jueves, 30 de septiembre de 2021

Crítica: EL CONSEJO


Estremecedor panorama futurista

Una historia que se ubica desde el año 2032 en adelante, nos revela la crisis de nuestra sociedad en sus distintos aspectos: conspiraciones políticas, organizaciones secretas, el clasismo en su máxima expresión, los crímenes de lesa humanidad, las grandes brechas de la desigualdad, entre otros, son algunos de los detonantes que amenazan con destruir al mundo. Escrita y dirigida por el incansable Jorge Pecho,  El Consejo fue un interesante y revelador espectáculo teatral, presentado a través de un grupo cerrado de Facebook.

Producido por Archivos Deloisy, este ambicioso proyecto audiovisual nos aproxima a un escenario extremo, en el cual surge una agrupación secreta denominada “El Consejo”, conformada por cinco miembros, cuyas verdaderas identidades se ocultan tras los apelativos del primer hermano hasta la quinta hermana. Su objetivo es crear una nueva estructura social a partir del orden de sus propios intereses, utilizando a grandes corporaciones para lograr sus fines; surgiendo como contraparte, una facción rebelde denominada “El Círculo”, que busca erradicar por completo a los miembros de “El Consejo”, quienes han llevado a la humanidad hacia un camino oscuro y siniestro. Conforman el elenco Jano Baca, Diego Urcia, Lupita Mora, Tatiana Rocha y Leonela Alarcón, quienes se muestran afianzados como grupo, además de representar a cada uno de sus personajes con credibilidad, otorgándoles características puntuales, que incluso podemos apreciar desde la narrativa, que finalmente los humaniza frente al espectador.

A destacar el trabajo de Luis Peche, a cargo de la dirección de arte y audiovisual, quien manejó dichos recursos a favor de la propuesta, creando la atmósfera de un estremecedor panorama futurista, a través de los colores y las imágenes bien complementadas con cada interacción entre los personajes.

Este singular proyecto audiovisual nos acerca a un género ya explorado, por ejemplo, en la pantalla grande, en donde el poder cruza sus propios límites, deshumanizando y corrompiendo a la sociedad hasta destruirla, y adaptando dichas circunstancias a un escenario nacional. Bien tomado el riesgo de todo el equipo involucrado, sobre todo, del director y dramaturgo Jorge Pecho, quien envuelve al espectador en esta historia de ciencia ficción que esperemos la realidad futura no llegue a reflejar.

Maria Cristina Mory Cárdenas

30 de septiembre de 2021

lunes, 27 de septiembre de 2021

Crítica: AFUERA


El ataque de los monstruos horribles y violentos que se comieron a todos y acabaron con la humanidad para siempre

“You're my last breath

You're a breath of fresh air to me

I am empty

So tell me you care for me”

The time is now, Moloko

En el 2020, Plot.Box Producciones estrenó (y reestrenó) Afuera, una interesante historia interpretada por Mayella Lloclla y Dante del Águila, escrita por Jorge Bardales Pittman y dirigida por Ximena Aguilar Florindo y el mismo dramaturgo. Algunos meses después, este proyecto fue subido a la plataforma de YouTube aquí, a modo de cortometraje, sumando a los créditos otros nombres más, tales como el de Héctor Cabrera en la edición, Lima FX en el maquillaje y La Luz Films & Stage, junto al de Plot.Box Producciones.

En formato de videollamada, esta obra se desarrolla en un contexto apocalíptico, en el que el planeta ha sido infestado por una raza de monstruos dedicada a devorar a la humanidad hasta casi aniquilarla. Los pocos sobrevivientes que quedan viven escondidos, tratando de sobrevivir un día a la vez. En estas circunstancias tan extremas, Valeria (Lloclla) transmite un vídeo en vivo desde su escondite, anunciando a quienes la vean que ha decidido salir al exterior. Interviene en la transmisión Piero (Del Águila), un sobreviviente precisamente en el exterior, que buscará disuadir a Valeria de su precipitada decisión. A partir de este momento ambos personajes abren un pequeño hiato en la pesadilla que les ha tocado vivir, rescatando mutuamente lo que les queda de humanidad.

El texto de Bardales, aunque algo predecible hacia el final, tiene el mérito de mantener el interés del espectador en ambos personajes y en su breve (y por ello relevante) proceso de mutuo conocimiento. Es más importante el camino que emprenden que el destino que les espera. La dirección, compartida también por Bardales, es eficiente en el desarrollo de esta historia.  El trabajo de Lloclla y Del Águila, ambos con experiencia ante cámaras, añade una importante dosis de imprescindible realidad. La ejecución de Del Águila resulta, sin embargo, más convincente que la de Lloclla al transmitir de mejor manera el agotamiento físico y mental de su personaje, además del intenso dolor que le producen sus heridas. El personaje de Lloclla, por el contrario, no parece llevar días sin comer o beber. Sorprendentemente, la presunta ausencia de sustento no la han minado físicamente. Por el contrario, hay un exceso de vitalidad en el sostenido énfasis de su oscurísimo sarcasmo (muy divertido, eso sí), como para pretender convencernos de que, tras ello, se ocultan el miedo o, siquiera, el desaliento. El maquillaje no se ha centrado en el esperado aspecto demacrado de los personajes, sino en las heridas de Piero. Suponemos que esto ha sido exprofeso, para evitar distraer al espectador del buen trabajo actoral. La edición, iluminación y sonido son personajes invisibles que juegan a favor de conseguir el efecto deseado en el espectador.

Afuera es una clara alegoría de la vida, y de la vida en nuestros tiempos, en los que nos hemos encontrado día a día y cara a cara con la finitud. Hay un monstruo desalmado allá afuera que espera sorprendernos al menor descuido. Nos ha tocado, y quizás nos vuelva a tocar escondernos de él, protegernos de él, temerle. En la angustia de la incertidumbre, la presencia (real o virtual) del otro es como una bocanada de aire fresco que nos da un algo de esperanza o que, por lo menos, nos recuerda el extraño y precioso regalo de esto que llamamos vida. Muy recomendable.

David Huamán

27 de setiembre de 2021

viernes, 24 de septiembre de 2021

Crítica: VENCIENDO AL DIABLO


Ensayo de miedo y negligencia

El estreno presencial de Venciendo al diablo (2020), monólogo del dramaturgo inglés David Hare y dirigido por Mikhail Page, tiene múltiples lecturas, acaso siendo la primera y más importante la de ser uno de los pocos y valientes intentos por volver a la “normalidad” y de esa manera, vencer al miedo de abandonar la seguridad del hogar y experimentar así, nuevamente, el hecho teatral en vivo y en directo. Pero a diferencia del estreno en Londres, la puesta de La Ira Producciones se viene realizando en el Parque Reducto N°2 de Miraflores, es decir, en un espacio amplio y abierto, siguiendo cuidadosamente todos los protocolos de bioseguridad y evadiendo así el riesgo que (aunque sea muy mínimo) puede asumirse dentro de un espacio cerrado. Vencer el miedo es uno de los más importantes objetivos que debemos proponernos como sociedad.

Para entender esta propuesta, es necesario conocer los antecedentes del dramaturgo: Hare se contagió de covid-19 el mismo día en el que el Reino Unido decretaba la cuarentena en su territorio. El difícil trance que atravesó Hare lo motivó no solo a describir con bastante precisión sus síntomas y posterior recuperación, sino además a señalar las múltiples irregularidades y negligencias cometidas por parte del gobierno inglés para controlar la crisis sanitaria. Todos los datos específicos del contexto británico que aparecen en el texto sí que sirven para crear paralelos con los hechos suscitados en nuestro país, en el que no han faltado las infelices decisiones, algunas atroces, por parte de muchos de nuestros (incompetentes) gobernantes para manejar la crisis sanitaria nacional.

Por último, es justo mencionar también al intérprete encargado de darle vida al alter ego de Hare. Pold Gastelo, excelente actor con un notable registro para la comedia, sufrió la misma experiencia del veterano autor y es por ello que sus palabras, recitadas con energía y convicción sobre el estrado en el parque, alcanzan una nueva dimensión. Más que un monólogo teatral, Venciendo al diablo es una declaración de principios, un ensayo teatral sobre el miedo y la negligencia, un mensaje con contenido médico pero sobre todo político, una denuncia hacia los líderes de los países sobre la importancia de tomar las decisiones correctas, especialmente cuando se está en juego la salud de las personas. Nos quedamos con la imagen final de Gastelo recibiendo los aplausos en medio de la seguridad del escenario montado al aire libre y además, plenamente recuperado para el Teatro, una necesaria actividad cultural que poco a poco está venciendo, a su manera, al “diablo” de la pandemia.

Sergio Velarde

24 de septiembre de 2021

jueves, 23 de septiembre de 2021

Crítica: LOS INCOMPRENDIDOS


Los iniciantes

Los incomprendidos me gustó debido a que la dramaturgia fue creación de los jóvenes actores en formación: Diego Müller, Fernanda Llanos, Isabella Parra y Marcelo Quilcate. Sin embargo, creo que las historias personales que presentaron daban para mucho más de los veinte minutos de duración del montaje. Esto lo menciono de manera constructiva. Por otro lado, las actuaciones estuvieron correctas; se aprecia que los jóvenes están desarrollando la capacidad de memoria corporal que todo actor debe potenciar durante su carrera, pues los cuatro demostraron igual energía y presencia escénica.

Como mencionaba, el conflicto juvenil que presentaron, así como los cambios de carácter de los personajes, se prestaban para desarrollar un conflicto mucho más elaborado. Posiblemente, Los incomprendidos fue pensado más como una microobra con una historia sucinta. Creo que es un buen inicio en la formación escénica de los intérpretes. Por otro lado, me gustó que la voz y los diálogos se muestren de manera clara, lo cual evidencia que ya desde jóvenes saben la importancia (no menor) de la dicción en un actor. Me ha tocado ver montajes con actores mayores que obvian este aspecto centrándose más en cosas estéticas, cuando precisamente una buena obra teatral debe ser la unión de una serie de elementos que funcionen conjuntamente. 

Luego del montaje, el equipo conformado por los cuatro actores se dieron un tiempo para conversar con el público. Esa debe ser la oportunidad para ahondar en las temáticas y el proceso de la puesta. Finalmente, creo que Los incomprendidos, creación colectiva dirigida por Lina Ninamango, cumplió con las expectativas, no decepcionó, pero bien podría desarrollarse para conseguir un espectáculo más complejo y atractivo.  

Enrique Pacheco

23 de septiembre de 2021

jueves, 16 de septiembre de 2021

Crítica: TÍTEREIMPRO


Una amena propuesta familiar

PANDA Teatro Impro, colectivo independiente con más de veinte años de labor ininterrumpida, nos presenta una ingeniosa propuesta virtual denominada Títereimpro, la cual combina la improvisación teatral y los títeres de guante con el fin de crear cuentos al momento, con la participación activa de los asistentes a través de la plataforma Zoom.

Bajo la dirección de Vivi LaNeves, quien a su vez forma parte del versátil elenco, junto a Renato Pantigozo, Jorge Salinas y Pablo Espinoza, es el que logra captar la atenta mirada de los más pequeños de la casa, invitándoles a elegir el lugar en el que se desarrollará la historia, así como al narrador y los personajes que intervendrán en la misma. Oficio Crítico asistió a la función del último domingo, en la que se crearon dos historias con mensajes acerca de la amistad, la justicia y el cuidado del medio ambiente.

Respecto a la parte audiovisual, muy acertada la elección de colores llamativos de los muñecos y el uso de plantillas que enriquecieron la presentación. Además, a la destreza de los improvisadores, se suma el mérito del manejo de los muñecos y la creación del cuento, al instante. Sin duda, Títereimpro es un divertido y educativo espectáculo para toda la familia, sobre todo, para los niños y niñas que necesitan entretenerse de la mejor manera, en estos tiempos de tecnología y pandemia.

 Maria Cristina Mory Cárdenas

16 de septiembre de 2021

martes, 14 de septiembre de 2021

Crítica: PROYECTO QUÍONE


Mito versus ciencia

Continuando con la exploración de los numerosos personajes mitológicos y su traslado al mundo contemporáneo, Mitos Estudio lleva esta vez a las pantallas a la diosa de la nieve, la hermosa Quíone. Pero esta propuesta tiene ciertas características distintas a las del multiuniverso que nos viene regalando el dramaturgo y director Jorge Pecho. Proyecto Quíone, con dirección de Johan Escalante y dramaturgia de Juanco Stringa, se aleja del dramatismo y del relato épico de héroes y aventuras, para proponernos un interesante encuentro y que venía ya postergándose demasiado: el de la ciencia con el mito.

Y es que de tantas apuestas en línea durante este año y meses de pandemia, en las que se narran sucesos protagonizados por dioses y criaturas mitológicas “humanizadas” y que además eran aceptadas como tales por la sociedad mundial, era importante abordar una explicación científica al asunto. Si bien es cierto no es esta situación utópica el tema central, al menos en el proyecto en mención aparece un hombre de ciencia que se topa con una diosa griega encerrada en un laboratorio experimental. Jordan (Brayan Vilches), próximo a convertirse en científico, debe tomar una importante decisión: ¿liberar o no a Quíone (Norma Cabrera), una diosa de la que se enamora a primera vista?

La distintiva y atractiva dirección de arte de Luis Peche se mantiene en las secuencias grabadas, pero Escalante orienta la conversación en vivo de la pareja protagónica hábilmente hacia la comedia. En ese sentido, tanto Cabrera como Vilches le aportan ingenuidad y humor a sus personajes, creando una genuina conexión entre ellos y con los espectadores. Este encuentro entre mito y ciencia acaso pudo profundizarse más, pero la relación sentimental generada es convincente y entretenida. Proyecto Quíone, con la eficiente producción general de Daisy Avilan, sigue en la búsqueda de nuevas maneras de explotar las inmensas posibilidades que ofrecen los relatos mitológicos.

Sergio Velarde

14 de septiembre de 2021

jueves, 9 de septiembre de 2021

Crítica: DÍAS FELICES


Las lecturas de Beckett y el absurdo

¿Quién iba a imaginar que el gran dramaturgo irlandés Samuel Beckett se convertiría en nuestra compañía recurrente en tiempos de pandemia? Sus textos, notables dentro del Teatro del Absurdo, vienen siendo revisitados y estrenados de manera intermitente en nuestra cartelera virtual (La última cinta, Final de partida, Salto en sepia) y no es casualidad que sea en estos meses de encierro, en los que a pesar de algunas tímidas salidas ensayadas por algunos, muchos hemos visto transcurrir todo este tiempo inmóviles dentro de nuestros hogares, adaptándonos a una nueva realidad. Beckett y el tiempo. Siguiendo este razonamiento, se entiende la absoluta pertinencia de una pieza como Días felices, presentada de manera virtual y presencial por el Teatro Británico, bajo la experta dirección de Alberto Ísola.

Y es que el tiempo juega un papel crucial en la vida de Winnie (Norma Martínez), una mujer elegante y madura que pasa sus días enterrada hasta la cintura y en el segundo acto, hasta el cuello. Sus actividades rutinarias, aquellas que puede realizar debido a su absurda situación, son las únicas que le sirven para enfrentar un incierto futuro. Sus largos monólogos son solo interrumpidos con las fugaces apariciones de su esposo Willie (Roberto Ruíz), quien le hace compañía desde su propia desorientación. Solo genios como Beckett pueden escribir piezas que adquieran nuevas lecturas para distintas generaciones. A los que puedan ver una aguda reflexión sobre la soledad en el matrimonio o los peligros de las pruebas nucleares en contra de la humanidad, ahora más que nunca se visibiliza claramente nuestra necesidad de adaptación a las nuevas realidades pandémicas, en las que nos encontramos atrapados y sin salida, al menos de manera temporal.

Tremendo reto el que asumen Ísola y el Británico, del que salen airosos contando con la complicidad de una enorme Martínez, sin duda, una de nuestras actrices más versátiles y completas. La inacción y lo estático del texto original le permite a la actriz demostrar un excelente manejo del texto. Bien las intervenciones de Ruíz. El diseño de producción luce sobrio y funcional. Días felices nos plantea muchas interrogantes y pocas respuestas, pero sí mucha reflexión sobre la condición humana y los recursos que empleamos todos para superar las adversidades que nos plantea la vida. Beckett es y seguirá siendo, por muchos años más, la compañía ideal para ayudarnos a entender este mundo con todas sus contradicciones y paradojas.

Sergio Velarde

9 de setiembre de 2021

miércoles, 8 de septiembre de 2021

Crítica: EL RABDOMANTE


Clamor popular

Sala de Ensayo Teatro presentó por una breve temporada el espectáculo virtual El Rabdomante, texto del célebre escritor peruano Sebastián Salazar Bondy, situado en la década de los sesenta, nos presenta una historia que combina el realismo y la simbología, a través de un mensaje social que sigue vigente.

Dirigida por Martin Medina López e interpretada por Verónica Serrepe y Aldo Sánchez, quienes con precisión y solidez manejaron a los siete personajes, entre los que se encontraban los miserables, los opresores y el mago (Rabdomante). El formato pregrabado fue una decisión acertada, ya que nos permitió concentrarnos en la profundidad de la narrativa, así como prestar atención a las particularidades de cada personaje. La simplicidad de las locaciones con fondos neutros no impidieron entender que nos encontrábamos en algún lugar de nuestra sierra, en el cual el agotamiento del agua hace que un grupo de pobladores reclamen a sus autoridades una pronta solución; sin embargo, su actitud esquiva e indiferente se torna aún más incomprensible cuando aparece una suerte de mago que promete hacer que el líquido elemento surja de la tierra apoyado con una varita. Hacia el final, somos testigos de la reacción de los miserables/pobladores, quienes toman justicia por mano propia en contra de los abusivos del poder y del Rabdomante, quien acepta con resignación su destino.

Por otra parte, el buen manejo de los planos y la edición fueron pieza clave para dinamizar la propuesta escénica, que como bien se menciona líneas antes, permitió disfrutar de las destacadas actuaciones de Serrepe y Sánchez, quienes supieron resaltar y sortear los desafíos de cada personaje interpretado. Sin duda, El Rabdomante es una importante y lúcida obra de Salazar Bondy, que refleja los graves problemas sociales que nos persiguen hasta hoy, como la injusticia y opresión hacia los más olvidados, que han abierto más las brechas de desigualdad y división, invitándonos a seguir reflexionando acerca de los cambios que individualmente podemos hacer para construir una mejor sociedad.

Maria Cristina Mory Cárdenas

8 de setiembre de 2021

lunes, 6 de septiembre de 2021

Crítica: PROVOCAR TERNURA


Antología de emociones

Continúa la exploración virtual con Provocar Ternura. Yestoquelotro Estudio de David Carrillo vuelve a la carga con una nueva antología de cortometrajes, escritos, actuados y dirigidos íntegramente por egresados de sus talleres de actuación. Esta vez, es la “ternura” la temática alrededor de la que giran las nueve ficciones breves presentadas, teniendo como disparadores creativos una cerradura, una colcha y la frase: “¿Puedo quedarme contigo?”. En lo que va del proyecto global, que cuenta ya con dos estrenos previos (Provocar Identidad y Provocar Emancipación), quizás sea en ciertas piezas de esta propuesta en las que se alcancen los resultados más sobresalientes de todo el conjunto (con el apoyo de convenciones teatrales, incluso), lo que hace más evidentes las carencias de las otros proyectos. Sin embargo, ninguna ficción sale sobrando y todas, en su concepción, logran retratar este sentimiento cada una a su particular manera.

El lado oscuro de la ternura es explorado en Bucle de Ann Claros, dirigida por Gian Paul Miranda, en la que la violencia física y psicológica se hace presente en la relación de Franco Ahuanari y Steve La Cruz, ante la presencia de la amiga Liz Roggero, creándose un drama que pudo haber profundizado más a sus personajes; y en Después de ti de Catalina Balarezo Sugobono, a cargo de Mirella Ibáñez, ciertos problemas técnicos no distraen de las melancólicas reflexiones de Vero Del Topo luego de la partida de un ser querido y del hábil manejo de los elementos que simbolizan esta añoranza. Por otro lado, la ternura inherente a la amistad aparece en las entretenidas y sólidas Calma y Descontrol de Samanta Romero Rodríguez, bajo la dirección de Rodrigo Reyes Pavia, y ¿Para qué son los amigos? de Vanessa Demichelli, dirigida por Maryfé Asparria, en las que cada pareja de amigos, bien interpretados por Asparria con Cristina Renteros, y André Portugal con Yamil Sacin, respectivamente, convence en sus divertidos diálogos.

Que el teatro logre conmover a través de la pantalla se convierte en una feliz certeza en las arriesgadas Des-Pegar de Luzma De la Torre Ugarte, bajo la dirección de Nany Florez, y La última tarde de colchita de Carrillo, a cargo de Samanta Alva Vargas; ambas con propuestas basadas en la teatralidad que enriquecen el producto final. En la primera, las actrices Betsheba Gil y Romero Rodríguez interpretan con fluidez la relación entre madre e hija, en una sala comedor convertida en un escenario con todas las dela ley. Y en la segunda, aceptamos por completo la convención propuesta por la actriz Jóse Spigno, para narrarnos, en primera persona, la conmovedora historia de un joven Carrillo; se trata este de un trabajo que roza la excelencia, en su propósito de transmitir emociones desde la virtualidad.

El virtuosismo en la ejecución de las propuestas se puso de manifiesto, de distintas formas, en las piezas restantes. En T.A. Ternura Artificial de Jasmín Tello, dirigida por Sacin, se exploró la ciencia-ficción en un estilizado futuro distópico, en el que el androide Joel Soria y la programadora Jasmín Tello se ven involucrados en el final de los tiempos. En El celular de un hombre en problemas de Rodrigo Falla Brousset, a cargo de Demichelli, recuperamos al actor Carrillo en un personaje que exuda ternura e ingenuidad en medio de una intriga delincuencial, bien secundado por la voz de Reyes Pavia desde el móvil del título. Y en la impecablemente realizada Puedes dejar de acompañarme de Spigno, dirigida por Julian Reyes, los intérpretes Atria Fiol  y Federico Abrill nos hacen partícipes de una entrañable fábula para reconocer, enfrentar y perder el miedo. Provocar Ternura alcanza algunos momentos brillantes en su composición de ficciones, que solo nos hace esperar con más impaciencia las siguientes entregas.

Sergio Velarde

6 de setiembre de 2021

domingo, 5 de septiembre de 2021

Crítica: MIRANDO A MIRANDA


Terapia en cuarentena

Las consecuencias que viene generando el encierro por la crisis sanitaria son enormes, pero no debemos olvidar una de las peores: la psicológica. Nada podrá reemplazar nunca el contacto físico con una videollamada, así esta sea en pantallas de la más alta definición. Los alcances del daño provocado por el encierro deben ser medidos y evaluados. Justamente, ese es el tema que aborda de manera ingeniosa la última coproducción del Club de Teatro de Lima y el colectivo Panparamayo, en la que el público es partícipe de la relación que se genera entre una paciente y su terapeuta, titulada Mirando a Miranda.

La propuesta escénica es una creación colectiva interdisciplinaria, en la que nos involucramos en la trama desde varios días antes de la función, a través de un grupo ficticio de WhatsApp, en la que ambas mujeres comparten mensajes, imágenes, audios y videos diariamente. Esta herramienta virtual, utilizada recientemente en Buzón de voz del colectivo EspacioLibre o en Eso que nos altera de El Quipu Enredado, por ejemplo, es efectiva en preparar a los espectadores para la emisión en vivo de la puesta virtual. Y esta no decepciona, pues se logra percibir el vínculo afectivo entre ambas mujeres, que terminan incluso intercambiando los roles de soporte emocional, hasta una secuencia puntual en vivo que rompe la convención con el espectador, pero que resulta muy pertinente para entender sus mundos interiores.     

Sheillah Gutiérrez, responsable del proyecto como dramaturga y actriz, consigue una entrañable propuesta escénica, muy bien secundada por la actriz Patricia Gutiérrez; ambas interpretan con mucha sobriedad y convicción a sus personajes. La directora Leticia Robles Moreno consigue un espectáculo completo y fluido, lleno de detalles y múltiples lecturas, apoyada en un impecable diseño de arte, así como en la musicalización y en las secuencias previamente grabadas. Mirando a Miranda es una sólida puesta en línea que explora no solo las posibilidades de las aplicaciones virtuales para contar historias, también los peligros emocionales que viene generando la reclusión obligatoria.

Sergio Velarde

5 de setiembre de 2021  

jueves, 2 de septiembre de 2021

Crítica: NUESTROS CUERPOS SIN MEMORIA


Juventud incomprendida e incomunicada

Tres instituciones son las encargadas de devolvernos poco a poco la (irremplazable) experiencia presencial del teatro: la Alianza Francesa de Lima, la Escuela Nacional Superior de Arte Dramático Guillermo Ugarte Chamorro de Perú (ENSAD) y la Escuela Nacional de las Artes y Técnicas del Teatro de Lyon (ENSATT, Francia) se unen para estrenar la coproducción francoperuana Nuestros cuerpos sin memoria, basada en la pieza Los Fundacionistas del dramaturgo francés Baptiste Amann, en la sala de la Alianza Francesa. Se trata de una interesante puesta que plantea una realidad latente y paradójica, como es la incomunicación entre los jóvenes ante un mundo supuestamente cada vez más “interconectado”, gracias a los grandes avances tecnológicos que disfrutamos.

Y es interesante porque la experimentada directora francesa Sarah Delaby-Rochette nos hace patente esta carencia total de escucha y empatía desde que empieza la acción, en medio de una reunión social entre seis muchachos, tres damas y tres varones, en una casa de playa. Todos parecen tener muchas cosas que decir, y lo hacen, pero nadie parece percatarse o al menos, interesarse en el otro. Es así que escuchamos tensas disertaciones sobre separaciones, intolerancia, extremismos, culpas, frustraciones, sueños convertidos en pesadillas, pero que poco importan ante la urgencia de grabar un tik tok. Toda la primera secuencia, con algunos monólogos en aparte de los conflictivos y conflictuados personajes y además, todos moviéndose por el espacio y luego permaneciendo estáticos intermitentemente, contribuye a generar un desconcierto inicial premeditado, pero que luego va in crescendo hasta alcanzar incontrolables niveles de violencia.      

La escenografía propuesta por Andréa Warzee es funcional y permite tener visibilidad completa de toda la casa, con niveles y atmósferas definidas. Por su parte, el elenco que incluye a la francesa Clara Paute y a los peruanos Yamile Saer López, Muriel García Barreto, Josué Rodríguez Linares, Luis Acuña Chuquivilca y Rodrigo Fajardo Huamani cumplen a la perfección con sus respectivos personajes. Delaby-Rochette consigue con Nuestros cuerpos sin memoria una aguda crítica hacia nuestra tecnologizada sociedad, en la que la juventud actual opta, sorprendentemente, por el individualismo y el aislamiento frente a un mundo cada vez más interconectado. Toda una enorme problemática visibilizada en esta puesta presencial, que merece ser pensada y cuestionada.

Sergio Velarde

2 de setiembre de 2021 

miércoles, 1 de septiembre de 2021

Crítica: SUBMUNDO


Secuestros

El talento que tiene Jorge Pecho y su equipo para el teatro virtual es indiscutible; sin embargo, considero que una de sus mayores debilidades que muestra desde que tengo la oportunidad de verlo es el contenido, es decir la dramaturgia. Hace unos meses, las entregas de Titanomaquia fueron increíbles, pero medida que Jorge ha explorado otras temáticas en sus montajes, más allá de la mitología griega, he encontrado problemas. Un ejemplo de esto es esta obra, recién estrenada, titulada Submundo.

Las actuaciones de Liz Roggero y Mariana Quiroz fueron creíbles, no impactantes, pero creíbles. Sin embargo, la historia era muy lineal. Los conflictos se resolvían de una manera relativamente simple. Adicionalmente, y esto lo menciono con absoluto respeto, los diálogos fueron muy telenovelescos. Creo que la telenovela es un género audiovisual que tiene sus propios códigos, pero trasladar esto a una función de teatro virtual no funcionó.

Por otro lado, audiovisualmente, los montajes de Jorge Pecho son sencillamente alucinantes. Muchas felicitaciones a Luis Peche, el director artístico responsable de esta obra de arte. De hecho, creo que es una crítica para otras compañías teatrales que en sus funciones virtuales no se ven tantas herramientas audiovisuales originales y a veces, uno tiene que hacer el esfuerzo para imaginar situaciones. Sin embargo, que una función tenga un audio y efectos especiales únicos no hacen que sea atractivo, pues en mi opinión, el conflicto en Submundo era muy simple. Reitero que escribo esto con respeto y de forma de crítica constructiva. 

La historia de una madre que es secuestrada y luego es mutilada para que una red de trata trafique con sus hijos siempre va a ser una historia dramática que necesita ser contada. Sin embargo, el teatro es precisamente una magia cuya convención se basa en narrar cómo una historia se cuenta. El teatro es una convención con el público. Todos sabemos que Roggero no ha sido realmente mutilada, pero precisamente el trabajo del dramaturgo es narrar el cómo llegó a esta situación trágica y qué sucede al final. La clave del teatro es llegar a narrar una historia de tal manera que sea mostrada como un montaje único y algunas veces, apelando a valores universales como el amor, la justicia, la venganza, etc.

En ese sentido, yo creo que Jorge Pecho debería experimentar y trabajar con otros colectivos teatrales u otros actores. Por ejemplo, Kelly Estrada, Renato Medina-Vassallo o Paul Mendoza, entre otros. ¿Cómo funcionarían estos actores en las obras de Pecho? Igualmente, sería interesante experimentar con otros dramaturgos. Estoy convencido que sería un proyecto colectivo con resultados interesantes desde el punto de vista estético.

Enrique Pacheco

31 de agosto de 2021