viernes, 30 de julio de 2021

Crítica: BICENTENARIO


El drama de los doscientos años

Homónima del espectáculo que presentó la ENSAD, Bicentenario es una puesta virtual diametralmente opuesta, tanto en forma como en contenido. Escrita por Juan Carlos Delgado, con la dirección de Renato Piaggio, la obra entera es una videollamada familiar entre madre, padre, abuelo y nieto, durante las celebraciones por Fiestas Patrias. Sin embargo, Delgado nos muestra una familia disfuncional (y real), alejada de cualquier tipo de romanticismo tradicional: Raquel (Ebelin Ortiz) vive en el extranjero y está separada de su esposo Alberto (Carlos Solano), quien viene recuperándose del Covid-19; los acompañan el hijo de ambos, Dani (Brando Gallesi), el cual tiene una importante noticia que comunicarles, y el abuelo Clemente (Carlos Victoria), un militar retirado. Las decisiones que tomaron y toman estos personajes revelan muchos caminos que nos falta avanzar como país y que esperemos la realidad sea distinta en el tricentenario.

El autor aborda en la trama varias problemáticas muy actuales y que además, venimos arrastrando desde hace décadas, en mayor o menor medida. La madre migrante que huye en busca de nuevas oportunidades ante la crisis económica, mientras que el padre muestra atisbos de machismo al descubrir que su expareja busca reconstruir su vida. Por su parte, el hijo adolescente incomprendido, que no ha vivido la cruda realidad de los últimos años, se enfrenta a la guardia vieja, representada en un abuelo al que le cuesta comprender cómo el tiempo avanza y la “normalidad” cambia. Acercándose el final de la transmisión, resulta no ser la revelación de Dani el disparador del caos, sino aquella violencia y terror latente que ha manchado durante tanto tiempo nuestra historia y que hoy en día, está más presente que nunca.

Piaggio consigue muy buenas interpretaciones del elenco: Ortiz y Solano convencen en su tirante relación, ahora solo como padres, defendiendo a su manera sus respectivos puntos de vista. No obstante, quienes destacan nítidamente son el experimentado Victoria, con su nervio característico, y un sorprendente Gallesi, quien saca adelante su personaje con mucho aplomo sin caer en estereotipos ni sobreactuación. Bicentario, que se presentó con la colaboración de Butaca C Producciones y Kapchiy Asociación Cultural, es una excelente muestra de cómo llegamos como peruanos a estas celebraciones y de cuánto nos falta por aprender. Se anuncia ya la puesta de Bicentenario presencial, lo cual es una excelente noticia, pues se trata de una historia que ofrece entretenimiento y reflexión por igual.

Sergio Velarde

30 de julio de 2021

jueves, 29 de julio de 2021

Crítica: EL CUENTO DEL HOMBRE QUE VENDÍA GLOBOS


Palabra de Grégor

Siempre es saludable revisitar las obras clásicas peruanas del siglo pasado, las de aquellos dramaturgos entrañables que fueron testigos de una época y que registraron su sentir en su producción escrita. Uno de los más recordados es, sin duda, Grégor Díaz, quien además se mantuvo muy activo como profesor en el Club de Teatro de Lima. Sus piezas reflejaron con un particular sentido del humor las profundas diferencias sociales de hace unas décadas, pero que (lamentablemente) mantienen una total actualidad, pues continuamos con muchas de esas actitudes en pleno Bicentenario. El cuento del hombre que vendía globos (1975) es una de sus piezas más reconocidas, presentada de manera muy pertinente por la Asociación Cultural Seis Butacas.

La pieza original nos presenta a dos mendigos que sobreviven a duras penas en la calle y que fingen ser “distinguidos aristócratas” cada vez que se acerca el guardia que vigila la zona. La única manera de escapar de esta dura realidad es enfrentar sus temores. Para esta adaptación pregrabada, estrenada en la plataforma de YouTube y dirigida por Juan De Los Santos, se ha considerado la inclusión de un tercer mendigo varón y además, asumido por una actriz. Esta decisión termina finalmente por sumar al montaje, pues permite un mayor juego escénico y también por el buen desempeño de la intérprete. El espíritu de Grégor se mantiene, aun con ciertos toques contemporáneos en la ejecución escénica y viene a ser la mayor fortaleza del proyecto.

Buen trabajo de Maryori Jiménez, Luis Rosadio y el mismo De Los Santos, quienes con mucha fluidez desarrollaron sus acciones en aquel sombrío escenario y convenientemente decorado. A casi cuarenta años de haberse escrito, este premiado texto del indispensable Grégor sigue manteniendo en escena la lucidez y el ingenio para retratar una de las enormes problemáticas que seguimos padeciendo como sociedad. Felicitaciones a la Asociación Cultural Seis Butacas por rescatar obras clave dentro de nuestra dramaturgia peruana, como lo es El cuento del hombre que vendía globos, y reactualizarlas para las nuevas generaciones.

Sergio Velarde

29 de julio de 2021

Crítica: NO HAY MAL QUE DURE 100 AÑOS


Reflexionar, más que celebrar

Esta nueva puesta virtual en Fiestas Patrias, escrita y dirigida por el joven artista Carlos Arata, no puede tener un mejor título, pues en su evidente ironía se resume las falencias y los vicios que se han venido cometiendo en nuestra nación a lo largo de nuestra historia republicana, en la que lamentablemente primaron, y todavía priman, la discriminación y la conveniencia. Y lo más sorprendente es que resulta evidente que poco o nada se viene trabajando para revertir dicha situación. En No hay mal que dure 100 años, nos situamos en nuestro país en 1921, exactamente hace un siglo, y comprobamos con sorpresa las enormes similitudes que compartimos en la actualidad.

La historia aborda la estrecha relación entre dos jóvenes mujeres que vivían separadas y que se comunicaban mediante correspondencia, en medio del turbulento contexto político, social y además, sanitario que atravesaba el país en aquel entonces. El formato pregrabado que utiliza Arata llama la atención: conocemos la trama a través de la lectura en voz en off de las protagonistas de cada una de las cartas que se van enviando, mientras observamos solo sus acciones, gestos y miradas en pantalla. Poco a poco nos enteramos que los sentimientos que comparten las mujeres representan mucho más que solo afecto y amistad, y en aquella época este tipo de relación estaba obviamente prohibido. Arata construye así un cuadro bastante completo y fidedigno de nuestro país en su Centenario.

Muy buen trabajo interpretativo de Daniela Trucíos y Alejandra Rivera, quienes con mucho aplomo y convicción nos hacen partícipes de su imposible historia de amor. Sus voces transmiten con precisión su sentir, que es el de muchas mujeres un siglo después. La ambientación es bastante correcta y los detalles en los vestuarios y el mobiliario con el correr de los días son significativos para entender el conflicto. No hay mal que dure 100 años, presentado por Landing Creativo, es un emotivo homenaje a nuestro Bicentenario, en el que realmente más que celebrar, todos como sociedad deberíamos reflexionar si queremos una verdadera nación más justa y respetuosa con todas y todos sus habitantes.

Sergio Velarde

29 de julio de 2021

miércoles, 28 de julio de 2021

Crítica: VALIENTAS y LA HISTORIA DE TODO


Stand-up empoderado y musical futurista

Todavía nos falta avanzar mucho como sociedad para tratar al género femenino como se debe. Las ingratas noticias que vemos y escuchamos todos los días en los noticieros no debe desanimarnos ni mucho menos, insensibilizarnos. Cada iniciativa cuenta y si es artística, mejor; es por ello que es de aplaudir el proyecto El Color Rosado, a cargo del Colectivo Supervivientes, formado en tiempos pandémicos y que tuvo como objetivo abordar diversas problemáticas a las que se enfrentan las mujeres, pero desde ópticas distintas. Así se estrenaron dos propuestas en línea radicalmente opuestas, pero que centraron la atención en sus protagonistas femeninas.

En Valientas, las carismáticas actrices Lizziee Quintana e Ivana Pedreschi, bajo la dirección de Viviana Pereyra, se animaron a realizar divertidas rutinas en vivo, en las que abordaron los diversos problemas cotidianos a los que se enfrentan las mujeres. El tamaño de las prendas íntimas, las dificultades en la cocina o las dolorosas depilaciones se alternan con otras temáticas más serias, como la falta de oportunidades o la autoestima, pero sin perder nunca el humor en su ejecución. Buen trabajo en general de las intérpretes; no obstante, se recomendaría que al producto final se le retire las risas grabadas y se busque otra manera de percibir las reacciones del público espectador.

Por otro lado, en la puesta pregrabada La Historia de Todo de la directora y dramaturga Marilyn Molina entramos en el campo de la ciencia-ficción. Como ya anotábamos en otros proyectos similares, para imaginar el futuro es necesario, como espectadores, entrar en la convención y para eso es necesaria una propuesta estética muy bien trabajada para crear la ilusión futurista y que incluya, además de nuestro planeta, a otros mundos. Esa sería acaso la mayor objeción a una interesante y valiente propuesta, con canciones originales a cargo de Sergio Cavero, en la que vemos a cuatro generaciones de seres humanos, interpretados por solo dos actores, en medio de la crisis de la supervivencia humana. El audio, eso sí, debe revisarse para que mantenga la misma calidad en todas las secuencias. Bien Luis Lecaros en sus distintos roles, y muy bien Andrea Alvarado, quien se revela como una buena actriz y cantante. Estas dos propuestas escénicas que componen El Color Rosado contribuyen, cada una a su particular estilo, al empoderamiento de las mujeres, reconociendo así su inestimable valor en la sociedad.

Sergio Velarde

28 de julio de 2021

Crítica: TRASCENDER


Impro para sobreponerse al olvido

Todas las personas buscamos, a nuestro particular estilo y con diversa fortuna, la manera en la que nuestros actos trasciendan. Es decir, que logren sobreponerse al paso del tiempo y que tengan un impacto duradero en la vida de los demás. La vida nos va poniendo obstáculos y cada uno de nosotros sabrá cómo librarlos. Este concepto es el que manejó el colectivo Impro4Life, junto a su director Luis Ausejo, con Trascender, un espectáculo virtual de improvisación en el que cada función sería diferente a la otra y también, en la que el público participara con temas por trascender que le gustaría ver desarrollados en la puesta. Oficio Crítico no pudo ver toda la temporada, pero la función a la que asistió cumplió con las expectativas, además de contar con un recurso temporal bastante ingenioso.

Tratándose de un taller montaje virtual, los actores Ale Nadal, Sara Enero, Claudia Lucia Arapa, Alonso Reyna, Rodrigo Ortiz y Maricris Mory estuvieron muy creíbles y espontáneos, defendiendo a sus respectivos personajes e improvisando en el momento los diálogos y las acciones. En la función en cuestión, la historia se centraba en las dificultades personales y laborales que debe enfrentar una pareja de lesbianas en nuestra sociedad. La lucha por la igualdad de oportunidades que ellas emprenden bien merece trascender y todos los obstáculos estuvieron representados con bastante fidelidad y en toda su irracionalidad.

El recurso que utilizó esta puesta resultó de lo más curioso, pues las escenas se fueron mostrando sin respetar necesariamente el orden cronológico. Los saltos entre el pasado, presente y futuro de los personajes, presentados de manera aleatoria, lejos de confundir al espectador, enriquecieron la trama y le agregaron interés. Trascender fue un interesante formato de improvisación y el desorden cronológico de sus escenas le permitió al elenco ejercitar sus habilidades histriónicas, utilizando vestuario y utilería funcionales. Esta fue una sólida y discreta propuesta, que tiene las suficientes condiciones como para replicarse y por supuesto, llegar a trascender.

Sergio Velarde

28 de julio de 2021

martes, 27 de julio de 2021

Crítica: LA ÚLTIMA CINTA


Beckett y el inexorable paso del tiempo

Piso 1 producciones realizó el año pasado un oportuno homenaje a uno de los grandes dramaturgos de todos los tiempos, Samuel Beckett. El ciclo “Lo lógico de lo absurdo” adaptó tres de sus textos, en los que el genio irlandés reflejó sus puntos de vista sobre la condición humana, pesimista y tétrica, pero no carente del humor que desprenden las situaciones humanas tan absurdas como ciertas. En esa dirección, y con la coproducción de la actriz Cindy Díaz, el mencionado colectivo viene presentando la puesta virtual La última cinta, una versión libre del original de Beckett, dirigida por Manuel Baca Solsol desde el escenario del Nuevo Teatro Julieta, y que mantiene intacto el espíritu del autor.

En el escenario minimalista vemos a un hombre que cojea al andar, que responde al nombre de Krapp, y que se dedica en sus cumpleaños a grabar sus nostálgicas reflexiones en cintas de cassette, pero también a escuchar las grabaciones de años anteriores. Beckett, que supo retratar tan bien el factor temporal en Esperando a Godot, muestra con crudeza el paso (y el peso) del tiempo en su apabullado personaje, que se enfrenta a sus temores, sus anhelos y sus frustraciones en este absurdo intento por mantener viva su memoria, pero inmerso a su vez en su propio círculo vicioso. El no poder escapar de sus propios demonios significa, para este hombre y acaso para todos nosotros, tanto lo trágico como lo cómico de la vida misma.

Excelente la performance de Gonzalo Molina, dotando de peso, profundidad y niveles a su personaje, y aprovechando hábilmente los distintos momentos de grabación y los de escucha. Estos saltos temporales le permiten a Molina distinguir y especificar las secuelas que produce el paso inexorable del tiempo en Krapp, no solo física sino psicológicamente. La última cinta es un digno homenaje al teatro beckettiano, bien dirigido y actuado, y también un preciso cuadro escénico de lo efímera que es la vida misma, provocando a través de este texto del teatro del absurdo una pertinente reflexión acerca de las consecuencias del paso inexorable del tiempo.

Sergio Velarde

27 de julio de 2021

lunes, 26 de julio de 2021

Crítica: DIABLO MUERTO


Danzas misteriosas

Si acaso algo caracteriza a las producciones de Cabac Teatro es la disparidad de sus proyectos presenciales y virtuales; desde puestas que buscaron emular con relativo éxito a los excelentes musicales hindúes, como Nos volveremos a encontrar (2019) o Contra viento y marea (2019), pasando por experimentos metateatrales como la interesante Cautivos (2020), hasta las propuestas con temas sociales, como ¿Alo? (2020). Su última apuesta fue Diablo Muerto, una interesante creación colectiva que mezcla la danza folclórica, la leyenda urbana y un oscuro caso de la vida real. Su director Alex Álvarez, con estudios en artes escénicas y folclor, supo sacarle partido a la historia, a la locación con que la que contó y al sólido elenco que supo sumar con sus habilidades en el baile al resultado final.

La historia se basó en un hecho real acaecido en los años 30: Ño Bisté, el último de los danzantes del “Son de los diablos” es asesinado en su propia casa por su esposa, Ño Bisteca, una perturbada mujer que además, fue víctima de violencia doméstica por parte de su marido. La leyenda dice que la presencia de la mujer sigue vagando por la gran casona y hasta allí llega un grupo de bailarines, dispuestos a tomar el lugar para armar una jarana criolla. Sin exigirle mayores explicaciones a una trama poco probable, solo resta apreciar el cuidado con el que se ha filmado este mediometraje. Álvarez consiguió interesantes secuencias, aprovechando las habitaciones de aquella casona embrujada, intercalando coreografías del elenco con las cada vez más amenazantes apariciones de Ño Bisteca.

La edición jugó con distintos puntos de vista desde varios ángulos dentro de la vivienda, incluso dividiendo la pantalla, y así podíamos ver qué le iba sucediendo a cada personaje. La enrarecida atmósfera dentro de la vivienda, irreal y onírica, estuvo muy conseguida. Buen desempeño también del elenco participante, conformado en su totalidad por bailarines profesionales egresados de la Escuela de Folclor. Diablo Muerto fue un interesante proyecto audiovisual de Cabac Teatro, que mezcló con efectividad la riqueza de nuestras danzas, nuestras canciones, nuestra música, con el relato de suspenso.

Sergio Velarde

26 de julio de 2021

Entrevista: FLOR CASTILLO


“La acción siempre es el eje fundamental.”

El emblemático grupo Cuatrotablas cumple cincuenta años de actividad teatral ininterrumpida, siempre preocupados por mantener viva la memoria, nuestra memoria. Conversamos con una de sus actrices más representativas, Flor Castillo, para conversar sobre sus inicios, su trayectoria y experiencia profesional, así como de su destacada labor en el colectivo escénico que fundara el maestro Mario Delgado.

¿Cómo fue tu comienzo en el teatro?

Fui una jovencita muy privilegiada, fue una oportunidad maravillosa a los 14 años. Me enteré por mi madre que había llegado a Piura Luis Valdivieso, maestro y director teatral, con el propósito de impartir cursos de formación teatral. Él era piurano, egresado de la ENAE – Lima, invitado por la ORAMS (Oficina de apoyo a la movilización social del área cultural - Piura). Y es así que feliz me inscribí en el verano de 1971, me integré al elenco del taller de teatro móvil, forme parte del TNT (Trabajadores del nuevo teatro). Todo esto fue parte del sueño de Jorge Díaz Herrera, escritor y poeta que diseñó el plan nacional de Inkarri, durante el gobierno de Velasco Alvarado. Fui parte de esa maravillosa experiencia en la creación y difusión de teatro, títeres y mimos. Escenificamos obras como El Amo de Luis Valdivieso, Callejón  de Victoria Santa Cruz y Domingo 7 de Leónidas Yerovi. Fue un tiempo increíble e irrepetible, de  aprendizajes, ensayos y presentaciones en plazas de los pueblos, colegios, municipios y la cárcel de Piura. Recuerdo que nuestro grupo teatral fue asistido  por los soldados del ejército, como apoyo logístico en la instalación de luces, tabladillos, junto al director y a los jóvenes integrantes del grupo. Tengo la convicción que hicimos teatro en pueblos,  donde antes no había llegado ningún grupo.


¿Cómo fue tu encuentro en Cuatrotablas?

Me encontraba participando en la obra Carmen de Prospero Merime, dirigida por Kathy Serrano. En esa temporada, Mario Delgado me invitó a participar en el remontaje de la obra La nave de la memoria de Ricardo Oré.

¿Qué es el método de Cuatrotablas para ti?

El método es la columna vertebral al cuerpo Cuatrotablas. Porque ha formado a sus actores, permitiendo tener una reserva permanente para sus creaciones, siendo una constante en la creación colectiva o de autor, tanto como actores de la escuela y actores invitados.

¿Cómo tomas el método del grupo en tu proceso?

El método de Cuatrotablas llegó como para afilar la sierra y reconocer la importancia del laboratorio en la creación, en mi formación y disciplina. El proceso creativo se realizaba en el laboratorio donde nos proponían ideas relacionadas con enraizarnos, tomar conciencia de tu aire, del equilibrio, de la columna, de las oposiciones, de la importancia de tu diagnóstico y pronósticos a través de acciones como caminar, saltar, correr, estar allí presente para ir hacia el acto creativo, pasando por las fases del calentamiento, creación de secuencias, la improvisación y el montaje. Esto se constituía en la dinámica creativa de los procesos por Mario Delgado.


¿Cuándo comienza el proceso del laboratorio de Arguedas?

Del 2003 al 2006 fue el primer laboratorio, se estrenó en FITECA (Fiesta Internacional de Teatro en calles abiertas) en el 2006. Partimos de la primera hoja de la novela Los ríos profundos de José María Arguedas. Un año buscando el lenguaje, para interpretar la primera versión. Pilar Ochoa, José Infante, Juan Maldonado, Helena Huambos y Rosario Gamarra, fueron convocados y estuvieron acompañando el proceso, como también la maestra Rosa María Salas.

¿Cómo vinculas el canto y la acción?

Nuestra tradición es musical, El Taquioncoy, La fiebre del canto y la Danza de la curación, en palabras de Ricardo Oré. En la voz está guardada la memoria. El canto era parte de mi camino de búsqueda con Retablo, con la creación de la obra Herraduras en el alma, obra de creación colectiva que cuenta la historia de del Perú a través del canto y la danza desde la llegada de los españoles, tomando como hitos treinta sucesos históricos. Por eso me fascinó el proceso de la nave de la memoria de Cuatrotablas, había una gran afinidad, un teatro histórico musical peruano. Yo creo que mi proceso anterior me permitió aportar esos hallazgos de Retablo a Cuatrotablas.

¿La voz como camino a la acción o la acción como camino a la voz?

La acción siempre es el eje fundamental, imagen, sentimiento y acción, enseñanza de María Escudero, transmitido por Manuel Luna, en el proceso de la obra Herraduras. Preparar el cuerpo, la voz para la acción física y vocal. La voz es acción, te detiene, te corta, te abraza, de hiela, te eleva, es acción en sí.

¿Cómo llegas al canto Arguediano? ¿Y cómo influye en ti?

En el proceso de investigación y creación de la novela Los ríos profundos, encontramos el canto Arguediano. La novela recoge cantos tradicionales de la infancia de José María Arguedas y de los pueblos que lo vieron crecer. Luego María Rosas Salas fue convocada por José María Arguedas para cantar y grabar sus cantos recopilados; asimismo, ella también aportó como investigadora e interprete, con otras hermosas canciones a la dramaturgia musical en el primer montaje de Los ríos profundos. Esta rica enseñanza elevó en la poética del montaje, así también como las danzas dirigidas con Juan Maldonado y el músico guitarrista ayacuchano Américo Peñafiel, que también aportó nuevos cantos a mi versión de canto Arguediano, cantos que aprendió desde niño.


¿En cuántos procesos y versiones de Arguedas has estado?

Aproximadamente en nueve versiones, entre el primer Laboratorio y el de Las Chicheras parte 3.

¿Cuál fue tu hilo conductor en estos procesos?

El amor por la obra Los ríos profundos de José María Arguedas. Partí del personaje Ernesto Mujer, su madre ausente, el escritor. Todos éramos Ernesto Niño, Ernesto Adolescente, Ernesto Padre. Y después en la versión unipersonal, integré todas las versiones de Ernesto y al mismo José María Arguedas, con los textos de sus cartas del libro El zorro de arriba y el zorro de abajo. El sentido de las obras es que se hagan y representen, para que estén vivas.

¿Cómo has interiorizado cada uno y lo transformas para el siguiente proceso de creación?

No estar aferrada a nada, como decía Mario Delgado, lo único que es permanente es el cambio, que en lo personal, a mí me costaba mucho, fue lo más duro del aprendizaje, me creaba una oposición interna, pues cada proceso significaba pulir y afinar una puesta y luego volver a empezar y recuperar lo logrado, en otras palabras lograr el desapego. Pues en el fondo, cuando capturas la esencia, ya es posible todo, como reducir los espacios, el tiempo, el vestuario, los elementos, etc. Sentarte y desde allí detenerte, poner la danza, el delirio y en esa aparente quietud darlo todo. Aprender desde la mirada del niño Ernesto vehemente y delirante; me fascinaba ver cómo miraba el mundo, la gente, las aves, los ríos, los árboles, la música, el canto y la ternura de sus sirvientes indios. Estaré siempre agradecida por Mario Delgado y José María Arguedas, pues tensamos siempre ese hilo conductor y ahí siempre hice batallas con Cuatrotablas. Ávidos y seducidos por vivir Los ríos profundos, al modo de Ernesto y ahí encontrar al Ernesto nuestro.

¿Cuál es la memoria de Arguedas en los siguientes procesos de creación?

Ya camino con el papacho Arguedas, ya está en el alma y el cuerpo, su legado. Tan claro como en su discurso Yo no soy un aculturado; y ese concepto te va dilatando, de su libro ¡Sigo siendo! Kachkaniramqmi! y su vigencia, después de tomar su vida y trascender.


¿Cómo festejas los 50 aniversarios de Cuatrotablas?

Esta pandemia y el confinamiento me ha permitido re-visionar, ordenar, recopilar, registrar procesos, elaborar planes, proyectos de todo el material de la trayectoria de Cuatrotablas, lo cual me ha permitido mostrar al mundo cultural, la vigencia de Cuatrotablas, mediante conversatorios, entrevistas, etc.

¿Qué encuentros y desencuentros tienes con las lecturas dramatizadas?

Para las lecturas dramatizadas, Mario nos pedía dominar el texto, de tal modo que pudiéramos accionar con el libreto o sin él. Ahora hemos abierto un laboratorio específico con el primer elenco del grupo Cuatrotablas, de modo virtual, que es el medio que nos permite mantenernos conectados y vigentes. Permitiendo adecuar las obras a la demanda de esta plataforma virtual, sin perder la esencia del teatro de Cuatrotablas.

¿Nuevos proyectos?

Re-visionar mis 50 años como actriz, coincido gratamente con los aniversarios de Cuatrotablas; este 2021, también cumplo 50 años ejerciendo esta hermosa labor de actriz.

Algunas palabras adicionales.

Seguir explorando sobre el universo de la performer. Estrenar la serie virtual 14 de noviembre 1997, basada en la obra teatral del mismo nombre estrenada en marzo del 2020, previos al confinamiento por el Covid-19. Revisar mi trayectoria artística de 50 años, con el objetivo de realizar una puesta escénica, en homenaje y gratitud a la vida por permitirme, celebrar mis “Bodas de Oro” de mi labor artística. Escribir un libro, como dice el personaje Elvira Rupay, de la obra La nave de la memoria.

“Que remedie lo que está arriba y abajo, así el tiempo vuelva a este mundo; Canto de las temporadas, aires de partida y de regreso, danza de la curación”.

Miguel Gutti Brugman

26 de julio de 2021

domingo, 25 de julio de 2021

Crítica: MI WAYQI PLATÓN


Filosofía para todos

Cuero negro (2020) fue un muy efectivo espectáculo que combinó Filosofía y Teatro, a través de una ficticia clase virtual sobre la Axiología, bien ejecutado por el actor Carlos Arata. Dicha puesta en línea, escrita y dirigida por la joven artista Jamil Luzuriaga, fue una valiente y arriesgada manera de demostrar que la Filosofía puede ser muy bien adaptada a los códigos escénicos y que resulte además, en una sólida opción de entretenimiento y reflexión. En esta oportunidad, es la misma Luzuriaga quien se encarga ella misma de escribir y actuar en otra puesta de corte similar, en la que la ciencia del pensamiento y la reflexión cobra protagonismo, titulada Mi wayqi Platón. El producto final es un admirable y riguroso ejercicio escénico, para sacarse el sombrero.

Contando con la asesoría en dirección de Ruth Escudero y Gonzalo Vera, Luzuriaga apuesta por un montaje dirigido a toda la familia, pues fue presentado en el horario de las tardes. Para conseguir su propósito se valió de títeres, canciones en vivo y alegorías, con los que nos presentó, en la primera secuencia, al filósofo Platón y luego nos mostró su propia versión del mito de la caverna. La adaptación que realizó Luzuriaga consiguió en general, un feliz equilibrio entre la información de los conceptos principales y su lúdica interpretación. El diálogo inicial, con Luzuriaga haciendo las voces de anfitriona y del títere filósofo, lució fluido y divertido; mientras que toda la secuencia de la caverna, con muñecas andinas y sombras reales, fue lo suficientemente entendible como para rescatar su esencia.

Otro punto a favor del proyecto escénico de Luzuriaga fue la utilización de la lengua quechua, que enriqueció en gran medida su ejecución. Mi wayqi Platón nos permitió acercarnos, a través del juego y la performance, al maravilloso mundo de la Filosofía y también demostró que generando este tipo de ingeniosos espectáculos, se puede motivar a los más pequeños a la reflexión y al pensamiento crítico. Especialmente con la alegoría de la caverna, tan actual y pertinente en estos días “confusos” y de realidades “engañosas”. Un excelente trabajo interpretativo de Luzuriaga, que le sugiere muchas posibilidades para llevar a escena toda la riqueza que ofrecen los distintos tratados filosóficos.

Sergio Velarde

25 de julio de 2021

viernes, 23 de julio de 2021

Crítica: DEMÉTER Y HERA, LA ERA DE LOS MONSTRUOS


Epílogo de las hermanas

Las sagas mitológicas siguen cartelera virtual, esta vez con Deméter y Hera, la era de los monstruos. Continuando con los seriales que nos viene proponiendo el dramaturgo y director Jorge Pecho, asistimos al final de las historias de las hermanas Deméter (Leonela Alarcón) y Hera (Liz Roggero). Y este se realizó por todo lo alto, con drama, acción, suspenso y una invasión de peligrosos monstruos en nuestro planeta. Como ya mencionábamos en otras reseñas de las producciones de Mitos Estudio, gran parte del éxito de estas puestas virtuales recae en el magnífico diseño artístico, a cargo de Luis Peche, que consigue una convincente recreación de los seres mitológicos en tiempos contemporáneos.

Luego de los desastrosos hechos ocurridos en Deméter, tiempo de caos, una despiadada organización ecoterrorista llamada “El Nuevo Origen” viene haciendo de las suyas en el mundo entero, incluso asesinando a otros seres mitológicos, lo que provocará que Deméter y Hera unan sus fuerzas para derrotar a esta maligna sociedad. Las escenas en vivo son ejecutadas por el elenco con absoluta convicción y mucho dramatismo, que incluye además a Jano Baca y Romina Cruz. Por otro lado, en las secuencias pregrabadas, Pecho se permite escenificar con libertad persecuciones, rescates, actos heroicos y hasta traer de vuelta a personajes de obras pasadas. No obstante, la mayor atracción recae en los seres monstruosos, como la esfinge o la hidra, que la producción sabe resolver de manera adecuada e ingeniosa en la pantalla, obviamente, contando con la convención pactada con el espectador.

Si bien ya presenciamos la despedida de estas dos hermanas, Mitos Estudio promete continuar con la exploración de otras historias de la mitología griega y su actualización a los tiempos modernos. Entretenidas, épicas y visualmente atractivas, las producciones de Pecho ya se han consolidado como una valiosa opción para revalorar y redescubrir la riqueza de estos relatos, que no hacen otra cosa que retratar las emociones y pasiones de la raza humana. Deméter y Hera, la era de los monstruos es un paso adelante en el proceso de ajuste y perfeccionamiento de este estilo de espectáculos.

Sergio Velarde

23 de julio de 2021

jueves, 22 de julio de 2021

Crítica: 4.48 PSICOSIS


Viaje a la locura

Durante la década de los noventas, una joven autora británica llamaba poderosamente la atención: se trataba de Sarah Kane, que se convirtió en la abanderada del movimiento “En tu cara” (In yer face), escribiendo textos teatrales que reflejaban la protesta, el desconcierto y el pesimismo que trajo consigo el gobierno de Margaret Thatcher. Sus obras fueron destrozadas por la crítica y ella, acusada de promover la violencia y la locura en los escenarios; mientras que otros la defendieron como el nuevo rostro de la dramaturgia inglesa. No obstante, el cuadro de depresión que le aquejaba le pasaría factura antes de llegar siquiera a los treinta años. Su última obra, 4.48 Psicosis, es un crudo monólogo que plantea el suicidio como único escape posible de la dura realidad. Pues bien, el colectivo Pentateatro estrenó un mediometraje basándose libremente en esta obra, con la dirección del joven artista Giacomo Ossio, obteniendo un producto final que sí refleja las intensas emociones de Kane.

En las contadas obras de esta joven dramaturga se percibían sentimientos muy turbios, pero no carentes de poesía. En similar medida, la 4.48 Psicosis de Ossio maneja dichas vertientes diversificando la trama en sus cuatro personajes principales (Geraldine León, Jack Baca, Camposabell Herrera y el mismo Ossio), quienes se ven sumergidos en historias de tortura y sufrimiento psicológico, las cuales se van entrelazando en el camino hasta el inexorable y trágico final. Adaptar un texto teatral al lenguaje cinematográfico no resulta una tarea sencilla; sin embargo, es válido no perder del todo el ritual teatral como se percibe en el producto final: varias secuencias en las que los actores parecen declamar sus líneas sobre un escenario, así como conversaciones en videollamadas en un registro natural, por ejemplo.

La dirección de arte de Leidy Béjar y la edición de Rodrigo Gonzalo suman al tono general de pesadilla del proyecto audiovisual. La acción del mismo se sitúa en nuestra ciudad, en la que se exploran los viajes hacia la locura que emprenden estos cuatro personajes en plena crisis sanitaria. El espíritu de Kane no se pierde y ese detalle se convierte en la principal fortaleza de esta versión libre y a la peruana de 4.48 Psicosis: los intérpretes, desde sus respectivos registros, nos convencen de la progresiva locura que va afectando a cada uno de los personajes. Un trabajo bastante digno del colectivo Pentateatro, que nos devuelve a esta trágica autora británica, dueña de una breve pero intensa producción dramatúrgica.

Sergio Velarde

22 de julio de 2021

Entrevista: SANDRA BERNASCONI


“Mientras más me entiendo a mí, más entiendo a mis personajes.”

Oficio Crítico conversó con la destacada actriz Sandra Bernasconi, quien tiene una valiosa trayectoria sobre las tablas. En esta oportunidad, se encuentra en plena etapa de promoción de la puesta virtual En tránsito, escrita por Gino Luque y dirigida por Lucho Tuesta, con Gustavo Mayer como compañero de escena. El estreno será este sábado 24 de julio y la producción corre a cargo del Teatro de Lucía, tras estar paralizado casi año y medio por la pandemia.

Es enero del 2021 y en algún aeropuerto del mundo, María y Mario, junto a su recién nacido Mariano, esperan el vuelo que los lleve de vuelta a su país de origen para empezar una nueva y feliz vida en la nueva normalidad. O eso creen, porque un incidente, aparentemente trivial, será el detonante que hará brotar todo lo que ambos llevan guardado hasta llegar a una confesión totalmente inesperada.

En tránsito es un espectáculo apto para público mayor de 14 años. Las entradas se pueden obtener en Joinnus y va hasta fines de agosto.

Sergio Velarde

22 de julio de 2021


miércoles, 21 de julio de 2021

Crítica: SEÑORA PRESIDENTA


Tragicomedia en las urnas

Una desconcertante experiencia resulta del visionado de Señora Presidenta, nueva puesta virtual escrita y dirigida por Desly Angulo y presentada por Cuarta Maraña. En el afiche ya se nos anticipaba que veríamos a la actriz y cantante Trilce Cavero, tan efectiva en el género de comedia, como nuestra primera mandataria y que estaría acompañada por una trabajadora de limpieza, interpretada por Kelly Carrillo, la cual formaría parte de su gabinete. Las risas estarían de sobra aseguradas; no obstante, las apariencias engañan, ya que el espectáculo pregrabado de Angulo no se queda en el sencillo tratamiento cómico (muy efectivo, por cierto), sino que le brinda a las dos protagonistas sendas historias cargadas de drama y contenido, que enriquecen el producto final.

Estrenada poco antes de Fiestas Patrias, la historia cobra evidentemente una mayor relevancia. Eugenia no resulta ser la primera presidenta del país, sino la entusiasta presidenta de una mesa de sufragio que nunca llegará a completar la totalidad de sus miembros. Por su parte, Victoria, encargada de la limpieza de ese centro de votación, es la única que le presta atención a las inusuales demandas de Eugenia para conseguir un proceso limpio y transparente. Por supuesto que nuestra insólita coyuntura política (antes, durante y después de la segunda vuelta) le sirve en bandeja a la autora y directora el suficiente material para crear ingeniosos diálogos, bien aprovechados por las actrices.

Pero como ya mencionábamos antes, Angulo inserta, dentro de las acciones en el centro de votación, varias secuencias que nos revelan el pasado de ambas mujeres que terminarán por cambiar completamente el tono de la obra. Acaso el ritmo se dilate en algunas escenas, pero tanto Cavero como Carrillo lucen lo suficientemente convincentes en el apartado dramático para crear verdadera tensión hacia el final. En la nota de prensa, Angulo sostiene que esta puesta virtual no esgrime una postura política, pero sí que es humana y genuina. En todo caso, la frustración, la desesperación y el delirio que nos ha provocado el último proceso electoral (por no mencionar a toda nuestra historia política contemporánea) son emociones muy humanas y genuinas, retratadas con acierto en la puesta. Señora Presidenta desconcierta, sí, pero gratamente, por la profundidad dramática de sus personajes y sus acciones.

Sergio Velarde

21 de julio de 2021

martes, 20 de julio de 2021

Crítica: SIRENA


Explorando el mito

Las sirenas son personajes mitológicos que han cautivado a varias generaciones y sus aportes al imaginario artístico universal son enormes. Mitad humanas y mitad peces, estas hermosas criaturas suelen, por ejemplo, encandilar con su melodiosa voz a los desprevenidos marineros que terminarán siendo devorados. También se dice que antes podían volar o que eran simples humanas, pero que por poderes desconocidos terminaron habitando en los océanos. Además, pueden permanecer bajo el agua por varios días, para ocasionalmente salir a la superficie. Como dato curioso, las sirenas habitan en sociedades patriarcales controladas por los tritones; sin embargo, estas encuentran la manera de sentirse liberadas y deseadas, al descansar coquetamente en los arrecifes. Pues bien, basada en este curioso personaje, se estrenó la segunda obra del laboratorio de creación virtual Escénic(A)s titulada Sirena, escrita y dirigida por César Ulloa Cuéllar, por transmisión en el canal de YouTube del Centro Cultural de España.

Presentado en formato grabado, alternando secuencias netamente cinematográficas con monólogos con notoria carga teatral, el proyecto de Ulloa Cuéllar explora muchas de las posibilidades escénicas alrededor del mito, al mostrarnos a una enigmática mujer (Yolanda Rojas) convencida de ser una sirena. Este es el disparador para construir una hipnótica serie de imágenes en las que la actriz reflexiona y teoriza acerca de este ser fantástico, indagando en las propias experiencias vividas y en su propia condición de mujer. El planteamiento resulta novedoso y la información presentada, interesante. El formato que emplea el director, con los movimientos de cámara, ralentizando o acelerando algunas acciones, alterando colores y perspectivas, suma para crear una atmósfera surrealista y lírica.

A destacar el trabajo de Rojas, que al igual que las sirenas, tiene una presencia enigmática y magnética durante todo su desempeño y que traspasa las pantallas, explorando sus miradas, su voz, sus gestos y sus movimientos corporales. Una secuencia puntual, la del grupo de diversas mujeres caminando y observando el horizonte a orillas del mar, resulta todo un canto al empoderamiento y la libertad femeninas. Y efectivamente, al final queda la duda si estos seres mitológicos existen o llegaron a existir alguna vez. Sirena es un bello y sólido proyecto audiovisual de Ulloa Cuéllar, que nos devuelve el interés por estas misteriosas criaturas y sus posibles paralelos en tiempos actuales.

Sergio Velarde

20 de julio de 2021

Crítica: IMAGINARIO


Inocencia en sombras

Con motivo de la celebración de su vigésimo aniversario de creación, el grupo de teatro “Metáfora” de la ciudad de Jauja, presentó a través de una transmisión por Facebook la obra Imaginario, escrita y dirigida por Francisco Diego Mucha Reyes e interpretada por Nicolle Minaya Rivera.

Un escenario provisto de telas negras, equipado con algunos muebles y un espejo, en el cual la protagonista, una joven (casi niña) se enfrenta consigo misma y con los recuerdos de un amor materno ausente; además de las cicatrices que le dejó una temprana desilusión. El maquillaje y vestuario pronto nos advierten de su oficio, que junto a la llamada de un cliente para esa noche, la sacan de lo que parecen ser delirios.

La juventud de la actriz no es impedimento para que nos ofrezca una interpretación creíble en los momentos de desenfreno del personaje, bien contrastados con las pinceladas de los buenos recuerdos y anhelos de esta muchacha, cuya compleja personalidad es sostenida hasta el final con bastante verosimilitud. Por otro lado, se recrea una atmósfera interesante a nivel visual, con los distintos planos y la iluminación que supieron aprovechar. Un detalle que si podría tomarse en cuenta es el audio en algunas partes finales del monólogo, las cuales se escucharon un poco bajas, sobre todo, cuando la actriz se alejaba hacia los costados del escenario.

Imaginario forma parte de La caravana de teatro en vivo – Proyecto ganador del concurso de los estímulos para cultura 2020, otorgados por el Ministerio de Cultura. Una historia real y vigente que pone de manifiesto los problemas de salud mental desatendidos, aunados a la vida difícil de una mujer, que a tan corta edad parece no haber perdido la capacidad de soñar, pese al abandono y olvido de quienes siempre rondan sus pensamientos e imaginación. ¡Que el teatro en provincia siga creciendo y dándose a conocer!

Maria Cristina Mory Cárdenas

20 de julio de 2021

lunes, 19 de julio de 2021

Crítica #602: 2084


Totalitarismo actualizado

La prosa del notable novelista británico George Orwell no ha perdido un ápice de actualidad. Sus novelas distópicas Rebelión en la granja (1945) y especialmente, 1984 (1950) son claras llamadas de atención hacia los abusos totalitarios, en mundos paralelos en los que las libertades han sido eliminadas en favor de conveniencias aberrantes. Justamente, el siempre inspirado director Jorge Villanueva viene presentando una muy acertada actualización de la última obra orwelliana mencionada, retitulada 2084, escrita por Daniel Subauste y ambientada en un siglo hacia el futuro. Y es que resulta sorprendente cómo la manipulación de la sociedad y el estricto control de pensamiento que vemos en esta producción del Teatro Británico convence y preocupa.

La historia principal se mantiene y los ajustados acontecimientos que presenciamos, extraídos de la fuente original, constituyen su mayor fortaleza: el agente Winston (Marcello Rivera) vive dedicado a la persecución e interrogación de rebeldes al régimen autoritario, sin miramientos y con absoluta precisión, estrictamente vigilado por su superior (Jesús Neyra). Sin embargo, la presencia de una mujer rebelde (Karina Jordán), a la que Winston debe interrogar y someter a inimaginables torturas, hará que su mundo perfecto se tambalee. Muy buen trabajo del elenco, especialmente  Rivera, que hace muy creíble su evolución emocional, desde su inicial sumisión, luego sus dudas y miedos, hasta la crisis final que acaso lo redima.   

La puesta en escena luce sólida y ordenada, con una prevalencia de colores blancos asépticos en los vestuarios y en las luces de neón, que componen la lograda ambientación futurista y deshumanizada. Oficio Crítico vio la obra de manera virtual, a través de ocho cámaras estratégicamente colocadas en el escenario, de donde también pudo apreciarse el espectáculo en vivo por los espectadores presentes en sala. Esta actualización orwelliana llamada 2084, en estos tiempos del Bicentenario, es una muy pertinente apuesta del Británico por retratar los peligros de los regímenes autoritarios sobre los pueblos y nos recuerda además, que nuestro bien más preciado, la libertad, jamás debe arriesgarse bajo ninguna circunstancia.

Sergio Velarde

19 de julio de 2021

viernes, 16 de julio de 2021

Crítica: PROYECTO ESPECIE


¿Un acercamiento al teatro de la crueldad?

“La acción del teatro, como la de la peste, es beneficiosa, ya que al impulsar a los hombres a que se vean tal y como son, elimina la máscara”. Antonin Artaud

A más de un año de la pandemia, aún existen cuestiones muy difíciles de responder en el ámbito escénico: ¿el tecnovivio permite experimentar el fenómeno teatral? En mi opinión, depende mucho de la performance que en el escenario acontece. Pues una obra en la que la historia principie desde una dramaturgia textual es distinta a otra que inicie desde una dramaturgia corporal.  Por lo tanto, no es lo mismo observar Romeo y Julieta, adaptado al medio digital, que Proyecto Especie, igualmente, adecuado para el tecnovivio. La primera es una historia que puede llegar a entretener al espectador desde el radioteatro incluso, porque la trama se cuenta desde el texto. La segunda, en cambio, es una obra que parte desde la dramaturgia corporal. El espectador debe observar los cuerpos para que le genere alguna sensación. Así, desde lo corpóreo, nace Proyecto Especie, performance que fue dirigida por Lucero Dávila y accionada por Ximena Rivera y la misma directora.

La obra fue transmitida a través de la plataforma virtual Dailymotion. La performance no fue en vivo, sino grabada. Además, el futuro espectador podía ingresar y ver la obra cuando lo deseaba, pero por un tiempo limitado.

Proyecto Especie es un punto de fusión entre varias artes. Pues aquí se conjugan la poesía, pintura, teatro, danza y maquillaje. Cada arte podría hablar solo, pero presenta un significado más abstracto, universal y específico cuando se observa el todo, porque es más que la suma de cada parte. En primer lugar, todo lo que se presenta en la performance es abstracto. El fondo negro, la paleta de colores azul y negro, los sonidos de la lluvia, los truenos, el cuadro, los movimientos similares de las actrices (con distintas calidades de movimientos), las sombras, etc. forman un cónclave para sumar y significar dentro de la representación, además, ningún elemento es prescindible. Es decir, no significaría lo mismo si, por ejemplo, se abstrae la paleta de colores. En segundo lugar, los entes que accionan son representaciones metafísicas del ser humano, su esencia. Por tal motivo, es universal. Es decir, no representa a una comunidad específica, sino al hombre en general.  En tercer lugar, a pesar de que se representa a la humanidad, el tema de la obra es específica. Pues aborda sobre la crueldad y egoísmo humano.

A nivel de movimiento, la obra dirigida por Dávila presenta una dramaturgia corporal (aunque, también posee algunas líneas textuales pertenecientes a un poema, en este caso, se tomará como una proyección vocal del cuerpo). En ese sentido, invita al espectador para que el proyecto sea contemplado. Además, el trabajo escénico acciona sobre el público. Junto a los otros signos, los cuerpos de las actrices liberan imágenes crudamente humanas, pero con una estética y belleza destacables.

Proyecto Especie muestra la naturaleza cruel y violenta del ser humano. Esto no lo representa a través de algún personaje con una construcción psicológica perversa, o por lo menos no se muestra en la performance. Por lo contrario, hay dos entes actuantes que presentan la metafísica violenta humana. Además, la acción no depende en sí de los poemas, sino que parte del comportamiento de los agentes que actúan. En ese sentido, la obra podría asemejarse al teatro de la crueldad, tipo de teatro que postulaba Antonin Artaud.

El trabajo escénico cumple con los postulados de Artaud. Si la intención de Dávila fue esa, entonces el montaje de la obra en la presencialidad podría resultar aún más interesante. Ya que la virtualidad suprime varios signos que podrían notarse más en el convivio, como el maquillaje o el cuadro.  Además, en la presencialidad el espectador se convertiría en un agente participativo, porque sería parte de la experiencia.

En líneas generales, Proyecto Especie es una fusión de varias artes. El resultado es un trabajo interesante de observar por la forma y fondo. Sin embargo, sería más interesante aún si este proyecto se presentara en el convivio.

Elio Rodríguez

16 de julio de 2021

Crítica #601: FIAED 2021


¡Viva la verdadera Resistencia Diversa!

Triste constatar actualmente las fechorías del repugnante grupo radical “La Resistencia”, dedicado a destilar odio, prepotencia, racismo y violencia contra todos aquellos que no comulguen con su distorsionada postura. Aquellas son “resistencias” que no solo son repudiables, sino que deben ser sancionadas con todo el rigor de la ley. Todos tienen el derecho de hacer escuchar su voz, pero de ninguna manera a través de la fuerza y del atropello hacia los demás. Es por eso que un excelente evento de verdadera resistencia es el V Festival Internacional de Artes Escénicas por la Diversidad – FIAED, actualmente en cartelera virtual, en el que podemos disfrutar de historias que nos promueven el respeto, la tolerancia y sobre todo, la diversidad.

El acoso escolar (bullying), que para muchos especialistas siempre ha existido desde que las escuelas acogieron a sus alumnos de manera generalizada, estuvo invisibilizado hasta hace algunos años. Felizmente, la sociedad entera poco a poco va sensibilizándose acerca de esta problemática real, que ha venido cobrando muchas víctimas (incluso mortales) a nivel mundial. Mosca es un espectáculo que forma parte de estas apreciables iniciativas, basado en un niño español que fue víctima de este mal social. La puesta virtual escrita por Gustavo del Río y Virginia Rodríguez bajo la dirección del primero, que toma su título de uno de aquellos “juegos de manos” en los centros educativos españoles, es un emotivo y contundente ejercicio teatral para tres actores, quienes interpretan al padre, la madre y la profesora de Pedro, un niño acosado de once años. Y este último rol es hábilmente asumido por los tres intérpretes, quienes nos gritan que finalmente “Todos somos Pedro”. Excelente trabajo en conjunto de Martín Martínez, Camila Medina y Bertha Bohorquez.

La realidad también tiene un lugar dentro de las ficciones del FIAED 2021. Ante la saturación de series y programas que retratan de manera equivocada o superficial a la comunidad LGBTIQ+, como personajes exóticos, histéricos o sobreactuados, siempre es bienvenido un proyecto que nos muestre la realidad, pero de una forma estilizada y artística. Tal es el caso de Tránsitos, puesta ganadora de Iberescena con dramaturgia de David Teixidó y Mariana Percovich y dirigido por el primero, con un elenco de actores no profesionales de España, Argentina y Uruguay, pero que nos transmiten sus historias con total convicción, conformado por Agustín Daulte, David Priego, Delfina Martínez, Sergio Satanassa, Nicole Avventurato, Júlia Simó y el mismo Teixidó. Visibilizamos a personas trans, no binarias, homosexuales y dragqueens, transitando por la sociedad, en medio de enfermedades, miedos, pasiones y frustraciones. Un valiente y emotivo espectáculo testimonial.

La risa también asoma en dos espectáculos del FIAED 2021: Smiley, una historia de amor de Guillem Clua es una emotiva y divertida pieza en la que dos homosexuales (Roberto Palacios y Aníbal Samos) se enamoran a pesar de las notables diferencias entre ambos, en una sorprendente versión arequipeña dirigida por Marco García-Velarde y Jessica Vidal; y La casa de papel… de baño, hilarante remedo de la conocida serie española interpretado por el colectivo Las Reinas Chulas de México, con un empoderado elenco femenino y feminista integrado por Nora Huerta, Marisol Gasé, Cecilia Sotres, Conchi León y Ana Francis Mor, quienes nos dan toda una lección de artivismo. Este festival ofrece propuestas para todos los gustos, todas ellas muy valiosas y entretenidas, que sí significan una resistencia que importa: la de hacer respetar los derechos de todas las personas, sin excepción. Bravo por la directora y productora Carolina Silva Santisteban y por la Resistencia Diversa.

Sergio Velarde

16 de julio de 2021

miércoles, 14 de julio de 2021

Crítica: LOS MELLIZOS ESTÁN DORMIDOS


Teatro bizarro

Después de ver este breve montaje, uno llega a la conclusión que el amor puede ser tan bizarro como las ambiguas reacciones de pareja o la misma organización de un evento virtual. Por cosas del destino, me llegó primero un enlace equivocado para ver Los mellizos están dormidos y luego de unos minutos, otro enlace, pero esta vez para el conversatorio sobre la misma puesta que aún no había visto. Finalmente, puede ver el montaje en diferido a través de un enlace nuevo en YouTube. Fue muy bizarro todo esto, el entrar a una sesión de discusión antes de ver la obra.

Pareciera que esa desesperación inicial por la que pasé fuese un preludio de la cantidad de emociones que después apreciaría en el montaje. En un principio, pensé que se trataba de teatro abstracto, pues la ambientación tan sucinta y la iluminación apuntando hacia un solo lugar me lo hacían presagiar. La escenografía me hizo recordar además, a la técnica de dibujo bodegón.

Cynthia Bravo y Gian Paul Miranda encarnan a una pareja con conflictos muy psicológicos. Me gustó que los diálogos sean naturales y coloquiales. Por otro lado, lo más impactante del montaje fue los abruptos cambios de humor del personaje de Bravo. Miranda, por su parte, es un actor cuyos personajes siempre me impactan, desde su participación en Cautivos. En esta oportunidad vi que su personaje tenía un temperamento explosivo e irónico, pero que pudo haberse reflejado mejor. Adicionalmente, la frase “Los mellizos están dormidos”, que era la principal excusa de ambos personajes para enfrentarse, daba una sensación de extrañeza y lucía algo repetitiva.

Finalmente, pienso que el montaje fue demasiado breve, pero uno sí que sale con muchas preguntas sobre el amor y la pasión. Como indicó el director Flavio Giribaldi, este proyecto no pretendió enviar un mensaje, pero sí mostrar una relación entre los personajes de Él y Ella. Los mellizos están dormidos fue una microobra muy atractiva en lo visual y destaca por la ambientación, que fue muy bien cuidada.

Enrique Pacheco

14 de julio de 2021

Crítica #600: BICENTENARIO


Esperanza para un país sin memoria

Acercándose las celebraciones por los doscientos años de nuestra independencia (al menos, formalmente), la Dirección de Producción de la Escuela Nacional Superior de Arte Dramático Guillermo Ugarte Chamorro ENSAD viene presentando la temporada de Bicentenario, una creación colectiva dirigida por Ricardo Delgado Ayala, un interesante director de quien vimos la notable Curandero (2017) con el colectivo Angeldemonio, entre otras puestas presenciales. Bicentenario es un espectáculo en línea, que si bien se presenta en formato grabado, acierta al devolvernos el verdadero sentido del teatro: no solo cuenta con una sólida narrativa sobre un escenario en tiempo real, sino que además cumple con una de sus más preciadas virtudes, que es la de refrescarnos aquella memoria a la que el peruano promedio le cuesta tanto mantener.

El proceso que tuvo Bicentenario duró dos años, según palabras del director, en los que se exploraron las vidas de héroes y especialmente, heroínas de nuestra historia, teniendo como base la danza Tatash, proveniente de Huánuco y además Patrimonio Cultural de la Nación, que le rinde homenaje a la siembra y cosecha de la papa. Nuestras inigualables danzas folklóricas son la muestra palpable de un pueblo que no olvida sus orígenes y que transmite de esta manera sus historias por generaciones. La puesta de Delgado Ayala es pues, una fluida y enérgica coreografía, rica en detalles y símbolos, que nos cuenta las hazañas y sacrificios de muchos peruanos y peruanas, que lucharon por nuestra libertad con valentía y coraje. Ya desde el inicio, en el que los ocho actores se esconden indistintamente detrás de cuadros de nuestros próceres de la independencia, nos damos cuenta no solo que todos podemos sumar en la construcción de una verdadera patria independiente, sino que no debemos olvidar a muchos hombres y mujeres silenciados por la historia,  pero que lucharon por nuestra libertad e independencia.

Un excelente trabajo colectivo, como ya nos tienen acostumbrados los proyectos de la ENSAD en los últimos años, es el que nos demuestran Alexis Caballero, Juliet Pacahuala, Rafael Mena, Katerin Ganoza, Kelly Carrillo, Allison Huarcaya, Dennis Gutarra y Jorge Luis Castillo, quienes interpretan con brío y convicción a Bolívar, San Martín, Olaya y Túpac Amaru II, pero también a nuestra grandes heroínas, como María Parado de Bellido, Micaela Bastidas o Manuela Sáenz, así como otras menos conocidas como Tomasa Tito Condemayta, Brígida Silva de Ochoa o Rosa Campuzano. Significativo también el intercalar estas historias con las vergonzosas frases de muchos políticos y “padres de la patria” de nuestra actualidad, para darnos cuenta que acaso no hay mucho que “celebrar” en este bicentenario.

Y es que la crítica y el sarcasmo no le son ajenos al Bicentenario de Delgado; y eso es más que pertinente, especialmente en estos días en los que carecemos de un mandatario proclamado por argucias legales, provenientes seguramente de la corrupción, la conveniencia y hasta la más pura discriminación. La puesta cumple sobradamente como un registro histórico de nuestros heroico pasado y bochornoso presente; y como espectáculo que tiene a nuestra danza huancaína como una de sus máximas fortalezas es un inmejorable vehículo para contarnos historias que no debemos olvidar. Bicentenario sí que nos trae esperanza, fortalece nuestra identidad y nos invita a pensar de verdad en nuestro país, uno que va a cumplir doscientos años de “libertad”. ¿Celebrar o reflexionar?

Sergio Velarde

14 de julio de 2021

martes, 13 de julio de 2021

Crítica #599: CAPÍTULO 1: CERRO OLIMPO


Deconstruyendo el mito

Si las historias virtuales de Jorge Pecho nos vienen mostrando a sus personajes mitológicos como épicos héroes y heroínas envueltos en tensos dramas contemporáneos, pues les acaba de aparecer su contraparte estética: la creación colectiva escrita por Paris Pesantes, producida por Alexandra Sotelo con idea original y dirección de Paulo Mendoza, titulada Capítulo 1: Cerro Olimpo, que se encuentra en las antípodas. En esta hilarante comedia también los dioses coexisten entre nosotros, pero de épicos no tienen ni un cabello. Basta con ver el movido videoclip de introducción a la puesta en línea, en un ritmo urbano tan pastiche como entrañable, para anticipar la deconstrucción completa de esta docena de personajes de la mitología griega.

Todo inicia con la aparición de un rocambolesco Hermes (Jesús Oro), quien hace las veces de anfitrión de una videollamada pública para presentar al resto de dioses: el engreído Ares (Urias Santillán), la voluptuosa Afrodita (Tracy Alcántara), el creativo Hefesto (Luis Cárdenas-Natteri), la frívola Atenea (Daniela Sosa del Río), el egocéntrico Poseidón (Marco Antonio Ñique), el vanidoso Apolo (Gonzalo Whitehead), la obsesiva Artemisa (Natalia Bonifaz), la empoderada Hera (Maylee Diaz), la experta en hierbas Deméter (Gretha Bazán) y la vidente Hestia (Ysabel Saldarriaga). Cada uno de los actores consigue sólidas caracterizaciones en esta primera secuencia, con las que luego generarán toda una serie de divertidos enredos, cuando dos de ellos, Atenea y Poseidón, decidan postular como la nueva autoridad de nuestra ciudad.

A pesar de la dilatada duración del espectáculo, las diversas historias que se van tejiendo en pequeños grupos se sostienen gracias al carisma de los intérpretes y al completo desparpajo con el que interactúan entre ellos. Quizás lo más cómico de la puesta es que, en todo momento, estos estrafalarios dioses se refieren despectivamente de los mortales, cuando justamente ellos muestran varios de los comportamientos y actitudes que compartimos nosotros como humanidad. Presentada por Dimensión Olimpo, Capítulo 1: Cerro Olimpo deconstruye y desmitifica a estos clásicos personajes en gran forma, convirtiéndose en una (primera) jocosa apuesta de la que esperamos, por supuesto, que se desarrolle en toda una saga en el futuro.

Sergio Velarde

13 de julio de 2021

lunes, 12 de julio de 2021

Crítica #598: DRAMATIS PERUANAE


Celebrando nuestra dramaturgia

El estreno de Dramatis Peruanae, antología de cinco piezas breves de autores peruanos e interpretada por la IV Promoción del Conservatorio de Artes Escénicas de la Universidad La Salle de Arequipa, significó un acierto en varios niveles, siendo el principal el de evidenciar que sí existe (por supuesto que sí) una sólida dramaturgia peruana, una que nos habla sobre nuestra idiosincrasia, nuestra cultura, nuestra identidad. Desde dos clásicos, como El de la valija (1953) de Sebastián Salazar Bondy y Se administra justicia (1967) de Sara Joffré, hasta tres piezas más actuales como La tinta del Coronel de Mauricio Rodríguez-Camargo, La alegría de Mariana de Althaus y Quijote de Daniel Dillon. 

El desempeño actoral fue parejo, muy bien orquestado por el consumado director Diego La Hoz, con la asistencia del actor Renato Ramírez. Con todas las dificultades y limitaciones que acarrea sacar adelante un proyecto virtual de esta envergadura, los estudiantes egresados supieron estar a la altura para valorar y enriquecer escénicamente todo el sarcasmo, el humor y el drama de estas diversas historias de sabor peruano. Los pocos imprevistos que lamentablemente siempre produce nuestra conectividad no afectaron el trabajo conjunto de Anthony Medina Paredes, Imanol Rivera Abarca, Mariam Begazo Gutiérrez, Solansh Ylla Salas, Heber Rodríguez Mendoza, María Fernanda Ortiz Vidal, Cinthia Quiroz Gutiérrez, Claudia Castro Pedro, Valeria López Quintanilla, Rody Núñez Mogrovejo y Anthony Vargas Campana, todos ellos muy solventes.

En un primer momento, la crisis sanitaria nos dejó sin teatro presencial, pero la virtualidad ahora nos permite (re)conocernos y (re)encontrarnos con nuestras artes escénicas, a lo largo de todo nuestro territorio nacional. Es por ello que es oportuno mencionar el otro acierto de Dramatis Peruanae, que lo constituyó el elenco participante compuesto por nóveles actores de Arequipa, Piura, Cuzco y Lima. Esta experiencia virtual fue una excelente manera de celebrar las vísperas de nuestro bicentenario, disfrutando del talento de nuevos intérpretes, de la mano de autores peruanos que sumaron y vienen sumando a nuestra valiosa producción dramática.

Sergio Velarde

12 de julio de 2021