martes, 30 de abril de 2019

Crítica: CONTRA EL VIENTO DEL NORTE


Correr riesgos

Recientemente se estrenó la obra "Contra el viento del Norte", dirigida por el argentino Santiago Pedrero, quien asume por primera vez el reto de dirigir teatro, y lo hace en nuestro país. El texto del austriaco Daniel Glattuer es una novela del año 2006, la misma que ha sido particularmente adaptada al teatro en esta ocasión. En escena, Walter Ramírez, Carla del Solar y José Miguel Arbulú.

Bajo una temática aparentemente cotidiana, Leo Leike recibe equivocadamente los correos de Emmi Rothner, una mujer que no conoce. Sin planearlo, surgen las conversaciones e intercambio de correos, pero, ante la posibilidad de un encuentro frente a frente (o el uso de cualquier otro medio para conocerse) los perturba la idea de acabar con la “expectativa” que los atrae. Además, las dudas, el miedo y las circunstancias por las que atraviesan en su vida serán determinantes para posponer dicho encuentro.

El montaje propuesto nos revela un escenario que divide a los personajes; de forma sencilla se muestra lo que sería parte de la casa de Leo y parte de la casa de Emmi. Elementos indispensables como las pequeñas computadoras, muebles, cambios de vestuario y el recurso técnico apoyan el desarrollo de las acciones. Sobre todo este último, pues el uso de las proyecciones complementa la historia de los personajes, convirtiéndose en un detalle al cual el público debe prestar atención.

Un detalle interesante y retador para los actores es el hecho de no interactuar nunca. Es decir, ambos están en escena todo el tiempo; sin embargo, por tratarse de un intercambio de correos se verbaliza el diálogo escrito y se trabaja la dramatización a partir de una convención atípica.

Acerca del tercer personaje, que podría no estar (físicamente), el director refirió que “en la obra me parece que está marcado como una voz en off, pero era importante que esté presente, porque lo que yo quería era crear esta molestia y hacer que la gente tuviera que mirar para otro lado… además, por esto de tener a dos personajes que no interactúan todo el tiempo en escena, me parecía muy necesario que la irrupción de un tercero muestre que es afectado por un romance, me parece que ahí gana como un peso más. Es un personaje que dramáticamente tiene un peso muy grande y yo traté de darle una importancia en la obra”. Lo cual no deja de ser un riesgo, pero se percibe, debido a la atmósfera de incertidumbre que se teje alrededor de los otros dos personajes.

"Contra el viento del norte", aunque parece retroceder en el tiempo al hablar de correos electrónicos y no de chats de WhatsApp o Messenger, nos recuerda lo desconectados que podemos estar, incluso ahora que la tecnología de las comunicaciones está en pleno apogeo y evolución; también, nos muestra el universo paralelo que somos capaces de crear (en línea), quizá, para escapar de nuestra realidad.

Apostando por el riesgo y la intimidad de una sala pequeña, la puesta en conjunto aún tiene que encontrar su propio ritmo, fluir y revelar lentamente esta historia.

¿Cuándo? De jueves a domingo a las 8:00 p.m.
¿Dónde? Centro Cultural El Olivar (Calle La República 455, San Isidro). 

Maria Cristina Mory Cárdenas
30 de abril de 2019

Entrevista: SANTIAGO PEDRERO


Contra el viento del norte es una obra que también puede atraer a un público no tan teatral” 

En la víspera del estreno de la obra "Contra el viento del norte", Oficio Crítico entrevistó a Santiago Pedrero, director de la puesta, quien vive su primera experiencia como director de teatro en Lima.

Actor argentino de larga trayectoria, Pedrero ha transitado por los caminos del cine, el teatro y la televisión. Siendo su más reciente trabajo (como productor y actor) en la pantalla grande La migración (2018), cinta del director Ezequiel Acuña y filmada en Lima. Esta vez, vuelve al Perú convocado para asumir la dirección de un montaje teatral. “Es la primera obra de teatro que yo dirijo profesionalmente, además, fuera de mi país. Desde ese lugar estoy muy agradecido con Ivette Palomino Rosales (productora de la obra), con Walter Ramírez, Carla del Solar y José Miguel Arbulú (actores) por confiarme la obra”.

Respecto a cómo surgió el proyecto, nos comentó que “el proceso empezó hace dos años, yo estaba filmando la película en Lima y a Ivette la conocía del Festival de Cine de Lima; así que los chicos tenían este guion, contactaron a Ivette y ella me propuso dirigirla. Finalmente se concretó y hace tres meses que empezamos a ensayar y acá estamos”.

"Contra el viento del norte" es una adaptación de la novela escrita por el autor austriaco Daniel Glattauer; por ello, el director tuvo que sortear ciertas dificultades para determinar lo que quería mostrar en escena. “Era una dificultad de la obra esta especie de no interacción entre los actores, esto de tener todo el tiempo dos actores en escena, a mí preocupaba mucho, sobre todo, porque no estamos haciendo Shakespeare, es decir, Glattauer no es Handke, no otro escritor alemán. En un principio, en la producción de la obra estaba planteado que no esté el tercer actor, eso fue algo por lo que yo peleé, confiaron en mí y apareció. Además están los videos, que ayudan a narrar el enamoramiento de ellos (Leo y Emmi). La obra tiene otra dificultad, que es ser la adaptación de un best seller del año 2004, donde las redes sociales no estaban tan extendidas como ahora, se escribían mails, ahora me parece que pasas enseguida a Facebook, a WhatsApp o Instagram. Entonces, estaba esa dificultad de sacarla un poco del tiempo, de no hacer una referencia, y de pensar que podía ser una elección de los personajes no tener Facebook y no conocerse, sobre todo, el personaje de Leo (Leike) resiste el encuentro para no desacralizar algo que en lo epistolar pareciera ser muy bueno y que corre el riesgo de destruirse cuando se consuma”.

Para Pedrero, la obra está hecha para llegar a todo tipo de público. “Lo que me sugirió la obra al verla terminada es que es una que tiene algo atractivo para el público teatrero o teatral, pero que también puede pegarle a un público no tan teatral, por esto de la comedia romántica. Me imagino a las señoras de cincuenta y cinco o sesenta años que encuentran novedoso el mail y quieran venir a verla. A mí me importa bastante que no sea una obra elitista, que solo le guste al público teatral, sino que pueda abrir un poco el campo y ojalá que le guste a la señora de la despensa de enfrente y quiera venir a ver la obra. Me parece que es una que por ciertas cosas puede trascender a un público teatral”.

Con el fin de complementar la historia, el director aportó algunos detalles. “La obra carecía de un objeto que ellos pudieran compartir, no es lo mismo intercambiar un mail que intercambiar una carta, la carta la podes tocar, ver la letra de la persona; así que me parecía que la música o un libro podía funcionar para que compartieran algo (los personajes). Por ejemplo, ella le manda una canción, que es la primera que sale en el video y de ahí va surgiendo el enamoramiento. Yo, cuando me enamoro de alguien, también es como que me enamoro de las cosas que consume esta persona, como un libro, cada vez que lo agarro significa algo para mí. Entonces, me parecía que la obra al tener toda esta parte virtual, electrónica, salvo cuando imprimían los mails, carecía de un poco de eso”.

Además, el trabajo en equipo fue fundamental para la realización del montaje. “Rodrigo Moreno del Valle (director de la película peruana [WI:K]) es el director de toda la parte de video de la obra, en conjunto con su compañera Illary Alencastre que hizo el arte, la escenografía, el vestuario y también colaboró con el video. Yo siento que a partir de su participación, la obra tomó otro relieve que sin ellos no hubiera podido alcanzar, por eso estoy muy agradecido por eso”, finalizó.

Maria Cristina Mory Cárdenas
30 de abril de 2019

miércoles, 24 de abril de 2019

Crítica: YERMA


Empodera a la mujer lorquiana peruana

El Teatro La Plaza nos presenta esta vez “Yerma” del gran Federico García Lorca, bajo la dirección de Nishme Súmar.

La temática que plantea Lorca, adelantándose a su tiempo con esta obra, trata sobre la funesta condición de la mujer, sobre todo en el área rural de una España dominada por la ultra derecha y la religión. Las mujeres sin derecho, más que a parir y estar confinada en su casa para servir al esposo patrón. Pobre de aquella que quiera escapar a esas cadenas sociales que han hecho incluso que sus mentes acepten todo lo antes dicho, como si fuera la única verdad, pues la única culpable es ella al no querer seguir esas imposiciones esclavistas.

La directora reinventa a Lorca, empodera valientemente a Yerma, ubicándola como en un espacio escénico propio de los griegos, en semicírculo, con graderías de un color de tierra muerta, seca, así como insultan a la protagonista. Urpi Gibbons, una vez más, nos muestra a un personaje sólido, muy bien construido, avasallando no solo a Juan, su esposo, sino también al actor André Silva, que no ha logrado un buen rol (lo mismo ocurre con el personaje de Víctor).

Siguiendo la propuesta estética planteada por la directora, las mujeres que cambian de roles actanciales hacen del coro griego un cardumen de voces, de miradas, de acciones, de imágenes muy bien logradas durante todo el montaje; están atentas, reaccionando a lo que pasa dentro y fuera del escenario. Solamente las entradas son muy angostas para el libre tránsito de los artistas.

La música en vivo está bien ejecutada desde el inicio y las canciones no se quedan atrás; sugerimos intervenir plásticamente los instrumentos musicales para redondear la estética planteada. Trilce Cavero, como siempre, nos deleita con su voz. La gran actriz Haydée Cáceres compone un gran personaje, con una buena energía y sus maravillosos matices en el texto son como el mejor vino de Baco para un paladar terrenal.

La coreografía del rito del macho cabrío para la fecundación no es muy convincente, no se eriza la piel, porque falta el olor de feromonas escénicas en sus cuerpos; lo que sí podemos decodificar es el rito de la liberación de Yerma, usando el vestido rojo; esta mujer en nuestros tiempos es liberada por las actrices de este montaje, donde ya no existe la imposición de ser madre para estar completa y no seca, como dice el texto.

“Yerma” es una obra en donde todas las actrices cumplen muy bien sus roles y desdibujan a los actores en todo sentido.

La directora reinventa la simbología lorquiana, teniendo como coadyuvantes a todas las Yermas que la acompañan en el montaje; de eso se trata el teatro: de reinventar las cosas en el contexto que nos toca vivir.

Al final del montaje, todas se unen, vestidas con trajes contemporáneos, como desafiando a la ultraderecha española de la década del 30 del siglo pasado y a nuestro sistema judicial actual. Ellas, contra el machismo; ellas, aun unidas en nuestros días, siguen siendo relegadas al último lugar, asesinándolas, pero la directora de este montaje usa nuestro contexto actual para reactualizar esta maravillosa obra del gran Federico García Lorca.

Dra. Fer Flores
24 de abril de 2019

lunes, 22 de abril de 2019

Crítica: INVENCIBLE


No somos tan distintos

"Todos tenemos algo en común" bien podría ser el colofón de la obra Invencible (2014), actualmente en cartelera en el Teatro de Lucía. Escrita por el dramaturgo y guionista inglés Torben Betts y dirigida por Rodrigo Falla Brousset, esta comedia nos revela que algunas veces, poner en evidencia nuestras diferencias con el otro resulta ser el espejo en el cual nos vemos reflejados.

En escena, una pareja que atraviesa por problemas económicos –Emilia y Oliver, interpretados por Valeria Escandón y Alfonso Dibós- debe mudarse a un barrio alejado y modesto, abandonando las comodidades que acostumbraban tener; con la finalidad de adaptarse a los cambios, invitan a sus nuevos vecinos –Alan y Daniela, interpretados por Nicolás Fantinato y Lia Camilo- a casa. En medio de las conversaciones, surgen temas controvertidos que versan sobre la política, el arte, los deportes, los secretos íntimos y un gato. Sí, un gato cuyo nombre y figura serán los responsables de generar más de una confusión entre los vecinos.

Apostando por una escenografía funcional (una sala decorada con pinturas y estantería), adaptable a los distintos usos por parte de los actores, el montaje transcurre en dos actos: en el primero, Emilia y Oliver muestran sus discrepancias respecto a la formalidad de su vida en pareja y reciben a sus vecinos, a quienes reconocen como personas distintas a ellos (por su modo de vestir, de hablar, por sus modales, por sus ideas, pasatiempos, entre otros detalles), surgiendo el conflicto cuando Alan le pide a Emilia su opinión acerca de los retratos que él hace de su gato; y en el segundo, se produce un giro hacia el drama, ya que los personajes experimentan una suerte de ‘evolución emocional’, que va desde la burla hasta el dolor más honesto. Este cambio funciona, porque permite al espectador conectarse aún más con la historia, con la situación y con el personaje, por ende, las risas son más genuinas también. Se aprecia el ejercicio hábil de la dramaturgia, que termina convirtiendo un hecho cotidiano en uno teatral.

Mención aparte merecen estos personajes, interpretados con suma verdad y precisión por el elenco, permitiendo que la vulnerabilidad surja naturalmente. Emilia, una mujer de pensamiento libre pero ideas muy fijas, que termina imponiéndose casi con imprudencia; Oliver, intentado ser escuchado y validado por su pareja; Daniela, que guarda un dolor que va más allá de su atractivo físico; y Alan, un hombre sencillo, con sutiles rasgos de inocencia pero incapaz de escuchar a su esposa. Vuelvo a repetir: ver a los personajes evolucionar y transformarse es siempre agradecido.

Invencible, a primera vista, nos acerca a nuestras individualidades como humanos; sin embargo, refleja también la importancia de vernos más allá de las diferencias sociales o económicas, pues a la hora de enfermar, de sufrir o alegrarnos, no somos tan distintos.

Maria Cristina Mory Cárdenas
22 de abril de 2019

Crítica: RÉQUIEM A FEDERICO GARCÍA LORCA

Un musical para Lorca

“Réquiem a Federico García Lorca” fue un montaje musical muy cautivador en lo visual y auditivo, protagonizado por los actores Carlos Rubín, Percy Williams, el talentoso músico Hann Meléndez y la especialista en danzas andaluzas Jasmin Pozzo Beretto. Kronopios Producciones fue el responsable de la realización de la obra.

El lugar del musical fue algo inusual: el bar cultural Tayta de Barranco. A pesar del retraso, el espectáculo fue muy impactante para cualquier espectador, a pesar de no ser un escenario convencional, con las mesas y sillas comunes de un bar. A pesar de ser relativamente breve, se trató de un buen producto escénico, destacando el cuidado que dio la productora a la vestimenta de los actores, que fue una fiel representación de la España de los años treinta. “Réquiem a Federico García Lorca” fue un musical en el cual se presentan diferentes personajes que han sido relevantes en la vida del poeta andaluz, como Ignacio Sánchez Mejía, Amparo la Maja, Dalí, Pepe el Romano, Antoñito el Camborio o Bernarda Alba. Es decir, no fue una secuencia de acciones, sino la unión de varias escenas con características propias; estos personajes recitaron poemas y cantaron con una gran presencia escénica, siempre con música de guitarra original en vivo. 

Carlos Rubín fue, sin duda, el protagonista, gracias a la fuerza que le puso a su actuación. Llegó a  ser muy convincente, en especial, en la escena donde interpreta a Bernarda Alba: su representación del odio y la arrogancia del personaje fue convincente. Además, se debe resaltar lo polifacético de Rubin para representar personajes tanto masculinos como femeninos, con mucha precisión sobre todo en la voz. 

A pesar de ser García Lorca un personaje polémico (fusilado por sus ideas políticas en la Guerra Civil Española), se cuidó que el montaje no se politice, lo cual fue muy importante, pues Lorca también fue poesía. Por otro lado, la luz azulina y roja sobre el escenario creó un ambiente bohemio; esto generó un ambiente muy amigable y la excelente música de Meléndez terminó por ser genial.

“Réquiem a Federico García Lorca” estuvo en temporada corta del 5 de marzo al 9 de abril y al final de la presentación anunciaron que continuarán con otros montajes durante el año. El lugar fue el bar cultural El Tayta de Barranco, en Av. Grau 264 Barranco.

Enrique Pacheco
22 de abril de 2019

domingo, 21 de abril de 2019

Crítica: ERES BUENO CHARLIE BROWN


La buena música de Charlie Brown

Función 20/04/2019

Este montaje dirigido por Henry Gurmendi se presenta en el Teatro Mario Vargas Llosa, en donde un grupo de actores muy jóvenes, a excepción de Armando Machuca, presentan este trabajo.

Una dramaturgia múltiple, que no tiene un objetivo único, hace que este trabajo esté fragmentado dramatúrgicamente, ya que se presenta diversas “escenas” que cuentan anécdotas de Charlie Brown como si fuera una tira cómica; es por eso que las múltiples historias no se cierran y crean algunos vacíos dramáticos.

Con respecto a la disposición de la escenografía, hay un problema terrible en la ubicación de la casa de Snoopy, casi en el centro del escenario, reduciendo así el espacio para el desplazamiento de los actores. El trabajo de los cubos dinamiza el escenario para las múltiples historias. Se usa como telón de fondo la proyección que no cumple su objetivo, porque la casa obstaculiza su visión.

Los vestuarios y maquillaje siguen los planteamientos estéticos de los que se hacen en Broadway, casi no hay propuesta original.

La caracterización de los personajes, basados en el cliché, funciona muy bien con las actrices, porque han logrado una voz y energía de acuerdo con los personajes asignados; caso contrario al de los actores, que no lo han logrado. Charlie Brown no convence, porque intenta solo asignarle una forma de caminar que al inicio funciona, pero luego se va desdibujando; Machuca, usando su repertorio gestual característico para componer a un perro “claunesco”, tampoco. Todos los actantes gritan y eso perturba al público, porque el micrófono se acopla; eso es muy frecuente, especialmente en los coros. Por otro lado, el trabajo en los solos es ejecutado muy bien.

El otro show es de los músicos, que componen la sonoplastia y música para todo el montaje, es una delicia verlos atentos, entrar en el momento preciso y comprometerse con el trabajo. Se hubiera encontrado otra forma de ubicarlos para que ese espacio sea usado por los actores y desarrollar mejores coreografías en todo el espacio, ya que el director sabe hacerlo muy bien. Ellos estaban arrinconados entre el fondo del ecran y la mala ubicación de la casa.

Algunas características del teatro musical son la grandilocuencia de lo épico, en el que los protagonistas tengan un cuerpo de baile que refuerce lo que el canto dice; otro es que la escenografía no está basada solo en poner patas y un fondo; también en la aparatología escenográfica, que permita crear el espacio adecuado y la transitabilidad de los actores, para que las coreografías y cantos sean verdaderamente un lenguaje escénico al estilo del teatro musical; y por último, el lenguaje visual bien planteado, sobre todo en las puestas para niños y toda la familia, que debe estar bien planteado en todos los montajes.

Por último, se sugiere no apagar el aire acondicionado durante la función y evitar las demoras para iniciar.

Dra. Fer Flores
21 de abril de 2019

viernes, 19 de abril de 2019

Crítica: KAPITAL 2


Bienvenidas las sekuelas

Son muy curiosos los casos en los que los mismos creadores teatrales pueden presentar espectáculos completamente diferentes y de calidad, recurriendo a la misma fuente original. Así lo demostraron con creces, por ejemplo, Diego La Hoz y David Carrillo con Mientras canta el verano (2012-2015) y Lo que nos faltaba (2015-2019), respectivamente. A este grupo debería sumárseles los directores Paco Caparó y Jhosep Palomino con el estreno de Kapital 2, una nueva reinvención de la original (2014), presentadas ambas en el Club de Teatro de Lima. Si bien es cierto en los casos de La Hoz y Carrillo los textos fueron los mismos, en Kapital 2 solo lo fue la dinámica interactiva del montaje, que aprovechó hábilmente todo el espacio que ofrece la escuela de actuación fundada por el señor Reynaldo D’Amore.

La Kapital original nos mostró el Kaos, el Krimen y la Korrupción de nuestra Kastigada ciudad de Lima, a través de cinco escenas que se desarrollaban en los distintos ambientes del Club de Teatro (tres de ellas en paralelo con público rotativo), y que mostraban, en específico, nuestra educación y cortesía en el transporte público, los hilarantes procesos electorales, la torpe educación de padres a hijos, la violencia ejercida hacia los provincianos y el epílogo de rigor que invitaba a la reflexión. En Kapital 2, el público nuevamente es parte activa del espectáculo: desde la amena fiesta en el bar, en donde todos los parroquianos, propios y extraños, se toman selfies comprometedores; hasta la secuencia final, en donde acaso sobren algunas explicaciones acerca de la temática del montaje, que además luce clarísima: somos nosotros mismos, con nuestras acciones del día a día, los verdaderos responsables de vivir en una Kapital tan violenta, injusta y corrupta.

Esta vez, las tres secuencias preparadas mantuvieron un nivel bastante parejo y se pudo observar un cuidado meticuloso por los detalles en escena y en la propia organización, con los alumnos del Club fungiendo de anfitriones. Quizás la más esforzada haya sido la del stand-up sobre las redes sociales, que a pesar de algunas dificultades en el ritmo y en los vestuarios elegidos, esta escena supo salir airosa gracias a la energía y entrega de sus intérpretes (Santiago Giraldo, José Gómez y Kevin Gonzales) y a la muy creativa puesta en escena multimedia. Mejor les fue a las damas (Cintia Díaz del Olmo, Sheillah Gutiérrez e Ilda Polo) y la obligada escena feminista, con su escena en prisión, en donde narran sin tacha tres historias de abusos y violencia. Destaca el último cuadro, un hilarante adoctrinamiento a cargo de un pastor, su ayudante, los adeptos (el público mismo) y un jovencito rebelde que se niega a dejar el diezmo, manejado muy bien por los actores (Gerardo Cárdenas, Maykol Cruz y un sorprendente Gabriel Gil). Como dijo Caparó: “Hay nuevas historias, nuevos personajes, pero los mismos problemas”. Kapital 2 fue una gran sekuela que lució más ambiciosa que su predecesora y ojalá se reponga, para que nadie se pierda no solo una más que Korrecta y Kompetente reinvención teatral, sino una de las mejores puestas en escena en lo que va del año.

Sergio Velarde
19 de abril de 2019

jueves, 18 de abril de 2019

Crítica: LA GRIS


Una mirada al futuro

Ya en la crítica de Intimidad atómica (2019) se mencionaba el reto que le representa a cualquier puesta en escena que decida adentrarse en la ciencia ficción o en contextos futuristas o distópicos: el trasladar al público a otros universos en los que las reglas políticas, sociales o culturales sean diferentes y que además, resulten creíbles, constituye una empresa que debe ser abordada por la dirección y la producción de una obra teatral con mucho cuidado y estilo. En el caso de La Gris, creación colectiva de un grupo de alumnos ya egresados del Club de Teatro bajo la dirección de Paco Caparó, se puede afirmar que dicho reto fue superado con creces y que acaso constituyó su principal fortaleza, por encima de su sencilla historia y las tibias aunque esforzadas actuaciones todavía por pulir del elenco.

Continuando con la feliz decisión de arriesgar en cada montaje que realiza con sus alumnos, Caparó puso a prueba a su joven elenco, esta vez, dentro un contexto en completa oposición a nuestro actual status quo: las mujeres han tomado el control total de la sociedad, reduciendo a los varones a simple carne de cañón para fines reproductivos o de entretenimiento. En este paradójico futuro, los egresados Andrea Medina, Thalia Castillón, Adriana Salas, Gina Quezada, Edith Rodriguez, Amelia Vento, Cristina Lara, Cristina Williams, Melissa Contreras, Sandra Makishi, Jiam Perez, Iván Avilés, Joan Segura y Ramón Caballero defendieron personajes bien bosquejados, en medio de sesiones de tortura con hombres desnudos y relaciones lésbicas entre las chicas recias y superadas.

La trama giraba en torno a los excesos cometidos por las chicas y a la previsible rebelión por parte de los varones, que confluyeron en una oportuna reflexión acerca del equilibrio y la tolerancia en nuestro mundo actual, todavía preso de tóxicas dependencias, acosos y discriminaciones hacia el género femenino. A destacar el diseño de producción (con proyecciones múltiples y efectos de sonido y luces), el vestuario y el maquillaje, que nos trasladaron hábilmente a esta posible realidad de pesadilla. Bien por la entrega y valentía del elenco en general al abordar temas contemporáneos y tan necesarios de mostrar. Pisándole los talones a Aquí no hay lugar para unicornios (2018), otro efectivo ejercicio escénico en el Club de Teatro de Lima, La Gris demostró las infinitas posibilidades para crear múltiples universos, utilizando con sabiduría y creatividad el apartado técnico.

Sergio Velarde
18 de abril de 2019

miércoles, 17 de abril de 2019

Crítica: FALSARIOS


El cielo puede esperar

“Falsarios”, creación del joven y talentoso dramaturgo y literato Gino Luque, se monta por primera vez en un espacio fuera de lo convencional: la Casa “O” de Barranco, una casa republicana que Samoa Producciones ha intervenido y convertido en escenario teatral. La dirección está a cargo de Nella “Samoa” Álvarez, artista escénica egresada del Centro de Investigación Cinematográfica y con experiencia en teatro y televisión. Mientras que los roles protagónicos están a cargo de Andrea Alvarado (ganadora del premio Oficio Critico en Teatro para la infancia 2018) como Ana, Diego Pérez como Carlo, Renato Pantigozo como Tigre, Beatriz Ureta Hurtado como su esposa Silvia, y Piero Arce como el niño secuestrado. Por su parte, Álvarez ha encabezado el montaje de otras obras como “Asunto de Tres”, “Ligia en la Ciudad Gris” y “La Cábala”.

Una palabra que se puede usar para resumir el espectáculo escénico sería fuerza, pues en general todo es muy sobrecogedor. Además, es impactante desde un inicio y sorprende la creatividad de la producción de montar la obra de una manera particular. No se trata de un espectáculo convencional escenario-espectadores pasivos sentados en una butaca, pues exige del asistente tener una participación no en las actuaciones, pero sí en el movimiento: el “escenario” es el interior de la casa, en la cual sus diferentes ambientes son espacios en los que suceden las escenas y el espectador debe seguirlas. En un inicio, el público está sentado en círculo, mientras observa las escenas y un equipo de escenografía, que a la vez son personajes secundarios.

“Falsarios” es un drama policial donde el suspenso es lo transversal: una célula de una organización subversiva ha secuestrado al hijo de un policía, pero se ven acorralados y desgastados al momento de darse cuenta de su falta de experiencia y de sus dudas existenciales No hay muchas referencias exactas del origen su actuación política, pero hasta cierto punto no es necesaria: la acción gira en torno al drama de este secuestro y a las dudas morales de Ana, que llega a empatizar con el niño. Ella y Carlos están en una misión bajo los seudónimos de Rosencrantz y Guildenstern, los mensajeros en el clásico de Shakespeare, “Hamlet”. Los primeros diálogos son muy densos y no llegan a ser pedagógicos, en el sentido de explicar qué es lo que sucede. Ana quiere retroceder y le atormenta la idea de volverse una asesina, mientras que Carlo es racional e irónico y le conmina a terminar la misión. A partir de la tercera escena, la situación cambia totalmente, ya que los jóvenes están planeando el secuestro del menor. La escena en la que se transmite una filmación de los personajes en un desierto a las afueras de Lima (al inicio y casi al final) es muy llamativa, así como aquella en la que recrean un auditorio de cine. Esa interacción entre el teatro y el cine es poco común y en este caso, muy atractivo visualmente, el lenguaje cinematográfico es preciso.

Por otro lado, es muy interesante el juego con los tiempos que suceden entre las escenas, pues, al mismo tiempo, uno no llega a perder el interés en lo que sucede. La luz es un elemento para mencionar muy a favor: la luz amarilla sobre los actores y tras las puertas es muy oportuna, porque el contexto es muy común, con oscuridad en diferentes escenarios y momentos. Hay que reconocer el excelente trabajo de coordinación entre todo el equipo, pues un mínimo error habría echado a perder el interés en la obra.

Pantigozo tiene una actuación muy destacable, porque logra transmitir la angustia que es el rasgo característico de su personaje, un policía frustrado por el secuestro de su hijo y lo demuestra durante los tensos diálogos con su esposa; además, lo más destacable de su representación es su rostro, siempre con la mirada fija e intrigante. Pero la actuación más impactante es la de Pérez, debido a su gran capacidad de memoria y presencia escénica que no baja de intensidad en ningún momento y que llega a empatizar con el público, pues se trata de un personaje muy racional, pero al mismo tiempo, con gran sentido del humor y la ironía. De otro lado, es muy buena la utilería que se usa: sillas, la cabeza de un tigre gigante, el ecran, una cama de motel, el timón de un automóvil, etc., que le da al montaje una sensación muy realista y al mismo tiempo, algo vintange. Por momentos, da la sensación de que la obra sucediese en los años ochenta o setenta. Estos elementos tienen mucho simbolismo; en ese sentido, es reconocible la gran inteligencia con que se los usa. Con la frase: “El cielo puede esperar”, Andrea culmina la obra, pero el final nos deja una sensación de que uno “quisiese saber qué sucede después”.

Definitivamente, “Falsarios” es un gran montaje, muy atrevido, porque rompe esquemas escénicos del teatro limeño y además, innovador en muchos sentidos. Muy recomendable y estará en temporada de jueves hasta este domingo 21 de abril a las 8 y 30 pm en la Casa “O”, Av. 28 de Julio 230 en Barranco.

Enrique Pacheco
17 de abril de 2019

martes, 16 de abril de 2019

Crítica: YERMA

Poética femenina en escena

Yerma ha sido estrenada el 2 de abril en el Teatro La Plaza de Larcomar y se mantendrá en temporada hasta el 4 de junio, de jueves a martes a las 8.00 pm. y los domingos a las 7.00 pm. Sobre la sinopsis -“Yerma anhela tener un hijo con Juan, su marido, y no puede; siente que ser madre es el único camino para sentirse una mujer completa”- que a través de la mirada de Nishme Súmar, la directora, nos dice que “se buscó entender desde qué lugar escuchamos la voz de las mujeres en la actualidad y desde donde siguen disputando el derecho a decidir sobre sus vidas y cuerpos”.

Yerma es una obra del gran Federíco García Lorca (poeta y dramaturgo español), que en similitud que cualquier tragedia griega escrita por Eurípides, presenta a esta heroína, o en el caso de Yerma, “anti-heroína” para la moral de una época. La cual ha sido “víctima” de la presión social, llevándola a forjar la idealización de su identidad como mujer en relación solo a la función reproductiva o “materna” de la mujer. Entre otros subtemas, tenemos la satanización del deseo de la mujer, la moral, etc. Esta obra, en la dirección de Súmar y asistencia de Telmo Arévalo, ha logrado una propuesta de mucha poesía y mucha sensibilidad. El montaje es un trabajo cargado de energía femenina, que logra conmover y deleitar con su estética, y cuyo mínimo detalle ha sido tomado en cuenta. El elenco de actores cuenta con Urpi Gibbons (Yerma), Haydeé Cáceres, Irene Eyzaguirre, Vanessa Vizcarra, Trilce Cavero, Julia Thays, Muki Sabogal, Rina Corzo y Adelaida Mañuico (coro de mujeres del pueblo) y dos hombres, André Silva (el esposo) y Alejandro Villagomez.

Debemos resaltar el gran cuidado y sensibilidad con el que la obra fue abordada, que se deja ver desde la pequeña instalación, realizada en el foyer del teatro, donde se cuelgan ropas blancas de mujer (que pertenecen a una época) bordadas con fragmentos del texto, recibiendo al espectador e introduciéndolo en la temática y la sensibilidad de la obra. Las composiciones escénicas están compuestas de imágenes exquisitas que deleitan del solo observarlas, y a ello debemos sumarle el gran trabajo de cada una de las actrices, dentro de los cuales podemos resaltar el bello trabajo de Muki Sabogal dentro del coro, sobre todo su actuación en la escena carnavalesca y ritual que aborda con una gran poesía. Imposible no felicitar también a Urpi Gibbons, quien realiza un excelente trabajo encarnando a Yerma. Además del trabajo de todo el elenco que han tenido un impecable desempeño, la musicalización en vivo, así como el acompañamiento de canto coral de algunas escenas realizada por los actores fortalecían la sensibilidad de la estética.

De la dirección, debemos señalar el excelente uso de los recursos, escenografía, luz, música en vivo, pero sobre todo composición, que ha sido uno de los fuertes de toda la obra manteniendo la esencia poética de los textos de Lorca. Dentro de muchas de las decisiones de dirección está la escenografía en semicírculo, junto con esas paredes de barro separadas que suman tanto para el ritmo de las escenas y en la funcionalidad de los cambios espaciales de la obra, pero que además aporta al significado de la temática de la obra: “la presión social que ejerce la sociedad en un hogar desestructurando sus cimientos, así como la elección de colores tierra que se vincula a la aridez que Yerma creía tener”.

Por otra parte, la función de un coro no es solo como propuesta para desarrollar las canciones de la dramaturgia, sino la labor de este coro de mujeres del pueblo que se imponía influyendo en la vida de una pareja, destruyendo un hogar. La elección de la directora que este coro haga en algunas escenas, de los propios pensamientos y deseos reprimidos de esta mujer; y al mismo tiempo, sean estas mujeres de pueblo la que la critiquen y la repriman, deja ver la doble moral que es un tema que va más allá de géneros y que suele repetirse en una sociedad machista como lo es Perú, donde uno de los opresores también son las mismas mujeres. Si existe un detalle que no ha quedado claro, es el uso del idioma quechua en algunos cantos cuando en todo momento no se da mayor referencia ha ello, ni en la estética ni vestuario. Podemos deducir con ello, que la directora intentaba contextualizarlo en el Perú durante pequeños momentos que sin embargo, no se dejan ver desde el inicio, ya que respeta mucho la dramaturgia. A pesar de ello, este recurso no rompe la poesía, ni molesta en el montaje. Debemos señalar que las escenas rituales fueron las que pintaban de mejor manera este color local que se intenta incluir.

Otro intento de evidenciar la actualidad de la obra en el hoy fue la propuesta final, en donde las actrices del coro se cambiaron a sus ropas de calle y se presentan observando la última escena de Yerma con su esposo. Un recurso que si bien marcó un final con mayor peso escénico, no era necesario a mi parecer subrayar la actualidad de la obra. Si bien estos recursos no terminan de tener sentido mayor dentro de la propuesta, que la de resaltar y reforzar el tema y la contextualización de la obra, están introducidos de una forma que no rompen abruptamente con la propuesta y puede seguirse un hilo conductor de inicio a fin.

Más allá de ello, la obra mantiene una belleza visual y un gran trabajo actoral de los que deberían ser testigos, desde la música en vivo, la luz y cada elemento elegido hasta detalles que dejan ver la limpieza de la puesta. En verdad Yerma ha sido una obra que recomiendo asistir, no solo por la temática, sino más allá de ella: la limpieza, la sensibilidad y la buena dirección de esta obra. La buena noticia para todos es que tienen hasta el 4 de junio para asistir, y gozar de una gran dramaturgia, dirección, actuaciones y montaje. Les recordamos que las funciones van de jueves a martes a las 8 pm y domingos a las 7 pm.

Kiara Castro
16 de abril de 2019

jueves, 11 de abril de 2019

Crítica: NOTAS DISONANTES


Sinfonía de un drama

“Notas Disonantes” es el último montaje de creación original del colectivo teatral Proyecto Norte, cuyos miembros se conforman por los jóvenes actores y actrices Alana La Madrid, Francisco Holguín, Paola Neyra y Jesús Bazalar, con la dirección de Pancho Tuesta y Roberto Vigo. El escenario fue un el ex-teatro Ensamble, ahora llamado La Histriónica.

La obra es un montaje musical que, a pesar de su corta duración, destaca por la espectacular voz de Paola Neyra, la cual dejó a más de uno totalmente impresionado. "Notas Disonantes" aborda los conflictos existenciales de una aspirante a cantante soprano, luego de ver quebrado su destino en un matrimonio frustrado.

Neyra interpreta a Katerina, una cantante de ópera con una precisión vocal muy impresionante. En su canto destacan su fuerza de voz y su énfasis en los agudos. De igual forma, cabe mencionar que Holguín realizó un trabajo notable, cantando en algunas escenas. Sin embargo, quedó en un segundo plano en comparación con la melodiosa voz de Neyra.

Una primera escena impactante da inicio a la obra: Mariana (Alana La Madrid), iluminada sobre una tenue luz, narra las diversas situaciones que sucederán en la obra. Esto es muy interesante pues, por momentos, da la impresión de tratarse de una obra de teatro testimonial. Sin embargo, este recurso es usado porque el montaje será elaborado a partir de los recuerdos de Mariana.

En esta obra, la luz cobra un papel muy importante, ya que no solo se encarga de iluminar a los actores, sino que también enfatiza los momentos centrales. En cuanto a la escenografía, esta recrea ambientes del interior de un hogar, con muebles sencillos y fáciles de mover de una escena a otra.

Finalmente, hay que destacar la apuesta de los directores Tuesta y Vigo al encarnar en sus personajes conflictos internos con relación a la temática de género, tópico muy vigente. Por un lado, Mariana y Katerina, además de amigas con sueños en común, pasan por un fugaz noviazgo. Sin embargo, es raro que ese amor se disuelva tan rápido con el matrimonio de Katerina. Por otro lado, la escena más tensa ocurre cuando el personaje de Jesús Bazalar, quien lucha por autodefinir su identidad sexual, se enfrenta a su padre, un claro representante del patriarcado.

“Notas Disonantes” estuvo en corta temporada durante los fines de semana del mes de marzo a las 8 pm en el teatro La Histriónica avenida Bolognesi 397 – Barranco.

Enrique Pacheco
11 de abril de 2019

Crítica: EL DÍA QUE ABRAHAM DECIDIÓ MORIR


El pasado nos persigue hasta curar sus huellas con el presente

Función 9/4/2019

La trama de esta obra está muy bien planteada dramatúrgicamente: los diversos conflictos de cada personaje confluyen para resolver el conflicto central sobre la madre de Abraham y sobre el trauma de no haber salvado de ahogarse a un vecino, siendo este campeón de natación.

En este montaje dirigido por Javier Valdés, vemos cómo dos generaciones se complementan actoralmente en escena. Es maravilloso ver a Mario Velásquez accionando, con un impecable trabajo, donde hace hablar al silencio y donde el público decodifica su gestus y a Rodrigo Palomino, quien cumple bien su rol asignado por el director, pues se compromete con su personaje y solo debe mejorar el volumen de su voz. No está clara la propuesta de Abraham saliendo a cada llamada para el inicio de la obra.

Cada personaje trabaja bien los sentidos, tiene claro sus objetivos en cada escena y compone la energía adecuada para crear la atmósfera vital de este montaje.

Los tránsitos por el espacio hechos por los actantes de manera reiterativa para denotar que se está cambiando de lugar y situación no contribuye a situarnos en la escena siguiente, se debería encontrar otras formas de situación para cimentar más el montaje, lo mismo con las proyecciones.

Además, mejorar la dicción de algunos integrantes jóvenes del elenco para que el montaje fluya aún mucho mejor. El cliché de caminar/correr del personaje Lila no favorece lo que la actriz buenamente logra en escena.

El Teatro de Lucía es un espacio tan íntimo y maravilloso, donde este montaje logra encajar perfectamente. Vale la pena apreciarlo.

Dra. Fer Flores
11 de abril de 2019

Crítica: FE DE RATAS


La fe perdida

Bajo la producción de Pánico Escénico Teatro, se desarrolla la temporada de la obra Fe de Ratas (en la AAA), escrita por Diego La Hoz y dirigida por Fito Bustamante.

Una azotea es el lugar elegido por tres jóvenes (Pedro, Fabio y Boris) para organizar un largo viaje del cual no pretenden volver. En medio de la reunión, surgen las inseguridades, los miedos y los recuerdos de una vida, que hasta el momento, no parece ser la que soñaron tener. Pero, ¿qué circunstancias los unen? ¿Por qué deciden irse? ¿A dónde?

En palabras del autor: “(…) Con esta obra buscamos revisar la propuesta base de nuestro trabajo en el escenario: el minimalismo itinerante, la revaloración del actor en escena como instrumento físico de comunicación y la composición del símbolo que se desprende del juego verbal y del no verbal (…)”*. Pues bien, en el montaje de Fito Bustamante también se encuentran algunas de las características mencionadas, como el trabajo físico del actor, que enriquecía algunas escenas como por ejemplo, la escena de Boris intentando volar o la escena de Pedro sentado en el carrito de supermercado contando cómo conoció a Fabio.

UNA APROXIMACIÓN AL UNIVERSO MASCULINO

El inicio se marca con la aparición de los tres actores, en medio de la oscuridad, quienes suben al escenario rápidamente, el cual está acondicionado con vasta utilería (cajas, una pequeña estructura cubierta de grafiti, un mueble viejo, una mesa, entre otros) que retrata el ambiente de un lugar deteriorado.

Cuando al fin se encuentran, la desconfianza y el recelo se evidencia entre Boris (Roni Ramírez) y Pedro (Martín Berríos), siendo Fabio (Alonso Romero) el intermediario entre ambos. Entre discusiones, bromas y juegos, cada uno va revelando parte de su historia, la cual parece fragmentada por la desilusión, los problemas familiares y sus propias inquietudes como hombres.

La narrativa expone la carga emocional que pesa sobre los personajes, quienes desean cambiar su realidad, pero no saben cómo, ni por dónde empezar. Es posible entonces, rescatar la visión masculina sobre algunos temas, como la fe, la desesperanza, el miedo, los sueños, la urgencia del cambio, la violencia, entre otros que podrían explorarse. Al evidenciarse la presencia de subtextos, es necesario precisar de forma contundente algunos códigos de interpretación, a fin de sacarle mayor provecho a esta figura.

Un estreno siempre es el primer impulso de la obra, por ello el ritmo de la misma aún debe asentarse; otro punto importante es uniformizar la dicción, la cual puede comprometerse debido al esfuerzo en la interpretación física de los actores. Fe de Ratas plantea algunos cuestionamientos que nos llevan a repensar acerca de la posibilidad del cambio, del amor propio y la confianza en uno mismo, más allá de las circunstancias adversas y el futuro incierto.

*Entrevista a Diego La Hoz, en el marco de la temporada de Fe de Ratas que dirigió en 2010. Encontrado en web: http://federatas-el.blogspot.com/

Maria Cristina Mory Cárdenas
11 de abril de 2019

lunes, 8 de abril de 2019

Colaboración regional: YO QUIERO SER PRESIDENTE


Experiencia impactante

En el marco del festival de teatro organizado por la Municipalidad de Arequipa, conmemorando el Día Internacional del Teatro, se presentó en el teatro Ateneo la obra “Yo quiero ser presidente”, por la compañía Víctor Zegarra Montes.

Sobre lo técnico

La obra es impecable, inspirada desde la técnica del bufón, con una crítica directa hacia muchos de los temas actuales como la política, la religión y la sociedad.

Los personajes están muy bien construidos y estructurados desde la corporalidad y la exageración, buscan reflejar una poética definida desde la técnica del bufón. Es un mundo de seres ácidos, grotescos, tullidos, bulliciosos y coprolálicos… es decir, bufones, con caminatas singulares, formas de hablar especiales, mudas, gestos, risas y carcajadas, fruto de una búsqueda y un estudio de la técnica en la que, director y actores, sé que se han internado por muchas horas. ¡Aplausos por eso!

Los elementos de la puesta son pocos, casi nulos: una caja que servirá de podio (o de lo que se desee), una mesa, una cruz; todos aprovechados de manera inteligente y creativa, que solo cobran sentido cuando los actores interactúan con ellos.

Se han creado imágenes impactantes que dotaban a la obra de una plástica abrumadora; figuras bien pensadas que se quedan en la retina y en la imaginación, que encontraban siempre un equilibrio en la escena y nos hacía entender de forma concreta lo que estaba sucediendo.

Quisiera resaltar la evidente creación desde lo teatral, esa voluntad expresa de buscar una poética en el actor como principal componente de la escena y la ficción, esa renuncia al recurso que siempre resta a “lo teatral” y que termina con mostrar en escenario artificios técnicos, que más que teatro, hacen parecer que uno está en una sala de cine. En esta puesta, nada de eso, y todo del actor.

Las luces ayudaban a las transiciones de escena a escena, a marcar la importancia en acontecimientos determinados, y junto a la música, ayudaban a la construcción del hecho escénico y no eran meros adornos como se ve muchas veces.

La dirección ha sabido explotar de manera prolífica las escenas, el texto y los actores, todos los elogios anteriores se resumen en eso.

Sobre el fondo

El texto (quizás lo más flojo de la obra) se componía de escenas sueltas unidas por la gran temática: un partido político nos presenta a su candidato mesiánico para las próximas elecciones.

La idea era lanzar crítica sobre crítica, hasta no dejar títere con cabeza; para ello, se echa mano de textos ajenos, hasta algunas publicaciones y canciones de internet, siempre en búsqueda de la sátira, de la broma. Esto nos deja como resultado textos completamente inteligentes, con gran impacto en el público (recuerdo uno en especial sobre la migración) y otros que pasan desapercibidos.

La crítica se dispara para todos lados

En la política se abre fuego contra todos los partidos nacionales (aunque la izquierda se la lleva fácil), haciendo la sátira de siempre con los políticos de siempre, justa pero repetitiva. Nuestra endeble política nacional es fácilmente criticable, y de por sí es farsesca. Los actores han sabido darle como a piñata a todos los personajes políticos del momento (repito, la izquierda se la lleva fácil).

Denuncias contra el maltrato a la mujer y los casos de pederastia, nepotismo y consumismo de la iglesia católica también están presentes. Una de las imágenes más fuertes de la obra es lograda por la única actriz, Estefani Bengoa, recordando las esterilizaciones forzadas, cantando y amamantando como madre patria a los demás actores.

Es muy interesante lo que propone la obra y utiliza de manera muy inteligente al bufón para hacerlo. Desenvaina la sátira, fiel amiga del artista, con un humor ácido, irónico y que oscilaba entre el chiste pensado y el fácil, ese que estalla en carcajada después de un carajo, una puteada, una punteada o una teta al aire. Dentro de la bufonada se entiende y comprende.

Como espectador ha sido una experiencia realmente impactante, plástica y entretenida. Aun cuando yo, en lo personal, no suelo disfrutar ese lado de la estética, la obra es atrapante, juguetona, fuera de los esquemas tradicionales en Arequipa, distinta a lo que estamos acostumbrados, por lo que el público lo ha recibido como una innovación, algo nuevo y distinto a lo que nos tienen acostumbrados (o adormecidos) las demás obras.

Este estilo, no solo del bufón, sino el de crear desde lo teatral, desde el vínculo entre el actor y el público, es algo necesario en nuestro medio. Esta obra es una de las mejores del año.
Lo que más aplaudo es el proceso de creación y entrenamiento, proceso que debería darse para todas las puestas.

Mauricio Rodríguez-Camargo
Arequipa, 8 de abril de 2019

Colaboración regional: PROLEGÓMENOS


El teatro visto desde el teatro

El teatro a lo largo de su historia se ha adaptado y transformado a razón de los actores, dramaturgos, directores y todos quienes forman parte de su razón de ser. Y como en todo arte que se precie de serlo, es necesaria una introspección, una visión particular y propia del arte en sí mismo. Es así que surge el “metateatro”, que Jesús Maestro en el artículo “Cervantes y Shakespeare en la literatura metateatral” define como toda teatralización de una acción espectacular, ritual o ficticia, que se lleva a cabo dentro de una representación dramática que la contiene, genera y expresa, ante un público receptor. El uso del metateatro revela la intención de dramaturgo de hablar de teatro, de sus técnicas y funcionamiento, que se convierten momentáneamente en un tema dominante. Manifiesta también un interés por la recreación formal, la propia contemplación e incluso la justificación personal de determinados planteamientos dramáticos. En suma, el espectador asiste a una apología de la expresión teatral.

Un ejemplo claro y casi pionero del metateatro es Luiggi Pirandelo con “Seis personajes en busca de un autor”, una obra controversial para su época y que se ha convertido en un clásico teatral. En palabras de muchos directores y actores, hacer metateatro no es fácil, se requiere una conciencia particular del “yo” del actor y una sólida construcción de personajes para marcar la diferencia entre la realidad metateatral y el personaje construido. Asimismo, demanda un amplio y claro trabajo de dirección e investigación.

Piura es una ciudad con un crecimiento teatral muy próspero. Nos enorgullece saber que cada día los directores y actores apuestan por nuevas técnicas teatrales y variedad de puestas y el metateatro ha estado presente en nuestra cartelera regional desde hace algún tiempo. Esta vez con la obra Prolegómenos de la española Gracia Morales Ortiz. La obra fue estrenada el pasado 27 de marzo, en el Día Mundial del Teatro, en el CC Escenarios, con la dirección de Arturo Cabellos, la producción de Stéfany Cienfuegos y las actuaciones de Arturo Cabellos como Carlos, Rogger Agurto como Juan Antonio y Guillermo Torres como Fernando, el luminotécnico.

La obra cuenta la historia de dos actores y su deseo por terminar la obra que están representando hasta el final, mientras involucran sus recuerdos y su propia interpretación de lo que son y lo que hacen en el escenario. Prolegómenos es una obra que raya en lo absurdo y es muy rica en matices y variantes como suele ocurrir con el metateatro. En cuanto a la puesta, es importante resaltar el grado de complicidad y la buena química que tenían los actores en escena y el uso de los elementos que, a pesar de su simplicidad casi minimalista, aportaban frescura y color al clima general de la obra. En cuanto a las actuaciones, es importante resaltar el personaje de Carlos, bien interpretado por Arturo Cabellos, con el toque preciso de humor y simpatía para conectar con el público. Por su parte, Roger Agurto en el personaje de Juan Antonio, aportó seriedad y elegancia que por momentos perdía el peso escénico requerido para contrastar con el otro personaje un tanto más relajado. Mención aparte merece el personaje del luminotécnico, que a pesar de su breve aparición, aportó velocidad y un cambio interesante en el ritmo general del texto.

En cuanto a la dirección, se resalta la intención de agregar mayor jocosidad a un texto cuya intención primaria es ser absurdo sin dejar de ser real; eso nos dio como resultado un obra cercana para el público, a la que sin embargo, le faltó precisión en determinados cambios, como por ejemplo, los cambios de escena y las rupturas de cuarta pared; asimismo, mayor sincronía entre los actores para marcar de mejor forma las repeticiones conscientes del texto, que la dramaturga coloca, y a quien  se menciona en repetidas ocasiones dentro de la obra, dejando en el publico la sensación de irrealidad que si no se resalta como es debido puede generar aún más confusión.

Resaltamos la intención del director y actores de adentrarse en la técnica del metateatro y nutrirla con nuevas propuestas.

Katiuska Granda
Piura, 8 de abril de 2019