lunes, 10 de febrero de 2020

Crítica: PROYECTO 105


Ser persona, ser policía

El Festival Saliendo de la caja es una temporada organizada por la Facultad de Artes Escénicas de la Pontificia Universidad Católica del Perú, donde alumnos de las distintas especialidades escénicas tienen la oportunidad de mostrar distintos productos escénicos creados y dirigidos por ellos mismos. Este año, se está dando con éxito la versión decimonovena de dicho festival con resultados estimulantes para la comunidad teatral. Una de las obras presentadas fue Proyecto 105, obra dirigida y escrita por Jimena Acuña, con las actuaciones de Gabriel Gil, Daniela Trucíos y Omar Peralta.

La  obra aborda la percepción que comúnmente se tiene de la policía, vista desde la experiencia de la hija de un Coronel retirado. Además, se cuenta con los testimonios escenificados de un policía en retiro, un cadete y una policía de tránsito. El desarrollo del montaje incluye experiencias que el público comúnmente ha tenido con los policías, por lo que se puede apreciar las perspectivas de ambas partes. Es interesante el acercamiento y la humanización que la obra propone sobre estas autoridades, pues nos involucra en situaciones muy reales que elimina cualquier tipo de indiferencia o resentimiento con cómo ellos ejercen su labor. Si bien es conocida la mala percepción que se tiene del cuerpo policial, la obra propone dejar de lado ese cargo, y ver a las personas que están detrás de esos uniformes verduzcos.

El espacio escénico está dividido en dos planos. Está delimitado en el espacio un rectángulo con cinta blanca, de modo que queda claro por convención que es dentro de ese recinto donde va a ocurrir la representación. El segundo plano fue el espacio fuera de aquella figura, donde los actores cambiaban de vestuario o esperaban para  entrar a escena. Entre los tres actores hubo una división de personajes constante, con cambios, entradas y salidas de personajes que fueron realizadas de manera muy precisa por el elenco. El trabajo realizado por cada actor estuvo lleno de detalles. Era interesante ver cómo desde el aspecto físico y el trabajo del texto se pudo llegar a una especificidad de construcción de personajes, incluso los que aparecían una sola vez en escena. El vestuario resultó cómodo y apropiado, pues complementaban el trabajo de los actores.

Esta fue solo una de las tantas obras realizadas en este festival. Es loable ver cómo artistas escénicos en formación están trayendo temas tan tangibles hoy en día. En este caso, hablar de la policía definitivamente causa controversia y provocación a todo tipo de público adulto peruano. Esta obra nos podría llevar a la pregunta de ¿hasta qué punto nos parecemos a los policías? Se les suele imaginar tan distantes y de una manera estigmatizada, porque no tenemos la información de la experiencia desde la perspectiva de estas autoridades. Acercarnos a estos testimonios nos lleva a cuestionarnos sobre la realidad que ellos pasan. Al fin y al cabo, los policías, aparte de ser autoridades, también son personas. 

Stefany Olivos
10 de febrero de 2020

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