Torres Vilar, tiene en su elenco a los jóvenes actores Ale Reyes y Miguel Soriano, quienes conversaron con Oficio Crítico. La comedia de enredos Mañana me caso, llevada a escena por El Estudio de actuación de Leonardo Torres Vilar, regresa al Nuevo Teatro Julieta para terminar su temporada con funciones dobles y triples. Las entradas se encuentran en preventa en Joinnus, con precios especiales para grupos.

Mañana me caso, ambientada en Liverpool, a finales de los años 70, nos muestra a Linda y Dave que, sin saberlo, están celebrando sus despedidas de soltero en el mismo bar. De pronto, las dudas surgen y los jóvenes impulsados por el alcohol y la música van cuestionando las imposiciones de la sociedad sobre el amor, el matrimonio, el rol de la mujer y la presión social sobre sus decisiones. ¿Qué hacer: seguir las reglas de la sociedad o lo que les dicta el corazón?

Las últimas funciones serán el viernes 4 a las 6 p. m. y 8 p. m. (dos funciones), sábado 5 a las 6 p. m., 8 p. m. y 10 p.m. (tres funciones); y domingo 6 de febrero a las 6 p. m. y 8 p. m. (dos funciones), en el Nuevo Teatro Julieta (Pasaje Porta 132. Miraflores).

https://www.joinnus.com/events/theater/lima-manana-me-caso-45277

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Sergio Velarde

30 de enero de 2022


viernes, 28 de enero de 2022

Crítica: UN VIAJE HACIA PLUTANO


Feliz regreso a los escenarios

Las ganas los artistas por volver a los escenarios y ofrecer espectáculos presenciales se hicieron sentir desde el primer día de encierro forzado, especialmente con la creciente saturación de obras en línea de los últimos meses. Poco a poco, la comunidad teatral empezó a retomar los ensayos en sala y las funciones en vivo (como en el fondo debe ser el Teatro), cuando las medidas dictadas por el gobierno así lo permitieron; no obstante, se optó en general, por presentar espectáculos sencillos de corta duración. Uno de estos lugares fue el Espacio Teatro Esencia, que tuvo y tiene actualmente una intensa actividad; una obra que desfiló por su escenario fue Un viaje hacia Plutano, escrita por Jorge Bazalar y dirigida por Renato Piaggio.

Presentada por Kapchiy Asociación Cultural, la pieza breve nos presenta a dos niños, Tato (Alejandro Tagle) y Patty (Astrid Villavicencio), quienes se conocen en un ascensor que repentinamente queda fuera de servicio con ellos dentro; él es un boy scout asmático y ella, una perspicaz analfabeta. Ante la eventualidad, ambos darán rienda suelta a su imaginación e iniciarán un viaje espacial hasta lugares desconocidos, como el planeta del título. La escenografía funcional, las luces y el sonido permiten aprovechar el íntimo espacio barranquino, creando la atmósfera requerida; además, la dirección de Piaggio permite seguir la acción con interés.

Interpretar a niños no es tarea fácil para los actores adultos; no obstante, Villavicencio y Tagle, ambos en constante actividad interpretativa, se las arreglan para entrar en la convención y ejecutar sus roles con convicción. Los dos actores consiguen una buena química y resultan carismáticos sin llegar a la sobreactuación, delineando bien a sus personajes. Un viaje a Plutano, tal como lo menciona Bazalar, es producto de un ejercicio de un taller de dramaturgia, pero su puesta teatral se convierte en una divertida y agradable historia, que bien valió la pena disfrutar en el expectante regreso de los teatristas a la presencialidad.

Sergio Velarde

28 de enero de 2022

jueves, 27 de enero de 2022

Crítica: MAÑANA ME CASO


¿Qué significado le damos a lo que debería de pasar o aquello que los demás esperan de nosotros…?

Dos baños (para damas a la derecha y para caballeros a la izquierda, mirando desde el público) en una discoteca inglesa de fines de los 70's es lo que vemos en el escenario de la pieza teatral Mañana me caso de Willy Russell, dramaturgo, letrista y compositor inglés. Una pareja joven de ¿felices? novios están a un día de casarse y han decidido ir con sus respectivos amigos a celebrar su despedida de solteros, sin saber que todos irán al mismo lugar. Una cosa es clara: “Los novios NO deben verse un día antes del matrimonio, sino tal evento no ocurrirá”. Una superstición infalible.

Es curioso que al iniciar la obra, Linda (la novia) esté largo tiempo en el baño y que al iniciar el turno de los chicos, metan en el baño a un inconsciente Dave (el novio), producto del exceso de alcohol; acaso una representación inconsciente de no sentirse bien con el compromiso y aislarse cada uno a su manera, escapando así de una realidad inminente.

Nadie parece ver nada muy fuera de lo que debería de pasar, excepto la prometida fastidiada, incómoda, quizá hasta resignada, pero que justo esa noche vuelve a verse con quien fuera su pareja de hace algunos años y que había elegido viajar para cumplir su sueño de ser cantante. Descubrimos que él le había propuesto irse juntos, pero ella no aceptó, la edad quizá, los miedos, el salir de lo conocido…

El tema es que se lo vuelve a pedir, y es este justo el detonante de la decisión de Linda, entre la vida que eligen los demás para nosotros, la que creen que deberíamos hacer o llevar, que muchas veces por encajar no cuestionamos y por el gran miedo a equivocarnos, siendo ya la vida un gran ensayo error que no es un camino recto. Esto siento que está muy bien propuesto en la obra y que le da una actualidad muy interesante: la de pensar cuántas de nuestras decisiones en verdad son más por la presión social que por nosotros mismos (lo que los demás esperan de nosotros).

Otro punto importante es el personaje de Eddy, el que cuida al grupo, que hace un poco de hermano mayor y está muy pendiente de lo que debería pasar; en algún momento menciona que “mañana perderán a Dave”, pero aun así vela por su amigo, al punto que cuando ocurre lo inesperado, Eddy entra hasta el baño de mujeres poniendo muy claro que los planes se realizarán a pesar de todo. La historia avanza sin tropiezos, hasta un final que deja en claro lo verídico de las supersticiones y además, haciéndonos reflexionar acerca de la libertad con la que tomamos nuestras decisiones.

Manuel Trujillo

27 de enero de 2022

miércoles, 26 de enero de 2022

Crítica: LAS AVENTURAS FANTÁSTICAS DE UN PRINCIPITO


La vigencia del clásico

Los recientes estrenos de espectáculos presenciales como Saint-Ex, el hombre detrás de “El Principito” (2021) de Rafael Anselmi Samanez o El más hermoso y el más triste paisaje del mundo (2021) de María Laura Vélez se encargaron de reconfirmar la trascendencia de los clásicos literarios y sus autores, como es el caso en específico de El Principito de Antoine De Saint-Exupéry, inagotable novela corta que se refresca con cada nueva lectura. La riqueza de sus personajes y situaciones sirvió para una nueva apuesta escénica, presentada el año pasado desde la virtualidad por el colectivo Hamuy Teatro: Las aventuras fantásticas de un Principito se basa en la entrañable historia del mencionado texto, para crear un discurso propio y además, ejecutado en la pantalla de una manera funcional y atractiva.

Beneficiaria de las Líneas de Apoyo para la Cultura COVID-19 otorgado por el MINCUL, esta creación colectiva en vivo, dirigida por Cynthia Dávila, apela a las convenciones teatrales, pero añadiendo imágenes, animaciones, sonidos y música para contar su historia. Tres actores, incluida Dávila, nos cuentan las peripecias de la Flor Roja, proveniente del planeta de las flores, quien realiza un viaje interestelar de reconocimiento propio y así encontrar la esencia de los seres que habitan el universo. Es entonces que conoce al Ave Fénix, futuro príncipe del planeta de las aves, con quien vivirá aventuras que los harán entender la complejidad de los valores.

Buen trabajo de los actores Emely Mantilla Llaja, Daniel Contreras y la misma Dávila, quienes con sus voces conducen la historia de manera fluida, apoyados por el sencillo y bello material visual y sonoro de Ingrid Cabezas Soto (arte plástico y gráfico), Yowad Mollyk (composición y edición musical) y Pablo Ráez (edición y animación en video). Las aventuras fantásticas de un Principito es una sólida y entrañable puesta familiar de Hamuy Teatro que rescata, así como la Flor Roja, la esencia de la trascendental y vigente obra de De Saint-Exupéry para crear un propio discurso dentro en logrado espectáculo sensorial.

Sergio Velarde

26 de enero de 2022

Crítica: EL JOKER


Diagnóstico de un hombre atormentado

El grupo teatral “La cuarta pared” de Argentina nos trae una nueva propuesta en el Centro Cultural Ricardo Palma; se trata de la adaptación teatral de la película El Joker, estrenada en 2019. El monólogo está a cargo de Guillermo Ale, tanto en dirección como en la dramaturgia; además de contar con la interpretación de Horacio Rafart para dar vida al famoso personaje de los comics, quien a la vez dice estar representando su propia visión y no una imitación del trabajo del actor hollywoodense Joaquin Phoenix.

La obra relata la vida Arthur Fleck, un aspirante a comediante, incapaz de soportar aquella ciudad hostil que no lo soporta ni lo quiere. Por lo tanto, nacerá dentro de él un antihéroe capaz de combatir todas las injusticias que ha sufrido. Gracias a la estructura del texto podemos observar el deterioro mental del protagonista -aparentemente esquizofrénico-, que mientras cuenta chistes cada vez más oscuros en una tarima al mismo estilo del stand up, también divaga en el mar de sus recuerdos enteramente malos y tristes. Evoca estas escenas de pesadilla en medio de un escenario minimalista donde ubicamos tres áreas centrales: el camerino (un espejo iluminado), la oficina del jefe (donde utiliza una máscara y un bastón para terminar de recrear la situación) y el cuarto de baño donde limpia el cuerpo de su madre (al refregar una tela dentro un balde con agua). Suma a esto una iluminación llena colores de la locura: morados, rojos y verdes; propuesta muy parecida a las secuencias más famosas del film que también son traídas a su versión para las tablas.

Durante la función, por momentos, el ritmo se pierde, sin concluir algunos cuadros relevantes dentro de la trama por dirigirse a otros de forma sorpresiva, dejando el proceso de asimilación del espectador en el aire; esto en parte debido al manejo escénico de Rafart. Si bien el actor construye una idea interesante del personaje al presentarlo en constante tensión a nivel corporal y vocal, muchas veces pareciera ensimismarse en la imagen de lo que podría ser un loco casi caricaturizado. Entonces pasa que cuando nos dirige a textos más íntimos no logra verse conmovedor, sino monótono. Algo muy diferente ocurre cuando rompe la cuarta pared para mostrar al comediante, porque este sí resulta aterrador con una mezcla de carisma jocoso. Quizás esto sea debido a que la dramaturgia no se centra en un tema preciso; no se tiene claro si crítica a la jerarquía social, a la indiferencia, a la salud mental o más. Por ello, vemos al intérprete ir por muchas direcciones, no todo el tiempo bien desarrolladas.  

Al llegar al instante cumbre -su entrevista con Murray tal como en la película- todo cambia: vemos al Joker, un renegado harto de maltratos y libre de pesadillas. Prácticamente, aquí la obra asume la posición de su material base, es decir, deja la premisa del loco para luego convertirse en un vengador social. Siendo el montaje un experimento centrado en la deformación del cuerpo del actor, mas no por completo en su mensaje.

Christopher Cruzado

26 de enero de 2022

jueves, 20 de enero de 2022

Crítica: EL MÁS HERMOSO Y EL MÁS TRISTE PAISAJE DEL MUNDO


La magia de los títeres y Antoine De Saint-Exupéry

Desde 1999, el colectivo Tárbol Teatro de Títeres (homenajeado en la última premiación de Oficio Crítico) viene desarrollando una impecable y atractiva exploración escénica, utilizando los títeres como medio inmejorable para narrar historias de todo calibre. Dirigido por las manos expertas de María Laura Vélez y Martín Molina, Tárbol ha viajado por todo el mundo presentando espectáculos y cosechando aplausos. En octubre del año pasado, luego del receso pandémico en el que recurrieron al formato virtual para continuar su labor artística, los artistas estuvieron en la Alianza Francesa de Lima con la obra presencial El más hermoso y el más triste paisaje del mundo, con el acompañamiento musical en vivo de la destacada Magali Luque, consiguiendo un virtuosa y sólida puesta en escena para todas las edades, en honor al autor de El Principito.

Vélez, quien se encarga de la dirección y la dramaturgia intertextual, integra hábilmente la verdadera historia de Antoine De Saint-Exupéry con los elementos más reconocibles de El Principito, a través de la historia de un anciano (el mismo escritor francés) que se dispone a narrar los acontecimientos de su obra a un público que parece estar inmerso en asuntos más mundanos. Adaptar la riqueza literaria al escenario teatral nunca será tarea fácil, pero el elenco que integra la misma Vélez, al lado del maestro Molina, Guillermo Orrego y Lucky Benetello, se vale de sus corporalidades, sus voces y una notable manipulación de títeres y otros elementos para abordar los temas clásicos de la fuente literaria (el amor, la soledad, la amistad, la pérdida, el poder), encarnados en la Rosa, la Serpiente, el Rey, El Bebedor, el Hombre de negocios o el Zorro, convertidos en personajes animados de antología.

A pesar del riesgo asumido, con una hora y quince minutos de duración para un espectáculo familiar, Tárbol logra envolver a su público por completo, regalándole secuencias inolvidables llenas de brillo y emoción, en una ejecución escénica reflexiva y llena de humor, en la que toda la familia comprende cómo funciona el mundo real, tan propenso a lo material descuidando la importancia de practicar urgentemente la empatía. Y por supuesto, nos invita a todos como público a (re)visitar la clásica novela corta escrita por De Saint-Exupéry. El más hermoso y el más triste paisaje del mundo, propuesta que ya viene anunciando una merecida reposición, es solo la enésima confirmación del invaluable aporte del colectivo Tárbol al teatro de títeres y al arte peruano en general.

Sergio Velarde

20 de enero de 2022

domingo, 16 de enero de 2022

Crítica: LA PUERTA DEL CIELO


Una invitación a sentirnos infinitos

Salimos. Caminamos, claro, algunos saltan para no pisar las rayitas de las veredas. Pero algunos las vemos de reojo y hasta las pisamos. Giramos la cabeza hacia la derecha. Y observamos que nos conducen hacia una puerta con un largo sendero. Tal vez nos lleva a interactuar con una persona, cambiar nuestro trabajo por el que más quisimos o conocer lugares que nunca imaginamos que existían. Nos invita a abrir una nueva oportunidad, una nueva puerta. ¡Sí! Hacemos caso al dios de la impro y la tomamos. Alistamos las maletas y nos vamos hacia Ibiza. Encontramos nuestro asiento en el avión, pero ¡oh!... nuestro entorno nos impide. No llegamos ni a colocarnos los cinturones de seguridad. En fin, la puerta del cielo se queda entreabierta; y en un futuro no muy cercano decidimos abrirla, pero ya todo habrá cambiado.

La puerta del cielo es una obra de teatro escrita por Alfonso Santistevan. En esta ocasión, la producción del montaje estuvo a cargo de CABAC TEATRO y la dirección de Eliana Zapata Quiñones. Además, los personajes fueron interpretados por Manuel Calderón (Javier adulto), Ebelin Ortiz (Mercedes), Ricardo Velásquez (Manuel adulto), Vanessa Zeuner (Rosa joven), Christian Suito (Javier joven) y José Gómez (Manuel joven). 

Santistevan, en su texto, sitúa a Javier (Calderón) en una vida acomodada; sin embargo, no lo tiene todo. Así, regresa al barrio más festivo de La Victoria para recuperar el tiempo más feliz de sus 20s o tal vez, de su vida. El dramaturgo escribió la obra para un montaje presencial. No obstante, los intérpretes decidieron adaptarla al tecnovivio. En ese sentido, lograron transmitir la esencia del texto a través de las nuevas tecnologías.

El montaje se transmitió a través de la plataforma YouTube. Las escenas exteriores fueron grabadas con antelación; las situaciones dramáticas exteriores, en vivo. Sobre esto, las transiciones entre escenas fueron marcadas por disrupciones técnicas. Además, la posición de las cámaras de los actores y actrices, en algunos casos, no alimentaba lo que deseaba comunicar la directora. Sin embargo, el mensaje, a nivel dramatúrgico, adquirió sentido en el desarrollo de la obra.

Los actores y actrices cumplieron su rol de agentes actuantes. La interpretación de cada uno estuvo dentro del lenguaje naturalista, tal como demanda el texto. No obstante, los lugares donde habitan los personajes no presentaban uniformidad. Es decir, la atmósfera que deberían complementarse entre el lugar y situación dramática solo estaba cubierto por los entes actuantes.

La puerta del cielo presenta varios temas como la añoranza al lugar feliz, la salsa, las tensiones políticas, las costumbres y los prejuicios sociales. En el caso del montaje, Zapata acentúa en el regreso a esas aspiraciones incumplidas. Esto se observa con la pregunta enfatizada “¿Qué hay detrás de esa puerta?” realizada por Javier. Dicha cuestión no es gratuita, ya que resume el abandono, arrepentimiento y regreso a las convicciones o deseos más profundos del personaje principal. Según Sanchis Sinesterra, dramaturgo español, al personaje se le conoce no por lo que desea ganar, sino por aquello que sacrifica. En ese sentido, la situación de Javier resulta ser dramática, porque apuesta todo lo que tiene para regresar al lugar feliz, a descubrir qué había detrás de esa puerta. Justamente, su renuncia al status quo es lo que humaniza a este personaje, pues todas las personas alguna vez hemos tenido que “perder” algo para volver al lugar donde alguna vez nos sentimos infinitos o dichosos. Eso nos identifica.  

La propuesta de valor de la productora parte desde un viaje por su sitio web hasta un conversatorio entre intérpretes. La experiencia resulta digerible para todo público por su simplicidad y rapidez en la accesibilidad. Sin embargo, la obra, como producto, no termina de humanizarse, pues cortaron la interacción entre los creadores y el público. En ese sentido, es distinto interactuar de manera escrita que entablar una conversación con los hacedores del hecho teatral. Un diálogo entre emisores y receptores acerca y evita que perdamos la esencia del teatro: la recordación de que somos seres humanos.

En resumen, el espectáculo de CABAC TEATRO es una propuesta que nos invita a volver a abrir puertas que alguna vez abandonamos. Como toda obra de arte, es un trabajo que aún podría explorarse y humanizarse más, pero resultan aprehensibles los temas de la obra.

Elio Rodríguez

16 de enero de 2022