jueves, 28 de febrero de 2019

Crítica: AQUELLO QUE NO ESTÁ

¿Cómo fotografiar la ausencia? (Eduardo Adrianzén)

“Aquello que no está” es una obra escrita por Eduardo Adrianzén y dirigida por Gonzalo Tuesta. Se reestrenó el jueves 28 de febrero, en el auditorio del ICPNA de Miraflores, y estará en cartelera hasta el 24 de marzo, la cita es a las 8.00 pm.  

El montaje cuenta con las actuaciones de Giovanni Arce, Natalia Cárdenas, Claudio Calmet, Alexa Centurión, Bruno Espejo y Mariajose Vega.  Esta es “una comedia teatral que narra la historia de una familia limeña pintoresca, que muestra cómo los cambios sociales influyen en sus vidas cotidianas, a lo largo de más de 40 años de la historia del Perú.”  El hilo conductor son los recuerdos de Javier, el hijo mayor, quien se ha puesto la tarea de buscar a su supuesto medio hermano de su misma edad. La obra toca de manera ligera, desde una estética minimalista, temas como la violencia política, la ausencia de memoria y el racismo.

La elección de esta estética (con seis bancos, un ecran y elementos de vestuario para los cambios) contribuye al tránsito espacial y temporal; la construcción de los recuerdos que hace el protagonista y los cambios de “personajes” en los otros actores.

De otro lado, creo que pudo darse mayor acento a la comedía tal como mencionan en la sinopsis, tomando en cuenta que la obra inicia a un nivel cómico más grotesco, este no se mantiene, sino que se va perdiendo a lo largo de la historia. Hasta un primer momento, uno puede llegar a creer que la obra evolucionará en comedia, algo que no sucede. El carácter cómico no debió quedarse solo en el gag hablado, sino que pudo llevarse a un juego continuo acompañado de acciones que puedan sumar la ironía, como en algunas escenas bien logradas. Además, la decisión minimalista trajo consigo un riesgo muy grande en este tipo de texto, esto fue el sostenerse en los diálogos, lo cual le quita el ritmo cómico que se busca al ser una comedia. Por lo cual, concluimos que la propuesta de dirección se enfoca en el drama familiar y no en la comedia; aún cuando mantiene cierta chispa de humor en sus textos, hubiese sido importante remarcar el lado cómico de la dramaturgia. Puesto que esto habría ayudado a dar dinamismo a este drama familiar que contiene además en paralelo un peso histórico.

Por otra parte, una mejor propuesta de luces sería un elemento que sumaría dinamismo al montaje y aportaría a sostener y contar mejor la historia. Otro más que pudo involucrarse mejor es el uso del ecran, ya que este, si bien se utilizaba de manera explicativa (graficando el contexto histórico y social en paralelo a la historia), es usado también para reflejar otras imágenes a lo largo de la obra, por lo cual no queda tan claro la función que cumple este recurso. Podemos deducir que el uso del ecran tiene que ver con las fotografías, la película, el recuerdo; sin embargo, la conexión establecida inicialmente del personaje Javier con esta película (ecran) se va perdiendo, y cambiando a lo largo de la obra, lo cual no deja claro el signo al que remite dentro del montaje.

Algo a resaltar en la obra son las impecables actuaciones del elenco en general, pero sobre todo el trabajo lúdico que aporta Mariajose Vega al igual que Bruno Espejo. Quienes manejan seis personajes cada uno. Dado a que la propuesta es minimalista el centro recae en las actuaciones por lo cual estas son una de las fortalezas de esta obra. 

Una obra que recomiendo visitar y crearse su propia experiencia, disfrutando de muy buenas actuaciones. Tienen hasta el 24 de marzo, a las 8 de la noche para ir a verla al auditorio del ICPNA de Miraflores. Este drama familiar con toques cómicos los invitará a reflexionar cuánto puede afectar la coyuntura política en la historia de una familia y cuánta memoria o consciencia tenemos de nuestra propia historia familiar como victimas de un tiempo y un gobierno.

Kiara Jossilú Castro Béjar
28 de febrero de 2019

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