jueves, 11 de abril de 2019

Crítica: EL DÍA QUE ABRAHAM DECIDIÓ MORIR


El pasado nos persigue hasta curar sus huellas con el presente

Función 9/4/2019

La trama de esta obra está muy bien planteada dramatúrgicamente: los diversos conflictos de cada personaje confluyen para resolver el conflicto central sobre la madre de Abraham y sobre el trauma de no haber salvado de ahogarse a un vecino, siendo este campeón de natación.

En este montaje dirigido por Javier Valdés, vemos cómo dos generaciones se complementan actoralmente en escena. Es maravilloso ver a Mario Velásquez accionando, con un impecable trabajo, donde hace hablar al silencio y donde el público decodifica su gestus y a Rodrigo Palomino, quien cumple bien su rol asignado por el director, pues se compromete con su personaje y solo debe mejorar el volumen de su voz. No está clara la propuesta de Abraham saliendo a cada llamada para el inicio de la obra.

Cada personaje trabaja bien los sentidos, tiene claro sus objetivos en cada escena y compone la energía adecuada para crear la atmósfera vital de este montaje.

Los tránsitos por el espacio hechos por los actantes de manera reiterativa para denotar que se está cambiando de lugar y situación no contribuye a situarnos en la escena siguiente, se debería encontrar otras formas de situación para cimentar más el montaje, lo mismo con las proyecciones.

Además, mejorar la dicción de algunos integrantes jóvenes del elenco para que el montaje fluya aún mucho mejor. El cliché de caminar/correr del personaje Lila no favorece lo que la actriz buenamente logra en escena.

El Teatro de Lucía es un espacio tan íntimo y maravilloso, donde este montaje logra encajar perfectamente. Vale la pena apreciarlo.

Dra. Fer Flores
11 de abril de 2019

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